Capítulo 38. ¿El amor tiene precio?

821 Words
Chris Walsh. Había muchas cosas que no logro comprender aún… Subimos al auto, había mucho silencio, traté de imaginas cosas imposibles… –¿Tienes que comprarle algo siempre en días importantes? – le pregunté a Lex, había sido un comentario que surgió de forma automática. –Mañana es catorce de febrero. –me respondió, yo fruncí los labios a esa respuesta, porque… no sonaba para nada convincente. –¿Y qué con eso? –volví a interrogar. –Tengo que darle algo…–justificó. –Como símbolo de mi amor…–me explicó. –Unos zapatos rojos de diseñador. –porque eso habíamos comprado. –¿Esa es la única forma de demostrarle cuánto la quieres? Deseaba entender muchas cosas, porque siempre notaba a Lex totalmente esmerado en regalarle cosas materiales y honestamente, casi nunca los veo pasar tiempo juntos. –Bueno… más que representar mi amor, es un detalle. Supongo que recordar esa fecha y esmerarme en darle algo es el verdadero significado del catorce de febrero ¿no? –me cuestionó finalmente, me encogí de hombros, si yo le estaba preguntando es porque no entendía muchas cosas. –Si el detalle es lo realmente importante; ¿Por qué no puede ser una carta… o quizás unas flores, chocolates? –le expuse. –¿Por qué debe ser algo tan costoso? ¿Mientras más caro sea significa que la amas demasiado? Porque si de eso se trata entonces… el amor tiene un costo y quien no pueda pagarlo no podrá amar, ¿no es así? –no quería ser tosca o grosera, pero sí deseaba entender muchas cosas con referencia al amor de pareja que yo no lograba saborear y que menos discernir. Lo noté quedarse totalmente absorto y callado a mis pensamientos que había vomitado en voz alta, no quería hacerlo sentir mal, aunque Lex no me agrade no deseaba juzgar sus sentimientos, quería entenderlos, lo cual es diferente, es la única persona que tengo cerca con pareja, y por ello deseaba indagar un poco más teniéndolo a él como referencia. Giré mi mirada hacia la ventana, creo que no debí exponer lo que corría en mi mente, pero ya había sido muy tarde… Lex Maxwell. > quería contestarle a Chris, la verdad es que yo tampoco sabía con certeza de qué se trataba el amor. La vi observar a través de la ventana, estábamos lejos aún de su casa, así que… esto llevaría un tiempo, sin prisas me introduje en un recuerdo. Era mi tercer mes de novios con Amber, escribir no se me da bien, pero tenía muchos sentimientos que no deseaba que se escaparan de mi cabeza y por ello… los escribí en forma de carta, me sentía sumamente efusivo de poder expresarle a Amber lo que me causaba en papel y estaba totalmente seguro de que ella se sentiría igual cuando leyera lo que le había preparado con tanto esmero. Esa noche, la llevé a cenar a un lindo restaurante, le pedí un arreglo de fresas con chocolate porque sé que es su postre favorito, también, un inmenso ramo de rosas en tono rosa porque esas son sus favoritas y dentro de dicho ramo estaba la carta. Deseaba ser detallista, atencioso, pero lo que realmente añoraba era verla sonreír de oreja a oreja. Me sentía un poco decepcionado al percatarme de que nada de todo lo que había planeado estaba funcionando para obtener mi cometido… Amber tenía una sonrisa leve en su rostro, eso me tenía totalmente confundido y al borde de la desesperación. Al terminar nuestra velada romántica, le di su último obsequio… se trataba de un exclusivo bolso de diseñador que había sido preparado para ella y, fabricado por un nombre reconocido en el mundo de la moda. –Bolso único en su especie y existencia. –, entonces… cuando abrió la enorme caja pude contemplar con suma certeza cómo sus hermosos ojos jade se abrieron de par en par, su mirada se iluminó y su sonrisa emergió más flamante que nunca, cegadora… hipnotizante, me sentí totalmente dichoso de poder contemplar a la chica de la que estaba enamorado emitir tan magníficos gestos, entonces… comprendí lo que a Amber le hacía feliz, entendí totalmente las cosas de las que debía llenarle si yo quería ser nuevamente un espectador de ese radiante mohín de su angelical rostro, entonces… continué llenándola de obsequios con alto costo, porque provocaba la más bella de las sonrisas en ella. Si mi chica quería unos costosos tacones rojos de diseñador para día de “San Valentín” entonces, los tendría sin lugar a dudas. Cuando terminé ese recuerdo… ya había llegado a casa de Chris, de prisa se bajó del auto, se despidió con torpeza de mí, creo que ni siquiera pude corresponderle apropiadamente. Me aseguré de que entrara a casa y partí de ahí… me había dejado con los pensamientos hechos un gran caos.
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