Chris Walsh.
Estaba metida en una situación de alto riesgo, exactamente no puedo asegurar lo que está sucediendo, solo puedo afirmar que Lex está muy cerca de mí y que, me siento totalmente incapacitada a alejarlo de mi cuerpo, estoy inmóvil y absorta.
No estoy segura, pero siento que está rompiendo la distancia poco a poco. ¿Debía cerrar los ojos o empujarlo y salir corriendo del lugar?
–Vaya… qué hermosa pareja de enamorados. –exclamó una voz que no provenía de ninguno de los dos, ambos posicionamos la mirada hacia el llamado y, nos encontramos con una sonrisa socarrona y odiosa: Jacob Sallow. –Disculpen la interrupción, supongo que, estaban en medio de algo importante. –murmuró con un tono sarcástico.
Y honestamente esta situación se notaba bastante comprometedora a ojos ajenos, es decir, Lex sin playera acorralándome contra el auto, tan cerca de mí; ciertamente nos veíamos como un par de adolescentes con las hormonas a tope, quise alejarme porque sentí como repentinamente mi temperatura se elevó y mi rostro enrojeció, pero Lex… me lo impidió, posicionó ambos brazos a mis costados con el fin de impedir que yo pudiera apartarme y, me lanzó una mirada tan feroz que, sentí por un momento que el piso bajo mis pies vibró un poco: conozco ese gesto suyo, porque estar tanto tiempo con él provoca que vaya conociéndolo más y sé cuando intenta poner autoridad entre los dos.
–¿Te importaría Jacob? Estoy con mi chica. –exclamó con mucho desdén, claramente se escuchaba irritado, como si en verdad le enojara que ese chico nos hubiera “interrumpido”, luego, me sujetó del mentón como si estuviera amenazando con besarme sin importarle en lo más mínimo que ese molesto chico de cabello azabache estuviera ahí mirándonos. Me acaloré más, sus ojos sobre mí, figuraban tan profundos que quedé inmóvil.
–Por supuesto, no te culpo, si yo estuviera en la misma situación que tú tampoco dejaría ir esta oportunidad de estar a sola con ella… es bellísima. –afirmó y sentí que pese a que Lex me cubría con su cuerpo Jacob me recorrió con la mirada, eso pareció enfurecer terriblemente al castaño. –Te veo en la cancha. –salió a la brevedad, solo había venido a molestarnos, solo percibí como Lex siguió su trayecto hasta cerciorarse de que ya no estaba cerca de nosotros.
–Maldito seas…–exclamó entre dientes y luego… sujetó su camisa, la cual, por cierto, ya estaba lista, entonces… se la puso de prisa, se notaba tan encabritado y furioso que, no me atreví a decir nada, porque sé que cuando se pone de esa manera es excesivamente odioso
Sin más tiempo que perder caminábamos hacia el campo de futbol cuando a lo lejos vi las siluetas de ambos equipos calentando, entonces… una idea que no había cavilado con anterioridad me asaltó en esos momentos.
–Espera. –exclamé deteniendo fortuitamente el paso.
–¿Qué sucede? –cuestionó Lex totalmente desconcertado.
–¿Qué dirán los chicos de tu equipo cuando te vean conmigo? Ellos claramente me conocen y saben que yo no soy tu novia. –conferir ese pronombre me daba urticaria.
–¡Te preocupan pequeñeces! –minimizó.
–¿Pequeñeces dices? ¡Es importante! ¡Sobre todo por mi reputación! –chillé porque a veces considero que es demasiado egoísta conmigo.
–Ya hablé con ellos, no dirán ni una sola palabra. –me dijo intentando tranquilizarme con ello.
–¡¿Y no te dijeron nada al respecto?! –indagué porque realmente esta situación me sorprendía demasiado.
El castaño odioso y detestable solo se limitó a encogerse de hombros.
–Nos conocemos bien, ellos saben mis razones, la mayoría de ellos son mis amigos desde la infancia. –aclaró.
Yo rodé los ojos.
–Eres increíble, es decir, manejas con tanta calma esta situación. –reclamé. –Sí en la escuela se enteran dirán que soy…–me quedé callada, es angustiaste, de verdad me interesa cuidar mi reputación.
–¿Qué? ¿Tienes miedo de que Ariel se entere? –me interrogó.
–¿Ariel? –alcé la ceja, porque a qué venía conferir ese nombre en esta circunstancia.
–¡Olvídalo! –me regañó. –¡Nadie se enterará, por mi cuenta corre! –aseveró con absoluta seguridad y, entonces… vi una enorme seriedad invadir su semblante de forma tan abrupta que… comenzó a caminar de prisa dejándome atrás porque honestamente estos tacones me dificultaban el paso, vi su espalda y cómo esta se alejaba de mí… luego, se llevó el cabello hacia atrás, creo que estaba teniendo conflictos internos, se giró y, caminó directamente hacia mí, después… entrelazó sus dedos con los míos, esa acción me desconcertó, pero… también entendí que la “actuación” debía comenzar.
Nos aproximamos a la cancha y entonces… su equipo exclamó al unísono:
–¡Al fin! Llegas tar…–por alguna razón desconocida a mí… todos guardaron silencio.
Lex me soltó de la mano y después de fruncirle el ceño a sus compañeros, se volteó hacia mí, me susurró al oído…
–En esta ocasión, necesito que seas más efusiva con tus “sentimientos” por mí–me acarició el cabello y llevó un mechón detrás de mi oreja con mucha suavidad, sentí que me ericé un poco a ese contacto.
–Solo quiero golpearte y salir corriendo de aquí, Lex. –le confesé también.
Él echó una leve risita, mi declaración le causaba mucha gracia.
–Lo sé, pero eso tendrá que esperar. –me guiñó el ojo y besó mi mejilla con suavidad.
> esa frase se repetía interminablemente en mi mente, mientras él intentaba ser “tierno” porque confieso que, cuando se inmiscuye en su papel de “novio” se convierte en una criatura extremadamente “encantadora” todo un maldito “seductor”.
Retrocedí un poco, era una acción totalmente espontánea a su cercanía, pero él… me sujetó de la cintura, sentí sus tibias manos recorrer mi piel, porque esa prenda que yo llevaba puesta era corta, luego, me sujetó del mentón…
–Tranquila. –me susurró.
–¡Lex! –exclamó su entrenador levemente cabreado.
–¡Solo quédate aquí! –me aseguró y se fue.
> pensé al contemplar como su espalda se alejaba prontamente de mí.