Capítulo 31. Vísperas de navidad

1555 Words
Christine Walsh. –Te ves pálida, ¿todo está bien? –me interrogó con severidad, Ariel ha sido mi amigo por años, conoce muchos de mis comportamientos. –No del todo, pero no deseo hablar de ello. –le dije, él asintió con la cabeza. –Ven, vayamos por aquí, encontré algo que te gustará. –con suavidad me tomó del brazo, sabía que el contacto leve era lo mío porque, si pudiera definir alguien que me conocía en todas mis facetas, esas personas eran sin duda mis amigos, paso demasiado tiempo con ellos día a día. –Está bien. –afirmé siguiéndole el paso. Llegamos al jardín, nos sentamos un momento ahí, había un hermoso cielo estrellado y, como es costumbre de los meses de octubre: la luna está más cerca de la tierra y, por lo tanto, luce más grande y enorme. –Pensé que no vendrías. –le dije. –No iba a hacerlo. –me confeso, mientras observaba a un punto lejano al vacío. –¿Y qué pasó? –Algo me decía que debía venir. –puso una sutil sonrisa. –Sí…–le dije y nos quedamos en silencio. Lex Maxwell No sé si era mi cumpleaños o el de Amber, porque no he estado ni un solo momento con mis amigos, solo nos la hemos pasado tomando fotos y fotos, en todas partes de la mansión y ahora… en el jardín. –¿Me estás escuchando Lex? –me interrogó Amber, yo… despabilé un momento, porque no podía sacarme de la cabeza haber visto a Chris dialogando con Jacob, me estaba dando un poco de jaqueca y tenía muchas ganas de preguntarle de que se había tratado su charla, además… tiré mi ponche al suelo cuando él se le acercó demasiado, de ahí… no pude ver más porque Amber me jaló del saco y me llevó a otra parte a tomarnos más imágenes. –¿Qué cosa? –cuestioné intentando coordinar mis ideas. –¡Tu esclava! –chilló, yo me irrité, no me gustaba la forma en la que se había referido a ella. –Chris…–le dije. –¡Ella, está con ese chico! –y apuntó el dedo hacia una distancia levemente lejana. Me detuve al panorama y tragué duro, se trababa de Christine y estaba con Ariel, su mejor amigo, no estaban haciendo nada malo, pero por alguna razón me sentí irritado, eso solo provocó que mi dolor de cabeza incrementara. –Se gustan, es obvio, hacen linda pareja. –dijo Amber en un tono de burla. –Dos ñoños. –afirmó. Por alguna razón, hoy en especial, los comentarios de Amber me están incomodando. Christine Walsh. Siento que con el pasar del tiempo me estoy volviendo más tonta y torpe, sobre todo estúpida, decir que mis actos se justifican con un: “Odio las injusticias” no sé si sea el mejor de los pretextos, pero admito que las palabras de ese chico de ojos oscuros contra el castaño alborotado habían provocado que mi sangre hirviera, porque honestamente no puedo creer que ese niño no tuviera un mínimo respeto por la amistad que habían cultivado en la infancia, sentí mucho coraje… por eso mentí y como consecuencia dije falsas blasfemias en mí nombre para intentar defenderlo y fue simplemente porque yo no soporto a la gente de su calibre, honestamente no sé si mis ideales sean justificación exacta y suficientemente congruentes para aliviar mi error tan grande ¿amarlo? ¿qué significaba esa palabra para mí? –Amor. – ¿amor de padre, de madre, de hermano? Solo ese tipo de amor conozco y solo ese me ha bastado, no necesito otra clase de “amor” porque ese “amor” no sé si es falaz, pero si engañoso, y no quiero enfermarme de él. ¡No lo amo! ¡No sé que significa eso! ¡Y no sé si es posible amar a alguien que abusa de mi libertad empeñada! No malinterpreten mis acciones, solo debía continuar el asqueroso juego en el que ese castaño me metió y, engañar a Jacob era el acuerdo en el que habíamos llegado previamente, no piensen bien de mí, porque soy escéptica y, solo creo en el amor de familia, cupido no existe para mí. Dios, aún recuerdo esa frase totalmente curso e innecesaria que tuve que musitar: “¡Ni todos los besos tuyos, podrán reemplazar uno solo de él!” de las blasfemias más terribles que he tenido que decir por culpa de Lex, por suerte eso tiene varias semanas y todo ha estado transcurriendo de forma tranquila en estos días. –¿Qué harás en las vacaciones de invierno? –me interrogó mi amiga Kitty, estábamos en el