ZARA
Tan pronto como la reunión termina, siento ganas de ir corriendo a mi oficina, pero sé que debo quedarme para finalizar algunos asuntos con el cliente, o en otras palabras, para cerrar el trato; lo cual es bastante molesto, pues el idiota a cargo de hacerlo parece querer sugerir que sólo cerrará el trato si acepto tener algo con él; y aunque lo dijo en modo de broma, no me reí, así como tampoco lo hicieron ninguno de mis empleados, especialmente Tom, quien parecía a punto de lanzarse sobre el sujeto y golpearlo hasta la inconsciencia, tal como hizo el día que me defendió del acosador en la puerta de mi casa.
La mayor parte del personal se pone de pie para irse y así podamos quedar únicamente los directivos con el cliente y sus empleados, pero Tom se demora guardando las cosas a propósito y el ambiente se empieza a sentir tenso, así que le escribo un mensaje rápido con el fin de tranquilizarlo:
“Vuelve a tu puesto y nos vemos más tarde, no te preocupes por mí, sabes que puedo defenderme sola,”
Él ve el mensaje, pero en vez de responder sólo me frunce un poco el ceño y se va de la sala de juntas con reticencia; afortunadamente ninguna de las personas presentes notó lo que acaba de pasar, pues cada uno estaba pendiente de sus propios asuntos, así que sin más tiempo que perder, nos ponemos manos a la obra.
--------------------------------------------------------------------
Aproximadamente una hora después, finalmente llegamos a un acuerdo sobre los términos del contrato y el idiota propone que vayamos por una copa para celebrar la nueva alianza entre las dos empresas, pero sentarme con él en estado de alicoramiento es lo último que querría hacer, por lo que es un alivio cuando casi todos se niegan a ir, pues estamos en la mitad de la semana y no sería prudente.
Hago mi mejor esfuerzo por permanecer cordial con este sujeto tan molesto, pero no ha sido nada fácil, pues cada vez parece pasarse un poco más de la raya y mi paciencia se está agotando, por lo que recojo mis cosas y me excuso diciendo que tengo una reunión por videoconferencia, así que el resto de personas empiezan a recoger sus cosas también, y después de despedirme de todos, salgo apresuradamente de la sala de juntas.
Cuando llego junto al ascensor tengo un par de segundos de tranquilidad, pero ésta se arruina inmediatamente cuando escucho ruidos de pasos detrás de mí y tengo la amarga sensación de que no es ninguno de mis trabajadores, y ruego internamente para que el ascensor llegue rápido y pueda meterme en él antes de que los pasos se acerquen más.
No obstante, la suerte no parece estar de mi lado hoy, pues antes de que el ascensor llegue, escucho al idiota decirme “Señorita Arlington, ¿por qué tanta prisa?”
“Lo siento señor Thompson, como le dije antes, tengo una reunión importante y ya se me está haciendo tarde,” le respondo con un tono tenso.
En ese momento, el ascensor llega y yo suspiro con alivio antes de entrar en él, pero, para mi sorpresa, el idiota pone una mano en medio de las puertas para evitar que se cierren.
“Espere un momento, ¿cuándo podemos ir por un café o tal vez a cenar?” él me pregunta con un tono que pareciera indicar que él está seguro de que no me voy a negar a su proposición.
“Por supuesto, le diré a mi asistente que se comunique con su asistente para que agenden una reunión, también le diré a mi equipo que preparen un informe de cómo va el trabajo y así lo podemos discutir, ahora, si me disculpa, tengo una reunión,” le digo con falsa cordialidad.
“Oh no, creo que ha malinterpretado las cosas, no me refería a nada relacionado con trabajo, sería más como una cita,” él me dice con una sonrisa estúpida que quiere hacer pasar por seductora, y yo reprimo las ganas de reírme en su cara.
“Señor Thompson, creo que usted también ha malinterpretado esto, no estoy interesada en ningún tipo de relación por fuera de la laboral,” le digo con un tono firme y su actitud cambia completamente.
Él frunce el ceño y luego se mete en el ascensor junto a mí, pero no dejo que la puerta se cierre, pues mantengo presionado el botón de abrir, y tratando de calmar el errático latido de mi corazón, le digo con toda la calma de la que soy capaz:
“Este ascensor va subiendo, si quiere puede entrar en el de al lado, sería más conveniente,”
“¿Por qué no está interesada en una relación que no sea laboral?” él me pregunta acercándose a mí e ignorando completamente mi comentario sobre el ascensor.
“Porque simplemente no lo estoy, no creo que eso tenga mucha ciencia, es una simple respuesta de sí o no, y la mía es no,” le respondo manteniéndome firme en mi posición.
“Pero, no lo entiendo, soy un hombre joven, guapo y exitoso, usted es una mujer joven, bella y también exitosa, haríamos buena pareja,” él insiste, acercándose aún más.
Así que decido usar la última carta antes de llamar a seguridad o golpearlo en las bolas, y es decir la patética excusa de que ya tengo novio, la cual, aunque es cierta, no me hace sentir muy bien conmigo misma, pues es como admitir que la sola mención de otro hombre con ‘derechos sobre mí’, podría sacarme de esta situación horrible; sin embargo, este idiota parece de los que sólo le encuentran valor a una mujer por la persona con la que se acuestan, y aunque me desagrade seguirle el juego, a estas alturas, es lo mejor que puedo hacer para no recurrir a medidas más extremas que puedan dañar el trato que acabamos de cerrar.
“Porque tengo novio,” le respondo simplemente y él, en vez de alejarse, o molestarse, suelta una carcajada un tanto aterradora, lo cual hace que todos los vellos de mis brazos y nuca se pongan en punta.
“Eso no me ha detenido antes,” él dice con un tono malicioso mientras se acerca aún más a mí, y en este momento maldigo internamente a los idiotas de seguridad, quienes podrían haber parado esto, tal como lo hicieron el primer día que Tom llegó a la oficina, pero cuando realmente los necesito, nada, silencio total.
Miro a mi alrededor tratando de calcular mis opciones y empiezo a levantar levemente mi pierna, lista para darle un rodillazo en su entrepierna, pero no es necesario, pues en ese momento Tom entra como un rayo al ascensor con una mirada asesina, y aunque suspiro de alivio al verlo, su mirada hace que sienta miedo por lo que pueda hacer a continuación.
-----------------------------------------
TOM
No tuve un momento de tranquilidad después de salir de la sala de reuniones y dejar a Zara allí con ese imbécil, traté en vano de concentrarme en mi trabajo, pero fracasé estrepitosamente y hasta Sophia notó lo distraído que estaba e intento ofrecerse a ayudarme, pero la rechacé de una manera un tanto descortés, pues estaba demasiado estresado por todo.
Los minutos fueron pasando y James, el jefe de la división, no regresaba, lo cual quería decir que la reunión aún no se terminaba, y yo me iba impacientando más con cada minuto que pasaba, había algo en la manera en que ese tipo miraba a Zara que me hacía hervir la sangre, tiene pinta de ser un acosador en potencia y cada segundo que pasa junto a ella, mirándola de esa forma y haciéndole esos comentarios inapropiados, sólo hacían aumentar mi ansiedad.
Así que cuando vi a James salir del ascensor, tome mi teléfono inmediatamente y le envié un mensaje a Zara preguntándole si ya podía ir a su oficina, pero a medida que los segundos se transformaron en minutos y no recibía respuesta alguna, mi paciencia se fue agotando, hasta que no pude evitar tomar la carpeta con el informe que supuestamente debía llevarle a Zara y salte de mi asiento rumbo a la oficina de ella.
Tan pronto como llegué y vi a Susan parloteando feliz en el teléfono, supe inmediatamente que Zara no estaba allí y un sentimiento desagradable se implantó en mi estómago, algo no estaba bien, podía sentirlo, intenté volver al ascensor, pero en el que venía ya estaba en los primeros pisos, y el otro parecía estar en el piso en donde estaba llevándose a cabo la reunión, pero no se movía y eso sólo aumentó mi malestar, por lo que corrí a las escaleras y las bajé básicamente brincando de sección en sección.
Para el momento en el que llegué al piso en el que sabía que Zara estaba, la vi con su brazo estirado manteniendo la puerta del ascensor abierta, mientras estaba básicamente siendo acorralada por ese imbécil, una furia asesina se apoderó de mí y quería correr hacia él, tomarlo del cuello de la camisa y estamparlo contra la pared, pero de alguna forma, la actitud defensiva de Zara, con su postura recta y su mentón arriba, me hizo mantener la cordura.
