Chris Walsh.
–Estoy entendiendo que… ¿quieres que finja ser tu novia? –cuestioné, Lex asintió con la cabeza. –¡¿Has perdido por completo el juicio?! –chillé alebrestada, esto era una completa locura. –¡Estás demente! –afirmé y sujeté nuevamente mi mochila para salir de ahí.
–¡Vamos, Chris! ¡Por favor! ¡Solo serán algunas horas! –me suplicó.
–¡Tienes novia! ¡¿Por qué tienes que fingir?! –cuestioné sin comprender la situación.
–Es que Amber se va a una sesión de fotos a París por dos semanas, es una gran oportunidad para su carrera de modelaje, no puede perder esta valiosa oportunidad y tampoco puedo reprimir sus sueños. –me informó.
–¡Estás loco! ¡Amber se enterará y se enojará demasiado! –intenté justificar, porque realmente esto era una verdadera locura.
–En realidad… ella me lo sugirió. –confesó Lex.
–¡¿Qué?! –grité.
Maldita princesa, sabe que odio a su estúpido novio, que no soporto a Lex y desea castigarme haciéndome pasar una noche entera con él fingiendo lo último que seríamos en esta galaxia: “novios”, porque… si está era una manera de vengarse de mí entonces, le estaba funcionado correctamente.
–¡¿Por qué no le pides a alguien más el favor?! –cuestioné. –¡Alguna de tus locas fans aceptaría totalmente gustosa! –afirmé.
–¡No puedo! ¡Amber dijo que solo lo permitiría si se trataba específicamente de ti! –me explicó.
Hasta estando ausente hacia lo que se le viniera en gana a esa mujer.
–No creo que sea buena idea, tu novia es una modelo y yo, solo soy una chica normal que sabe preparar roles de canela. –expuse haciendo todo el ingenio de mis muchas justificaciones para librarme de sus garras.
–¡No te menosprecies! ¡Porque no es verdad! –me reiteró, yo di un paso hacia atrás. –¡Eres más que eso! –me afirmó. –Además, tus roles son los más exquisitos que he probado.
Ladeé la mirada, no esperaba para nada esa respuesta de su parte.
–Solo insisto en que no es buena idea…–volví a afirmar.
Sus ojos verdes me miraron con cierta travesura.
–Verás Chris, estaba intentando soslayarte por las buenas, ¿lo prefieres por las malas? –su mano derecha se aproximó prontamente al bolsillo de su saco.
–¡Cómo si tuviera opción alguna! –balbuceé con recelo.
–¡Excelente! –sonrió con perversidad ese castaño. –¡Mañana podemos platicarlo en el cubículo de “Consejo estudiantil”! –me informó, me di la vuelta.
–Sí… –contesté de mala gana. –Cómo digas. –afirmé enojada.
–Por cierto, ¿qué te pasó aquí? –me cuestionó sujetando rápidamente mi brazo mientras señalaba la fea quemadura en mi piel.
–Un descuido en la cocina, nada grave. –intenté minimizar y alejé mi antebrazo de su agarre, lo vi torcer su boca a mis movimientos.
–Déjame llevarte a casa. –me dijo.
–¡No gracias! –rebatí evitando pasar más tiempo con este impertinente niño.
–¡No seas terca, te digo que yo te llevaré! –me dijo.
–Y yo te digo que eso es algo totalmente innecesario. –afirmé.
–¡Es tarde y podría ocurrirte algo! –volvió a informarme.
–Vivo del otro lado de tu ubicación, te tendrías que desviar por algo totalmente absurdo. –incité y me di la media vuelta.
–¡No eres algo absurdo en lo absoluto, Chris! –me exclamó sosteniéndome la mirada con mucha fuerza. –Hoy podría ocurrirte algo, eres una chica. –su mirada era intensa, y lo dijo con cierta suavidad, con un gesto lleno de preocupación y una voz de exhortación.
–¡Conozco mi género! ¡No tienes que recordármelo! ¡Y te comento que, no por ser una chica soy débil! –estaba cabreada por alguna razón, entonces… vi a Lex hacer una mueca de insatisfacción, como si en su mente rondara la idea de que eso no era lo que estaba intentando decirme, como si estuviera malinterpretando sus buenas intenciones, no me importó en lo absoluto, me había golpeado mi orgullo de tantas formas y tantas veces que debía ponerlo en su lugar.
–Bien Chris. –la expresión de su cara se tornó totalmente diferente. –¿Lo quieres por las buenas o por las malas? –este maldito niño, es tan obstinado como yo, me alzó las cejas y me miró fijamente.
Suspiré pesadamente, porque odio la frase: “Es una orden” así que… la evito lo más posible.
–Será por las buenas, Lex. –afirmé sujetando la manija del auto.
–Bien…–lo vi sonreír.
–Dobla aquí…–le indiqué. –Ahora aquí. –repetí. –Una vez más aquí. –expliqué. –¡Detente! –chillé y, escuché como Lex le pisó al freno y las llantas derraparon sobre el pavimento.
–¡Debiste avisarme antes! –me reprendió.
–Lo siento. –me encogí de hombros, realmente no me importaba mucho que se enojada conmigo, yo no quería que me trajera a casa, no deseaba que conociera el sitio en donde habito.
–Pedaleas bastante…–me dijo mientras yo me desabrochaba el cinturón de seguridad.
–Ya me acostumbré. –me encogí de hombros. –Nos vemos. Gracias, supongo. –rodé los ojos.
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–Lo único que tienes que hacer es… fingir ser mi novia, es todo. Así de simple. –me informó el castaño, eso no sonaba para nada sencillo.
–¡¿Así de simple dices?! ¡Esto es una locura! –Me quejé. –¡Es la cosa más difícil que me has solicitado! ¡Encontrar el vellocino de oro suena a una odisea más simple! –me atreví a expresarme y por ende, quejarme de esta tontería. –Al menos, ¿podría saber el motivo? –interrogué.
–Mmm…–se sujetó del mentón mientras se acomodaba en su flamante silla de consejero estudiantil, quizás se sentía imponente con ese mueble que le daba poder. –Supongo que mereces saberlo…–informó.
> este niño, quiero matarlo.
–Más adelante te explicaré. –me dijo y yo solo lo miré con recelo.
–¡Quiero saberlo, ahora! –exclamé frustrada.
–No. –murmuró y sonrió de forma victoriosa.
Eché un gran suspiro, porque la verdad es que perder contra él es un suceso que se repite todos los días de mi existencia desde que me atreví a toparme en su camino.
–Supongo que no tengo opción…–dije.
Él sonrió victorioso, odio esa expresión de su rostro, quisiera borrársela con un puñetazo.
–El viernes saliendo de clases, haremos algunas compras previas para el sábado. –decidió sin cuestionarme nada.
–Entendido. –exclamé con un tono de enojo, deseaba que notara mi inconformidad y descontento a toda costa.