Christine Walsh
Esto cada vez se está complicando más, esta estúpida contienda se está convirtiendo en un infierno, he tratado de manejar esta quimera absurda de la mejor forma, pero todo se está saliendo de control.
Ese maldito niño castaño había profanado mis labios esa noche, había dejado el sabor de los suyos impregnados en los míos de forma irremediable ¡¿Qué de todo esto podría estar bien?! ¡Nada! ¡Nada maldita sea! Y lo peor es que… me había quedado con tantas ganas de golpearle su preciosa cara por su descaro que, no pude hacerlo y eso se debió a que quedé totalmente congelada y absorta a él y sus hábiles movimientos. No supe reaccionar, todo fue muy rápido, mi cerebro se alentó. Incluso llegué a pensar que… estaba soñando, sí… teniendo una feroz pesadilla.
¿Desperté? La verdad es que no había logrado conciliar el sueño, me sentía agotada mental y físicamente y lo peor es que esa maldita escena se había atorado en mis pensamientos, no cesaba de reproducirse una y mil veces ¿¡Qué no había sido suficiente soportar sus órdenes estúpidas?! Al parecer, Lex es mi verdugo en esta existencia mortal.
Llegué a la escuela, callada y absorta, estoy de pésimo humor y, camino como una muerta viviente a través de los pasillos, siendo lo último que deseo… toparme con ese niño estúpido.
Entré al salón y me senté en mi sitio sin conferir nada.
–¡Chris, buenos días! –exclamó Kitty llena de entusiasmo, ni siquiera me inmuté de su llamado. –¿Chris? –cuestionó acercándose más a mí, seguía ignorándola, pero no era al propósito, más bien... mis pensamientos estaban en saturnos, atorados en una horrible escena que no bastaba de girar dentro de mi cabeza.
Un barullo matutino comenzó, un retumbar que iniciaba en la entrada del salón.
–¡Buenos días Lex! –escuché a lo lejos conferir a algunas compañeras.
Sentí que mi cuerpo tembló de pánico y miedo, estoy lenta, mis músculos se mueven con dificultad, no lograré huir a este paso.
–¡Buenos días Chris! –chilló una horrenda voz, el tono de mis pesadillas, el jinete de la muerte.
No lo miré, no podía toparme con su horrible rostro, porque si lo observaba me toparía con sus labios y, solo recordaría más nítidamente esa escena, no saben lo mucho que tuve que lavarme la boca para intentar borrar algún indicio de él, aún lo intento, cuando me cepillo los dientes lo hago con mucho vigor y por largo rato. Solo me desgastaré el esmalte dental y la sensación de él no se esfumará.
Ignoré su llamado, porque lo único que deseaba era molerlo a golpes. Me mantuve callada, mirando el pizarrón y luego, mi libreta de notas, nada más.
Para mi maldita suerte, debía ir al cubículo de consejo estudiantil a completar mis deberes. Entré de forma discreta, sin la intención de llamativa, deseaba pasar desapercibida, me senté y me dispuse a trabajar tan rápido como pudiera, para salir de ahí lo más pronto posible.
–¡Hey, Chris! –llamó ese hiperactivo niño al verme, estaba asqueada, lo último que deseaba era corresponder a su saludo. –¿Chris? –se acercó insistente. –¿Chris? Te estoy hablando. –insistió.
–¡¿Qué quieres?! –cuestioné enojada, harta de su insistencia.
–¿Qué te pasa? –interrogó confundido y sin entender mi comportamiento agresivo.
¡¿Qué que me pasa?! ¿¡Cómo se atreve a cuestionar algo así?!
–¡Nada que lograras comprender! –farfullé entre dientes.
–¿Estás molesta por lo de la fiesta? –preguntó de forma tan directa que, al mencionarlo volví a percibir como el momento se figuró de forma oportuna en mi cabeza.
> mi irá se acrecentó.
No contesté nada en voz alta, todo esto era culpa mía, no debí meterme con él, no debí apostar, ni jugar a ser fuerte y aplastante. Solo me limité a mirarlo de mala manera.
–¡Vamos! ¡Exageras! ¡No es para tanto! –intentó minimizar, eso solo provocaba que mi sangre hirviera aún más. –¡Fue un simple beso! –argumentó en voz alta, y unas nauseas tremendas se apropiaron de mi existencia, luego… apreté el puño con mucho vigor, me estaba conteniendo a golpearlo. –Estás dramatizando, no es como si haya sido tu primer beso. –rodó los ojos y luego… se echó a reír.
Bajé la mirada, un aura oscura se desprendía de mí, no tenía caso discutir con él, sentí que de alguna forma me estaba hiriendo con sus palabras, me percibí tan incómoda, quería salir de ahí.
–Espera… no me digas que… –comenzó a balbucear, su horrible boca estaba abierta de la impresión, quizás había recordado algo importante de tantas cosas que le he dicho sobre mi falta de creencia en el amor de pareja, o el hecho de que jamás he tenido un compañero sentimental como él está acostumbrado, no importa que circulaba en su mente, le estaba provocando un corto circuito. Lo vi retroceder impactado, chocó contra su pupitre, quizás dentro de esa mata castaña si hay al menos, un par de neuronas que aún funcionan. –¿¡Ese fue tu primer beso?! –cuestionó en un grito.
Mi sangre ardía de enojo.
–¡¿Y qué, si te digo que así fue, idiota?! –bramé furiosa.
–¡Maldición, maldición, maldición! –se llevó el cabelló hacía atrás y tiró de él con vigor. –¡Perdón Chris! –ahora se veía realmente desesperado y arrepentido. –¡No fue mi intención robar tu primer beso! –chilló.
–¡Cállate! –regañé. –¡¿Quieres que toda la escuela se entere?! –lo reprendí haciendo un ademán de que guardara silencio.
Se acercó a mí y se puso a mi altura.
–De verdad lo siento. Yo no sabía… fui un idiota. –se veía afligido y totalmente arrepentido, incluso me atrevo a decir que, estuvo a nada de arrodillarse y suplicar misericordia.
Rodé los ojos, admito que si se le notaba atosigado.
–Tranquilo. –apacigüé sus lamentos. –Digo, igual y eso del primer beso me tiene sin cuidado, realmente solo perdí algo que no me importa mucho obtener. –me encogí de hombros y minimicé la situación con la mano.
Vi a Lex fruncir el ceño, como si mi afirmación le impactara de sobremanera, como si le sorprendiera el hecho de que de verdad afirmara que algo de ese tipo me valía muy poco, fue un poco raro, pero es verdad.