Si ella no lo ha golpeado o insultado aún, es porque se está tratando de controlar para no hacer nada que pueda dañar su negocio, sé lo importante que es, pues hemos trabajado en ello durante varias semanas, así que tomo varias respiraciones para intentar calmarme un poco, aunque sea casi inútil, pues entre más me acerco a ellos, más noto la incomodidad de Zara y eso hace que mi furia resurja con más fuerza que antes.
No obstante, la expresión de alivio que cruza el rostro de Zara tan pronto como me ve, hace que mantenga la cordura el tiempo suficiente para evitar golpear al tipo antes de que me vea y se aleje inmediatamente de ella, tratando de no ser tan evidente, me paro en medio de los dos y tan pegado a Zara como es posible, mientras intento guardar la calma.
“Señorita Arlington, aquí tengo el informe que me pidió para la reunión,” le digo con los dientes apretados por la rabia que aún me invade.
“Oh, gracias, justo voy subiendo para la reunión en este momento, ya vamos un poco atrasados, ¿James te envió para que me acompañes a la reunión?” ella pregunta con un tono que parece calmado, pero puedo notar la tensión que la invade.
“Si, precisamente a eso venía, su asistente me dijo que usted aún no salía de la reunión y que los guardas de seguridad le informaron que estaba hablando con el señor Thompson en el ascensor, así que decidí venir a buscarla aquí,” le digo como si no fuera la gran cosa, y siento una enorme satisfacción al ver al idiota palidecer ante mis palabras y mirar de reojo las cámaras de seguridad del ascensor.
“Bueno, creo que este ascensor va subiendo, ¿no? Me bajaré entonces y espero el otro, hasta luego señorita Arlington,” el idiota dice mientras se apresura a salir del ascensor y Zara oprime inmediatamente el botón de cerrar, antes de soltar un suspiro de alivio.
“¿Estás bien? ¿Te hizo algo?” le pregunto inmediatamente.
“Si, estoy bien, gracias por no perder la cordura y romperle la cara,” ella me dice sonriendo.
“Aún quiero hacerlo, de hecho, tengo ganas de ir tras él y romperle las piernas,” le digo con rabia y ella se voltea hacia mí con una expresión extraña en su rostro, luego levanta una mano como si quisiera acariciar mi mejilla, pero en el último segundo parece recordar que nos pueden ver por las cámaras y deja caer su mano.
Después de eso permanecemos en silencio durante los pocos segundos que el ascensor demora subiendo hasta el último piso, y el ambiente dentro del ascensor se siente extraño, como si hubiese corrientes eléctricas saliendo de nuestros cuerpos, afortunadamente el ascensor se abre justo antes de que me lanzara sobre Zara y ambos salimos apresuradamente hacia su oficina.
Susan cuelga el teléfono rápidamente apenas nos ve, e intenta ponerse de pie para decirle algo a Zara, pero ésta levanta la mano indicándole que se detenga y le dice en un tono urgente:
“Tengo una reunión importante con el señor Smith en mi oficina y no quiero que nos molesten,” y luego, mirando a su reloj, añade: “No es necesario que te quedes, puedes irte a casa ya, si quieres,”
Susan parece haber recibido la mejor noticia de todos y asiente con alegría, mientras se devuelve corriendo a su escritorio para empezar a guardar sus cosas, me río en voz baja mientras sigo a Zara a su oficina, y tan pronto como entramos, ella cierra la puerta con seguro y me empuja hacia el mueble mientras se sube la falda hasta la cintura y se sienta sobre mi regazo, no tardo ni un segundo es salir de mi asombro y enterrando mis dedos en sus muslos empiezo a besarla como si mi vida dependiera de ello, al mismo tiempo que ella empieza a desabotonar mi camisa con dedos hábiles.
Tan pronto como Zara desabotona mi pantalón, y mete su mano entre mis bóxer, un gruñido leve escapa de mis labios, por lo que tomo su pequeña tanga de encaje y la corro hacia un lado para luego empezar a trazar círculos en su punto de placer y siento lo mojada que está, lo cual a su vez, logra que mi m*****o se ponga aún más duro, Zara empieza a gemir cuando meto un dedo y empiezo a moverlo suavemente dentro y fuera de ella.
Luego, sin previo aviso, ella simplemente aleja mi mano, toma mi polla y la acomoda justo sobre su entrada, y en un movimiento rápido desciende sobre mí mientras gime de placer, haciéndome rodar los ojos; siento que hay algo que se me está olvidando, pero no logró descifrar qué, y tan pronto como Zara empieza a subir y a bajar en un movimiento tortuoso, me olvido hasta de cómo me llamo.