Capítulo 29. Fiesta de cumpleaños

1303 Words
Christine Walsh. –¿Irás al cumpleaños de Lex, cierto Chris? –me cuestionó Kitty. –Tengo que ir…–refunfuñé entre dientes. –¿Te obligó? –me interrogó mi amiga. ¿Kitty sabía algo del trato que había hecho con Lex? Puse una cara de pánico, porque he procurado ser bastante discreta con ese tema. –¿A qué te refieres? –cuestioné con temor. La vi encogerse de hombros. –Ser la vicepresidente de Consejo estudiantil debe ser muy agotador, la verdad es que nunca creí que le hicieras caso a Lex en las cosas que te pide. –me dijo, esta niña es tan suspicaz a pesar de parecer atolondrada. –Es muy pesado…–me quejé echando un respiro y, me estiré sobre la silla en donde estaba sentada. –El puesto es muy abrumador. No le había confesado a Kitty la apuesta con Lex, ella no tenía idea de nada, me hacía sentir un poco mal porque se trataba de mi mejor amiga, pero también era una situación que me generaba bastante vergüenza y prefería cargarlo sola. –¿Qué te pondrás? –me preguntó, ahora… caminábamos para ir a nuestras casas, ya se habían ido varios de nuestros compañeros y el sol había bajado un poco a tonos naranjas y ocres. –No sé. Lo que encuentre. –me encogí de hombros, supongo que como esta vez no le seré de utilidad a Lex como “novia” no tendré un atuendo seleccionado por él, menos mal… –¡Eso sí que no! –chilló Kitty. –¡Tienes que verte bellísima! –¿Con qué propósito? –le interrogué sin entender y entonces, alcé la ceja. –Con el único de que, eres la vicepresidenta de consejo estudiantil, debes verte bien. –me dijo. No me convencía demasiado, pero había puesto un gesto tan convincente que, no quise romper la magia. –Está bien, nos pondremos preciosas. –le guiñé el ojo y la vi pegar pequeños brinquitos de emoción. Los días pasaron, la novedad del colegio era la fiesta de Lex, todos irían, al parecer… nadie quería faltar a ese evento. Ese día nos arreglamos juntas Kitty y yo, nos pusimos hermosas y, mi vestimenta era muy diferente a la que Lex acostumbraba a dejarme, porque él siempre procuraba que la ropa fuera corta o escotada y en esta ocasión era más discreta, eso me hacía sentir cómoda y al mismo tiempo me percibía muy conforme con cómo me veía. Llegamos al sitio juntas, había pasado su brazo con el mío. Ya conocía la mansión de Lex, pero debo admitir que adornada era como un hermoso castillo de alta clase, estaba fascinada por la elegancia y el montón de comida que había, toda la escuela estaba ahí, podía ver a todos correr de un lugar a otro y echar tremendas risas y carcajadas. –¡Mira quien está ahí! –señaló mi amiga en un emocionado argumento. –¿Ariel? –cuestioné buscando con la mirada, porque quería pasar el rato con mis dos mejores amigos. –¡No! ¡El festejado, vayamos a saludarlo! –añadió ella jalándome con fuerza, estar unidas de los brazos no había sido buena idea, me arrastró hasta la presencia del príncipe Lex, es decir, del odioso de Lex. –Espera Kitty. –intenté defenderme y poner fuerza en los pies para que no lograra moverme, pero mis zapatillas resbalaron contra el piso y terminé frente a ese niño odioso. –¡Lex! ¡Muchas felicidades! ¡Excelente fiesta! –argumentó efusivamente Kitty y yo en ese instante me cuestioné: ¿desde cuándo eran tan íntimos? –¡Muchas gracias! –sonrió emocionado. –¿Chris? –cuestionó dirigiéndome la palabra porque yo, me había apartado un poco procurando que no me mirara, Kitty se movió y me empujó hacia él como la amiga traidora que esta figurando ser. –¡Sabía que vendrías! –se notaba muy entusiasmado por mi presencia, ¿y es que acaso tenía planeado encargarme algo en pleno evento? Esperemos que no. –Sí bueno… no me quedaba de otra, ¿recuerdas? –alcé ambas cejas y se lo murmuré en voz tenue para que solo él lo escuchara, ¿me va a decir que no memorizaba que prácticamente me había obligado a estar en su mugrosa fiesta de cumpleaños? –Tú me orillas a recurrir a estas tácticas. –me susurró con un tono socarrón y ronco. –Si fueras más obediente, las cosas fluirían mejor entre nosotros. –me dijo con una sonrisa, yo le puse mi clásica mueca feísima. –Como sea… ¿no vas a felicitarme? –dio un paso hacia mí. –Muchas felicidades. –exclamé entre dientes. –Vamos, no seas tan fría, es mi cumpleaños, un abrazo me vendría bien. –exclamó, se notaba un poco ansioso, me puse nerviosa cuando sentí que se aproximaba a mí. –¡Alexander! –escuché una voz chillona detrás de mí, eso le hizo detenerse de forma abrupta y deliberada y, lo vi hacer un gesto de… ¿frustración? Eso fue un poco extraño e inesperado en él. –Tengo que irme Chris, el abrazo podría ser después y a solas… –afirmó dándose la media vuelta para ir a atender a su hermosa princesa pelirroja. Lo observé irse, se veía un poco desesperado e inquieto, llegó con su hermosa “lady” y, se posicionó junto a ella mientras posaban para unas fotografías, Amber lucía hermosa, era como una bella flor en su apogeo máximo de grandeza y Lex, era justo para ella, ambos se veían perfectos juntos, como una pareja totalmente destinada a compaginar en suma hermosura y magnificencia, no pude evitar quedarme contemplando esa escena tan peculiar, incluso… los vi besarse, ladeé la mirada ante ese gesto de amor entre ellos, porque una escena similar se suscitó en mi cabeza, solo que mi no me había rozado con dulzura, sino más bien con tosquedad, ¿cómo me hacía sentir eso? No estoy segura. –Se ven bien juntos. –me dijo una voz a mi lado, no sé en que momento Kitty se había perdido de mi vista y en este momento me encuentro dialogando con un demonio, Jacob Sallow estaba a mi lado, admirando la misma escena que yo, pero con el gesto de un semblante diferente al mío. –Jacob, ¿Qué tal? –intenté disimular mi expresión. –Hola Christine, hoy debe ser mi día de suerte…–sonrió de manera perversa, yo solo lo miré con escrutinio. –No es costumbre encontrar a una chica tan bella sin compañía y en el cumpleaños de su ex novio, ¿debo suponer ahora que son mejores amigos? ¿Qué debía de contestarle a este pequeño pillo sin que me metiera en problemas? –No… –le dije con un tono firme. –Lo que debes de suponer es que mi situación no es de tu incumbencia. –lo miré de forma retadora, con firmeza y severidad. –¡Qué chica tan difícil! ¡Eso solo incrementa tu encanto! –afirmó en una sonrisa. –Entonces… ¿no me permitirás decirte lo bella que luces esta noche? –expuso con picardía. Y lejos de gustarme su halago, me incomodaba. –¿Por qué no vas a quemar tus bonitas palabras con otra chica? Hay demasiadas en el lugar. –le dije intentando soltarme de sus garras perversas. –Hablas como si fueras cualquier chica, Christine. –Soy cualquier chica. –le informé a ese niño presumido. –La primera que me rechaza. –añadió con una perversa sonrisa, como si eso le divirtiera, yo no deseaba tener su atención… de hecho, preferiría que me ignorara, tragué duro… creo que esta noche será larga y complicada.
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