Capítulo 12. Disculpa forzada

1205 Words
El día terminó, no me atreví a pisar el cubículo de consejo estudiantil hoy, me fui directo al trabajo. Estaba muy nerviosa, sé que estoy metida en graves problemas por mi comportamiento y honestamente no me arrepentía de mis acciones, lo que me pesaba era lo que estas podrían causar. Esa constante impaciencia de la que hago gala y ese terrible comportamiento impulsivo me van a dejar en la ruina, debería aprender a controlar este temperamento, pero no puedo. Al día siguiente, en clase… Lex tenía un gesto muy severo, callado y taciturno. No había llegado tarde como por lo regular pasaba, tampoco se veía tan animado como en otras ocasiones, eso solo me hizo conjeturar lo peor. Me sentí aún más ansiosa que de costumbre y sin deseos de confrontarlo. El día pasó lento y se sintió tan infinito que, deseaba que se acabara lo más pronto posible. El timbre sonó, sujeté mi mochila con apuro y me dispuse a salir del sitio a la brevedad, escuché entonces como alguien se aproximó, posicionándose detrás de mí. –Christine. –me sujetó del brazo sin lastimarme. Dios, era tan rápido y perspicaz que, me dejó helada, solo alcancé a contener el aliento. –Te quiero en el cubículo de “consejo estudiantil”, ahora. –entonó, el tinte de su voz me dejó perpleja ante mis movimientos, estoy segura de que sabía que estaba a punto de escaparme, que listo fue y yo… tan lenta. Tragué saliva ante esa afirmación tan contundente y sin afán de llevarle la contra en lo absoluto me dirigí directo hacia el destino que me había impuesto. > fue lo único que alcancé a pensar mientras apretaba los párpados, pero… no huiría de él, ni de la loca de su novia, con esa idea final decidí encaminarme hacia el patíbulo; es decir, al cubículo. Entré a la sala de consejo estudiantil, se percibía frío y tan sombrío que sentí algo recorrer mi espalda en ese instante. Lo escuché entrar y percibí cómo cerró la puerta detrás de sí, en ese momento pensé que este niño estaba a punto de cometer algún tipo de homicidio por la forma tan silenciosa en la que se movía. –Christine. –me llamó y me giré hacia él. > pensé, hoy no se le dio por pronunciar mi “apodo”, está severamente iracundo; sin embargo, no me atreví a conferir nada, lo dejaría hablar y verter su ira sobre mí porque… Amber estaba ahí con él. Tenía un moretón en la mejilla y el labio roto, yo hice un gesto… mi golpe no había sido tan fuerte ¿o sí? Podría jurar que parte de ese enrojecimiento y esa mirada tan lastimera que tiene puesta es solo una maldita actuación. –Quiero saber… –suspiró profundo, como si fuera un dragón a punto de echar una bola de fuego. > pensé nerviosa, mientras observaba a la hermosa niña poner un gesto triste y melancólico. –¿¡Porqué rayos te atreviste a golpear a Amber!? –me cuestionó, al menos reconozco que es bastante directo. –Yo… –tragué duro, este era mi momento de defenderme, pero no lograba coordinar mi hablar ni mucho menos mis pensamientos, todo estaba enmarañado dentro de mi cabeza, solo movía mis ojos de un sitio a otro como si de esa forma intentara encontrar una solución. –Yo…–volví a murmurar. Lex solo me miraba con enojo, sus “bellos” ojos en tonalidad esmeralda se notaban inyectados en sangre. –¡Contéstame! –exclamó y no me atreví a decir nada, solo eché un respingo ante su reprimenda. –¡Pídele una disculpa a Amber! –me exigió. > pensé en mi cabeza, ¿estaba demente? ¡Yo no tenía la intención de disculparme con ella! –Jamás. –dije. –Ella fue la que me agredió primero con sus palabras. –Yo solo te pedí de forma amable una botella de agua. –se atrevió a mentir esa dulce muñequita, el tono de su voz hacía pensar que se trataba de una dócil y dulce niña indefensa, solo estaba engañando a Lex ocultando su verdadera personalidad. –¡Mentira! –le dije. –¿¡Estás insinuando que Amber miente?! –vociferó Lex aún más enojado. –Sí. –añadí firmemente. –¡Yo no miento! ¡No tendría por qué hacerlo! –se quejó ella. –¡Yo tampoco! –rebatí. –Ni siquiera quiero tener algo que ver contigo. –le dije. –Pero fuiste muy grosera y yo no tenía por qué soportar tus insultos. –Entonces… admites que me golpeaste. –alzó la ceja. –¡Jamás negué que te golpeé! Pero… –¡Discúlpate con Amber Christine! –añadió Lex interrumpiendo el momento exacto en el que iba a contar mi versión de los hechos. –¡No! –dije fuertemente. –¡Ni siquiera me estás dejando explicarte lo que pasó! –me quejé. –Nada justifica una agresión física, Christine, ese es un acto muy salvaje. > eso me dolió de muchas maneras, porque pese a que no había una justificación, se había tratado de un acto de defensa personal, miré fijamente a Lex, si antes lo odiaba… ahora, lo repudio con todas mis fuerzas. –No me voy a disculpar, porque tampoco me arrepiento. –me encogí de hombros. –¡Hazlo! –aproximó la mano hacia la bolsa de su chaqueta. –Hazlo Christine o… tomaré acciones precipitadas. –No te atrevas…–exclamé y mi voz se estaba quebrando lentamente, por un instante observé a la hermosa pelirroja que estaba parada frente a mí, se veía muy complacida con la escena. –¡Hazlo! –me gritó. –No puedo creer que seas tan ciego para creerle a ella. –le dije, pero pese a que me oía, no me escuchaba en lo más mínimo, su amor pesaba más que su razón, asqueroso sentimiento… –¡Hazlo ya! –me vociferó irritado y de prisa sacó el sobre y lo tomó entre sus manos. –Espera…–susurré, sus dedos perspicaces se acercaron a un extremo, escuché como levemente el papel se rompió, eché un gritito. –Espera por favor…–tenía un nudo en mi garganta, mis ojos ardían y mi corazón palpitaba con fuerza. –Si es con coacción, la disculpa no será sincera…–susurré y supe que mi voz estaba rota, sentí una lágrima mojar mi mejilla, entonces lo supe…la misericordia no sería escuchada por este hombre, no habría piedad, porque su corazón está envenenado por un falso amor que miente. –¡Hazlo Christine! –me gritó. Me giré hacia Amber. –Lo siento Amber, no volverá a pasar…–exclamé entre lágrimas, y pese a que esta escena se veía como una de arrepentimiento y desamparo, era el verdadero reflejo de coacción, de cómo la autoridad y el poder se impone ante los débiles y estúpidos como era mi caso. Amber sonreía, se había logrado salir con la suya justo como me había amenazado un día antes, sus ojos se notaban totalmente complacidos con la escena.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD