Capítulo 28. "Terminamos"

1432 Words
Christine Walsh. Las cosas se complican en mi existencia, a veces… me pongo a discernir si en verdad el contenido dentro del sobre vale tanto la pena como para continuar soportando los desfiguros que hago día a día por Lex. Hago tanto para no develar su contenido, lucho a contracorriente y con capa y espada, lo valoro como una loca, pero sentía tan lejana mi libertad para alcanzarla, mi anhelada libertad se suscitaba tan lejana e imposible, pero cada vez que conjeturaba esta situación me percataba de que dejar de luchar significaría como… traicionarme a mí misma, sí, eso era, cuidar mi secreto no solo se trataba de su contenido, sino de mí misma… de mi vulnerabilidad, de protegerme frente a la enormidad de este mundo. No quería rendirme, odio que me tachen de ser una perdedora o una mediocre, pelearía en el campo de batalla hasta que las fuerzas huyeran de mis manos, además… no quería perder frente a él, me juzgaría y se burlaría de mí, no quería contemplar una sonrisa llena de mofa en su “bello” rostro causada por mi derrota, pero siendo honestos esto es una locura… ¿cómo la humillación a la que soy expuesta podía generarme al final de esta odisea un poco de satisfacción? No lo sé, aún no entiendo del todo como funciono, o cómo funciona el espíritu humano. ¿Valdrá la pena tanto esfuerzo, tanta denigración? No lo sé, esa es la verdad, tendré que intentar llegar al final para poder conocer si tanto valió la pena o sí… solo fue una pérdida de tiempo. Llegué a la escuela, de pronto vi una hermosa muñeca descender de un lujoso auto color plata, se trataba de la bellísima Amber, sonreí emocionada, porque cuando ella está aquí Lex se vuelve más manso y deja de prestarme tanta atención y, por lo tanto, su continuo hostigamiento desciende. Sonreí, eso elevaba al máximo mi ánimo. Me topé con Ariel en la entrada de la escuela –Buenos días. –le exclamé con una sonrisa, él me devolvió el gesto y entramos juntos a través de la alta fachada. –¿Por qué estás tan de buen humor hoy? –me interrogó. –Nada más. –me encogí de hombros. Debía ir al cubículo de consejo estudiantil a buscar una libreta de notas que dejé ahí días antes… –Pronto será el cumpleaños de Lex Maxwell. –exclamó una chica, seguramente era de primer año. –¿Cuándo es? –preguntó otra. –La quincena de octubre. –respondió totalmente orgullosa de conocer esa fecha. > pensé, y luego… sacudí mi cabeza, espero que esa fecha estúpida e innecesaria no se quede pegada en mi memoria. Decidí alejarme de esas niñas, no debía importarme sus planes o lo que platicaban. –Maldición. –murmuré porque…. La fecha se había pegado en mi mente de forma irremediable, incluso me había dado a la tarea de contabilizar los días que faltaban para que llegue y el día en el que se efectuaría semejante acontecimiento. Las clases acabaron y justamente ahora me encuentro en el cubículo de consejo estudiantil. –¿Qué te pasa? Sé que no me soportas, pero hoy te noto menos tolerante a mí existencia. –me reclamó Lex porque me veía hacer gestos de enojo a cada instante y rodar los ojos totalmente fastidiada. > me cuestioné internamente, nada bueno… me podía pedir una tontería estúpida como pretexto, me tiré de los cabellos. –¿Estás bien? –volvió a cuestionarme. –¡Lo estoy! –afirmé irritada. > pensé internamente. –Oye Chris… –exclamó y lo vi jalarse la corbata del uniforme. –El quince de octubre es… Ni siquiera lo dejé terminar de hablar. –¡¿Tienes que recordarme que es tu cumpleaños?! –le cuestioné irritada. –¿Qué? ¿Cómo sabes que es mi cumpleaños? –me preguntó totalmente sorprendido. > me maldije, otra vez esta estúpida personalidad tan ansiosa mía. –Ahh…–abrí la boca, pero ya no podía remediar anda de lo que había salido de