CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO

1949 Words
TOM   Cuando Zara me dijo que nuestra relación iba a dejar de ser un secreto, realmente esperaba que las cosas fueran diferentes, no sé por qué, pero de alguna forma creía que todo iba a cambiar y me daba un poco de miedo pensar en que tal vez las cosas iban bien entre nosotros precisamente porque nadie sabía de nuestra relación, sin embargo, no ha sido ese el caso, simplemente dejamos de preocuparnos por si alguien más nos veía, para empezar a preocuparnos por otras cosas.   Da igual que ya no nos escondamos, pues con todo lo que está pasando en la compañía, ya casi no nos vemos con Zara en horas de trabajo, sólo en las noches y a veces no podemos vernos en las noches, pues ella se ha quedado un par de noches trabajando hasta tarde, porque la reunión de socios se acerca peligrosamente y eso es algo que la tiene con los nervios de punta; así que en esas noches en que sé que ella no tiene tiempo para pasar el rato conmigo, simplemente le llevo comida para asegurarme de que coma algo, pues con lo ocupada y preocupada que está, hasta se olvida de comer.   Lo cual se empieza a notar en su salud, el último par de días se ha visto un poco más pálida, y sé de primera mano, que ha tenido problemas para retener la comida, la he escuchado vomitando un par de veces en la última semana, sus ojeras son ligeramente visibles aún a través del maquillaje que se aplica y realmente me estoy empezando a preocupar de que el estrés de su trabajo esté afectando su salud, pero ella es muy testaruda y se niega a perder el tiempo en citas médicas.   Así que tuve que recurrir a su madre, lo cual no le gustó ni cinco a Zara, pero ella finalmente logró hacer que ella prometiera ir a hacerse un chequeo tan pronto como la junta de socios de este viernes se terminara, y aunque sé que se molestará conmigo, planeo acompañarla para asegurarme de que no la cancele o se le olvide, pues últimamente también se le olvidan cosas sencillas, y es una suerte que su asistente, aunque no sea la más lista de todos, es muy intuitiva y siempre está detrás de ella asegurándose de que no deje los aparatos electrónicos encendidos, o que se queme con las bebidas calientes, que se ponga de nuevo sus tacones antes de salir de su oficina, en donde usualmente está descalza cuando está sola, entre otras muchas cosas que Zara olvida hacer, pues su mente está llena de otras cosas que ella considera más importantes.   Lo único que me consuela, es que en las noches en que no está trabajando hasta tarde, ella llega directo a acostarse entre mis brazos y parece tranquilizarse al menos un poco, me gusta saber que le puedo ayudar a relajarse un poco, y, sobre todo, disfruto de ver cómo a pesar de su alta carga laboral, ella no desaprovecha los momentos que tenemos juntos para amarnos en los brazos del otro.   Hoy desperté abrazado a ella, después de haber pasado buena parte de la noche robándole suspiros y gemidos de sus labios perfectos, ni siquiera recuerdo a qué hora nos quedamos dormidos finalmente, pero sí recuerdo perfectamente como sus dedos se entrelazaron en mi cabello y sus piernas se cerraron con fuerza alrededor de mi torso cuando ella tuvo uno de sus orgasmos, y el sólo recuerdo de ella echando su cabeza hacia atrás mientras gemía mi nombre, hace que la sangre empiece a circular hacia mi entrepierna y de repente me siento más despierto.   No había notado que Zara también había despertado, hasta que la siento empezar a moverse contra mí, pegando sus caderas a las mías y empezando a rozar peligrosamente mi creciente erección, así que decido jugar un poco con ella y finjo estar dormido, lo cual la desespera pronto y ella toma mi mano para llevarla hasta uno de sus pechos, apretando con su mano encima de la mía, pero ella se sobresalta ligeramente y frunce el ceño como si sintiera dolor.   Inmediatamente ceso de jugar y le pregunto preocupado:   “¿Estás bien? ¿Te duele?”   “Sólo un poco, pero no te preocupes que eso es normal en los días antes de que empiece mi ciclo,” ella me responde en un tono tranquilizador, empezando con su movimiento de caderas una vez más.   “¿Es por eso que están más grandes?” le pregunto juguetonamente, empezando a masajear su pecho una vez más, de forma suave y ella se ríe antes de asentir.   “Si, probablemente sea eso,” ella responde mientras se da la vuelta y empieza a pasar su mano por encima de mi boxer, haciendo que mi respiración se atore en mi garganta.   “Si sigues haciendo eso vamos a llegar tarde al trabajo,” le digo mientras paso mi mano por sus muslos, hasta que mis dedos alcanzan el borde de sus pantys y los corro a un lado, mientras con mi dedo siento lo mojada que está.   “Yo soy la jefe, puedo llegar a la hora que quiera, y tú puedes llegar conmigo así nadie se atreverá a decirte nada,” ella responde con voz seductora, mientras se levanta y se pone encima de mí.   “Eso sería abuso de poder,” le responde con voz entrecortada por la sensación de placer que me invade en el momento en que ella toma mi m*****o en su mano y lo acomoda en su entrada para luego descender suavemente y enterrarme completo dentro de ella.   Pero ella no responde nada más, pues empieza a moverse, primero arriba y abajo lentamente y después de un par de minutos, comienza a hacer círculos con sus caderas en un movimiento tortuoso, haciendo que entierre mis dedos en sus caderas, al tiempo que siento como ella empieza a apretar sus piernas contra mis muslos cada vez más, en un claro signo de que se está acercando al clímax.   