Franco fue el primero que finalizó de vestirse iba retrasado a la oficina, y ya no podía faltar un día más.
Susan salió del tocador, se había duchado de nuevo con rapidez.
—Franco quiero pedirte dos cosas —propuso se mojó los labios, lo observó con ternura.
—Claro, dime —respondió él, observó con atención como ella cepillaba su cabello.
—Quiero que Roxana me atienda solo a mí, que trabaje solo conmigo, que sea una especie de dama de compañía. —Inhaló profundo—, no creas que es por presunción, sino por soledad, no tengo una amiga en esta casa.
Franco la miró con cariño, sonrió.
—Perfecto, dile a Roxana que desde ahora en adelante es tu dama de compañía.
—¿En serio? —Se acercó a él lo abrazó y besó en repetidas ocasiones—. Gracias —susurró con la mirada brillante.
Franco la t