mis fauces. –¡Bien! ¡Si lo sabes las cosas son más sencillas! –afirmó con una sonrisa cómplice. –¡¿Qué rayos quieres ahora?! –me quejé. –Es sencillo… –Nada contigo es sencillo, Lex. –debatí y él, sin escucharme me extendió un papel muy elegante. –¿Qué es esto? –cuestioné. –La invitación a mi cumpleaños, papá siempre me obliga a hacer una fiesta. –me aseguró. –Ve por favor. –me pidió con bastante amabilidad, técnicamente por la forma en la que hablaba dificultaría la solicitud, pero se trataba de Lex, lo odio, claro que le daría guerra sin dudar. –¡Ni loca! –exclamé. –Te gusta intentar ser renuente, ¿cierto? No me hagas obligarte. –me exclamó con un gesto socarrón. Era yo la que se veía ridícula intentando creer que podía declinar semejante petición absurda. Tomé el trozo de papel en letras doradas y relieve fino y lo introduje en la bolsa de mi uniforme, no sin antes hacer un acostumbrado puchero en el que remarcaba que estaba inconforme con la situación. –Tienes que ir, porque… irá Jacob Sallow. –me informó. Lo miré confundida, en mi rostro había un gesto lleno de terror, totalmente pálida y a punto de echar un alarido. –Pierde cuidado. –me aseguró. –Amber estará presente. –me regaló una sonrisa. –Esta vez, no te torturaré…–me informó. Eso me tranquilizó un poco. –Tranquila. –me dijo acercándose a mí, ese rompimiento de distancia como cuando fingíamos ser pareja. –Ya sé que te gusta fingir que eres mi novia. –me susurró cerca, su aliento levantó un poco mi cabello y el halo llegó hasta mi oreja en forma de una suave ventisca. –¿Es una broma? –alcé una ceja alejándome un poco de él. –No sé que es peor… seguir tus órdenes todos los días, o tener que fingir ser tu novia. –recalqué. –¡Lo sé! ¡No me soportas! –exclamó. –Además… es mejor que Amber asuma el papel que le corresponde. ¿No crees? –Por supuesto, además… es irremplazable. –me dijo, se notaba un poco enojado, pero yo no entendía la razón… –¡Por supuesto! ¡Ella es totalmente tu tipo de chica: bonita y, divertida! –afirmé, no hablaría de su inteligencia, porque sinceramente esa chica no es la más astuta que conozca, pero sí la más hermosa. –¡Es exactamente el tipo de chicas que te gusta tener cerca! –reclamé. –¡Exactamente! ¡No es amargada ni enojona! –expuso. –¡Qué bueno que es tu novia! –afirmé apretando los puños con fuerza. –Jacob Sallow, se morirá de envidia. –rodé los ojos y le di la espalda, saldría de ese sitio tan inhóspito. –Por cierto…–me llamó, ya sabe que me iría, siempre que discutíamos terminaba yéndome de ahí. –Le dije a Jacob que tú y yo… “terminamos” te hice quedar bien, le aseguré que fuiste tú la que me botó y que, ya no quieres saber de mí, que te hartaste. –Ojalá de verdad pudiera hacer eso…–exclamé. –Se notó muy entusiasmado por la noticia, quizás intente acercarse a ti. –yo ya había emprendido la marcha cuando lanzó esa última afirmación. > me pregunté mientras caminaba punto contrario a donde lo había dejado a él. Llegué al trabajo y, mientras pesaba los ingredientes para lo que tenía que elaborar hoy… recordaba la discusión que había tenido con Lex en el cubículo de consejo estudiantil, sentía sus palabras resonar una y otra vez en mi cabeza como un maldito martillo que golpea un yunque, quería golpearlo, pero no podía hacer algo así… –¡Estúpido niño castaño, estúpidos hombres! –reclamé mientras aporreaba la masa que estaba preparando para unos baguettes que hornearía pronto. –¡Cómo si él fuera perfecto! –chillé totalmente indignada. –¡Por eso no me voy a enamorar nunca! –afirmé, porque no permitiría que nadie recalqué mis debilidades como terribles defectos. Toda la escuela hablaba de la emocionante fiesta de Lex y en que pronto se celebraría.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD