Chris Walsh.
Dios, no tenía la menor idea de cómo había aceptado esta locura. Ah… es verdad, no podía negarme rotundamente como yo deseaba, y eso se debía a que Lex tenía algo que era muy preciado para mí.
¡Estoy a su merced!
De todas las cosas que podía pedirme, sin duda esta es la peor, siento revuelto el estómago y, estoy segura de que es una pequeña venganza por parte de Amber para atormentar mi existencia. Los odios a ambos por igual.
–¡Entremos a esa tienda! –exclamó Lex lleno de entusiasmo.
No sé que era peor, estar al servicio de la hermosa y caprichosa Amber o al del extrovertido y tirano de Lex. Lo único que sé es que soy el juguete de ambos por ser una tonta.
Siempre he odiado ir de compras, recorrer escaparates y cargar bolsas, esta no era ni de broma uno de mis pasatiempos favoritos, en realidad, me disgustaba mucho. Bostecé centenares de veces, me estaba aburriendo terriblemente, quería estar en mi casa bebiendo té con mi padre o ayudando a Zoe a remendar sus uniformes del colegio que rompe en gimnasia.
–¿No te gusta esto, cierto? –me cuestionó Lex cuando se detuvo en un pasillo del gran centro comercial y tomó asiento, dobló la pierna y me dirigió una furtiva mirada.
Yo negué con la cabeza. Somos de mundos diferentes, que digo mundos de dimensiones diversas.
–Ya me fastidié. –declaré.
Lo vi emitir una leve sonrisa.
–Te la has pasado ignorando cada cosa que te enseño, no te fijas en los maniquís y prefieres distraerte con otras cosas que no sean accesorios, zapatos, bolsos o ropa. –me declaró. –¿Qué estabas observando hace rato? –me interrogó.
–Una tienda de antigüedades. –le contesté a medias, a mí mama le gustaban los candelabros y encontré unos muy vistosos, a una mujer como ella que emitía luz le atraían las cosas resplandecientes. Eché un bufido. –No encuentro el placer en algo tan trivial. Lo siento. –le contesté, deseaba que se enfadara, que hiciera algún gesto de disgusto ante esa respuesta tan tosca.
Entonces, lejos de obtener de él un mohín de enojo, pude ver una expresión de muy sutil satisfacción, alcé la ceja ante esa respuesta porque estaba lejos de ser lo que yo esperaba.
–Eres una cajita de sorpresas, Chris. –me dijo en un susurro y se llevó su sedoso cabello hacia atrás, estoy segura de que a otra niña la hubiera logrado tener a sus pies con ese ademán, yo solo quería irme de aquí.
Salimos del lugar, llevaba en las manos varias bolsas de tiendas de diseñador. Había gastado tanto en tan poco.
–Paso por ti el sábado en la tarde. ¿Entendido? –su tono intentaba ser indulgente, pero no se podía interpretar como algo de ese estilo con el mandato que estaba emitiendo. Era una orden disfrazada como exhortación.
Lo miré sin decir nada en lo absoluto, porque lo cuestionaba como si pudiera rehusarme a esta decisión, evidentemente no podía negarme por ningún motivo a algo que emitieran sus labios.
–De acuerdo. –dije entre dientes y procedí a bajar de ese lujoso auto.
¿En qué maldito problema me metí? Me siento en un túnel sin salida, en el cual solo me hundo más y más.
Lex Maxwell: Sábado en la tarde.
Estoy manejando rumbo hacia la casa de Christine, es demasiado tarde, he acelerado el automóvil porque mi papá va a matarme sino me doy prisa. Me aparqué en la puerta de su hogar y saqué el móvil para marcarle a esa chica.
–Chris, ya estoy aquí. –le anuncié.
–Ya salgo…–me murmuró con una voz afligida.
Admito que, las expresiones de su rostro y la tonalidad de su voz que emplea conmigo, incluso sus ademanes corporales, me causan mucha gracia.
–¡Bien! –le colgué y decidí marcar a otro número, debía llamarle a mi hermosa Amber, la extraño tanto, desearía que estuviera aquí conmigo.
Chris Walsh.
–No quiero salir de esta manera. –exclamé frente al espejo.
–Te ves muy linda. –me dijo Zoe, pero es que mi pequeña hermanita siempre es tan dulce.
–Lo dices porque me quieres mucho. –le sonreí. –Pero tu halago me ha gustado. –volví a emitir un surco en mis labios. –Tengo que irme o el castaño odioso se alterará.
–¡Suerte! –me exclamó mi hermanita después de besar sus mejillas y abrir la puerta.
Caminé lentamente, no soy buena andando en tacones, no estoy familiarizada con ellos, así que… decidí ir lo más lento posible o me mataría de un buen golpe, además… no deseaba hacer el ridículo frente a Lex, eso me carcomería las entrañas de forma terrible e irremediable y más porque detesto su risa burlona porque me estoy hartando de que se mofe de mí en cada oportunidad.
Por suerte, estaba distraído, se encontraba de espaldas a mí, mientras hablaba por el celular con su preciosa y verdadera novia, rodé los ojos ante el descubrimiento de él poniendo una voz melosa para con su “princesa”.
Harta de esperar, comencé a taconear sobre el pavimento, luego carraspeé para que notara mi presencia, hoy soy su “novia” no puede dejarme colgada por estar hablando con otra chica.
–Amor, te llamo después. –se despidió de Amber y optó por concluir la llamada.
Desde el teléfono escuchaba que ella le decía eso se debe a que tiene un tono de voz muy chillón…
–¿Lex… Lex? –pero ella no obtuvo respuesta, de prisa, vi al castaño meter el celular en el bolsillo de su pantalón.
–¿Chris? –me cuestionó, mientras parpadeaba impresionado frente a mí.
¿Me veía bien o me veía mal? Lo cuestiono porque su semblante había cambiado drásticamente frente a mí.
Lex Maxwell
Le colgué a mi preciosa Amber porque sentí una humana y siniestra presencia a mis espaldas, me giré lentamente, se trataba de… ¿Chris Walsh?
Quedé… petrificado frente a ella, no lograba reconocerla en su totalidad, estaba buscando en su rostro y facciones el semblante fruncido que me miraba todos los días en el cubículo, tenía un cabello largo y lacio que desprendía un aroma dulce, ese era un peinado tan diferente a la coleta alta que siempre le acompaña, el vestido que portaba no le quedaba bien, le lucía de maravilla, combinaba a la perfección con el tono níveo de su piel, sus labios resaltaban con ese tono rosa pastel del que estaban manchados y, sus mejillas lucían suaves y sonrosadas ¿se sentirán como se ven? Un fuerte viento sopló, ella se sujetó las enaguas y luchó contra su cabello.
–¿Nos vamos? –me preguntó, se notaba irritada por la ventisca.
Eché una risa, sí se trataba de Chris Walsh ya no me quedaba dudas, solo ella usaría ese tono áspero conmigo.
–Va…mos. – alcancé a contestarle de forma torpe y atrabancada.
De repente, hay demasiado calor…