Tayler sintió como si le atravesaran puñales en el pecho al oírla. —Hay tiempo de enmendar mis faltas, y de que tú y yo seamos felices, como lo soñamos. ¿Lo recuerdas? —cuestionó. Susan se aferró a los barrotes, empezó a llorar. —Eso ya no será posible, rompiste mis sueños, mis ilusiones con tu actitud, yo te amaba, desde niña, siempre te admiré. —Gimoteó—, mi más grande anhelo era ser tu esposa. **** Minutos antes Franco había ingresado por la puerta trasera, tenía llaves de la villa, y cuando se dirigía a tocar la puerta, escuchó voces, y al reconocer que era Susan, la siguió y se escondió detrás de un árbol, y empezó a escuchar su charla, si las miradas mataran, las que él le echaba a Tayler lo hubieran fulminado en el acto. «Así que tu mayor deseo es ser la esposa de ese imb