Sus movimientos empiezan a ser más rápidos y yo siento que también estoy cerca de llegar a mi propia liberación, cuando siento los espasmos que envuelven mi m*****o mientras ella gime en voz alta y clava sus uñas en mi pecho, por lo que tomo sus caderas y las muevo contra mí un par de veces más hasta que mi visión se nubla y siento los corrientazos de placer viajando por mi parte inferior, haciéndome sentir oleadas inmensas de placer, mientras me vacío en su interior.   --------------------------------   Una hora y media después, cuando vamos entrando a la compañía, Zara en su carro y yo en el mío detrás de ella, los vigilantes me dirigen miradas cómplices, pero yo pretendo ignorarlas, pues, aunque sé que ya lo nuestro no es ningún secreto, tampoco pienso alardear de ello con los demás empleados, sería un irrespeto hacia Zara.   Una vez dentro del ascensor, ella parece un poco más feliz que lo que ha estado en toda la semana, aún cuando falta menos de un día para la importante reunión de socios que la tiene tan estresada últimamente; así que es bastante sorprendente cuando ella me besa en los labios antes de que el ascensor abra sus puertas en el piso en el cual trabajo y yo salgo del ascensor en completo shock, mientras ella sigue subiendo hasta su oficina.   Y por supuesto que los guardas de seguridad vieron todo y antes de que fuera la hora del almuerzo, ya la mitad de la compañía estaba hablando de eso, incluso algunos se atrevieron a hacer bromas en mi presencia, pero los silencié con una mirada severa, para que les quedara bastante claro que no pensaba hacer parte de esas bromas estúpidas, por lo que ya nadie se atrevió a preguntarme nada más, aunque sí continuaron murmurando constantemente a mi alrededor, haciendo que mi molestia creciera hasta el punto en que preferí ir a almorzar un sándwich fuera de la oficina para evitar las miradas curiosas en la cafetería.   James se ofreció a acompañarme, y aunque al principio me negué, porque realmente no quería que él me atacara con preguntas molestas, pues él tiene la tendencia de ser bastante imprudente con sus palabras, me sorprendí gratamente cuando él empezó a hablar de muchas otras cosas excepto de eso; el único comentario que hizo sobre mi relación con Zara, es que tuviera cuidado con otros compañeros de trabajo que trataran de acercarse a mí para ganar mi favor.   “Te considero uno de mis mejores elementos, y odiaría que los rumores y los comentarios malintencionados te hicieran dejar la compañía,” él me dice con un tono preocupado.   “No te preocupes, no tengo planes de irme aún, y los comentarios realmente no me interesan, pero si preferiría que no hicieran bromas sobre Zara, eso sí me molesta bastante,” le respondo.   “Y con toda razón, ella es la CEO de la empresa, ningún empleado tendría por qué estar comentando sobre su vida privada y mucho menos en horas laborales, a ellos no se les paga por chismosear sobre la jefe, y si alguna vez escucho un comentario similar, les pondré una sanción,” él me asegura con tono decisivo.   “No, es suficiente con que les pidas que no lo hagan, no quiero que se cree un mal ambiente por esto, precisamente esa es la razón por la que lo habíamos mantenido privado, para evitar este tipo de cosas,” le digo con un poco de molestia.   “Me encargaré de ello, ustedes sigan tranquilos en lo suyo,” él me dice, y debo admitir que estoy gratamente sorprendido de la actitud madura de James, usualmente se comporta más relajado, pero es bueno que tengamos un aliado como él dentro de la compañía para hacer que esto no se nos salga de las manos.   Cuando volvemos del almuerzo, veo que Sophia está sentada en mi escritorio e inmediatamente frunzo el ceño, pues sospecho que se acaba de enterar y seguramente querrá decirme algo al respecto, lo cual hace que me empiece a molestar, pues tendría que ser muy despistado para no darme cuenta que ella lleva semanas intentando coquetear conmigo, por lo que asumo que no estará muy contenta con los rumores.   “Hola, ¿necesitas algo?” le pregunto en un tono cortés, pero tenso.   “Hola tú,” ella dice en un tono alegre, lo cual es extraño, pero me abstengo de hacer cualquier comentario, así que ella continúa:   “Quería saber si ya habías terminado con tu parte del reporte que la jefe nos pidió,” ella me dice.   “Si, ya te lo envié a tu correo electrónico esta mañana,” le digo con tono cauteloso.   “Oh, lo siento, he estado muy ocupada y no había revisado mis correos,” ella me responde con una sonrisa, pero yo permanezco serio.   “¿Eso es todo?” le pregunto.   “Vaya, no tienes que ser tan directo, ya mismo vuelvo a mi escritorio y te dejo trabajar,” ella me responde levantando las manos, en un gesto que parece juguetón, pero yo solo me limito a pararme con los brazos cruzados esperando a que se levante de mi silla.   “Por cierto, felicidades por tu nueva novia,” ella me dice en un tono mordaz antes de levantarse y volver a su escritorio de forma un tanto dramática.   Qué molesto es todo esto, ya empiezo a hallarle razón a todos los reparos que tenía Zara sobre hacer la relación pública, y sólo espero que este frenesí se pase rápido para poder continuar con nuestras vidas como antes.
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