descanso tomando nuestro almuerzo, ya casi acabábamos. –Trabajar. –afirmé con desgano. –Trabajas demasiado, deberías tomarte un respiro. –me aconsejó. –Lo sé. –contesté. –Y créeme que yo también lo pienso, desearía tener un poco de tiempo para mí, para hacer cosas que me gustan mucho. –aclaré. –¿Qué te gustaría hacer con ese tiempo libre, Chris? ¿tienes planeado salir con alguien? –me interrogó Ariel quien, estaba ahí en la plática. Su cuestionamiento fue totalmente repentino. –No en realidad. –afirmé. –La verdad es que me gustaría pasar más tiempo con mí familia. –no mentía. Ariel me miró de forma extraña, me hizo sentir un poco juzgada, la verdad es que no tengo idea de que le sucede, luego… se fue. –¿Qué le pasa a Ariel? –le cuestioné a Kitty. Cuando se alejó me dijo… –Está celoso. –¿Celoso? –cuestioné sin entender. –Se le pasará. Tuvo un mal día en su club de artes marciales. –me recalcó. Habíamos prometido irnos juntos al salir de clase, por lo cual espero de todo corazón que para ese momento Ariel se encuentre mejor, no me gusta cuando hay cierta distancia entre nosotros. Salimos de clase. –¿Qué harán en navidad? –interrogó Kitty, ella siempre era buena para romper el hielo porque mi buen amigo seguía bastante callado. –La pasaré en casa con mi familia. –contesté emocionada. –¿Y tú Kitty? –pregunté de prisa. –Pasaré todas mis vacaciones en casa de mis abuelos fuera de Bristol. –expresó. –¿Qué? ¿Me dejarás? –cuestioné. –Tampoco quiero ir, pero no tengo remedio. –la vi encogerse de hombros. –¿Qué hay de ti, Ariel? –contesté. –También saldré de la ciudad, mis padres quieren pasar año nuevo en Londres con un tío que tengo ahí. –me informó. Y es así… como mis amigos se fueron de la ciudad garantizándome una navidad sin ellos. Las clases concluyeron, nos despedimos de la forma más fraternal posible y, después de ello los días comenzaron a transcurrir muy rápido. Esta fecha del año me gusta mucho porque me recuerda tanto a mí madre, ella amada la navidad y siempre nos incitaba a adornar juntos la casa y por supuesto el árbol, además de que… admito que para estas épocas del año la ventisca es sumamente suave y placentera, era una combinación de bellas emociones. Me dirigía al trabajo y mientras lo hacia sentía me dejaba deleitar por las luces de la ciudad y todo ese espíritu navideño que proliferaba en mí corazón para estas fechas y es en estos tiempos cuando me percato de que la herida que dejó la ausencia fortuita de mi madre aun hiere, arde y es un dolor que no se va, más bien… se aprende a vivir con ello. Hoy pasé una tarde de lo más agradable con mí familia, colocamos juntos el árbol de navidad mientras bebíamos chocolate caliente con malvaviscos y nos deleitábamos con galletas con chispas de chocolate. Convivir con mi hermanita y cantar villancicos juntos era de los detalles de la vida que más valoraba a mí corta edad. Amo la navidad. Llegué al trabajo, en estos días las ventas se elevan como espuma, había mucho ajetreo y demasiado que hacer, mientras laboraba me detuve a pensar un instante en que no me había topado con el castaño atolondrado, eso hacía más llevadera mi existencia. Él seguramente había salido de viaje o estaba pasando tiempo con su hermosa Amber, como sea… no debía prestarle demasiada importancia. –¡Nos vemos Chris! ¡Feliz navidad! –me dijo el señor Douglas. –¡Muchas gracias, igualmente que tenga una feliz navidad! –contesté con mí mejor sonrisa, él asintió con la cabeza y un segundo después salí del local. Estaba bien abrigada porque diciembre en Bristol es muy frio y, entre mis manos tenía una canasta con pan y galletas, me acerqué a mi bicicleta, mientras pensaba en lo difícil que sería moverme con todo ello… –Veo que no me extrañas…–murmuró una voz detrás de mí, en ese instante sentí que muchas cosas se desboronaron, que mi quimera de felicidad disfrazada se opacaba con su presencia. –Lex. ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? –pensé lo peor, mi mente no podía evitar imaginar que estaba a punto de pedirme alguna cosa estúpida que tendría que acatar y lejos de ser amable, estaba siendo tosca con él.
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