Susan miraba por la ventana de su habitación como los rayos solares empezaban a apagarse, y el corazón se le empezó a acelerar. Ya tenía el equipaje listo, y sus intestinos revoloteaban producto de la ansiedad. —Tengo miedo —susurró, y se sentó en una mecedora, abrazó sus rodillas, y se empezó a balancear, su respiración era agitada. —¿Y si huyo? —cuestionó. Y en medio de su desesperación, pensó en hacer una locura, y llamar a Tayler, pero luego recordó todo lo que él le hizo a su familia y resopló desanimada, y los minutos transcurrían a cada instante, y ese nudo que se formó en su garganta no la dejaba respirar. —¿Estás lista? —cuestionó Grace, ingresando a la habitación de su hija. —Estoy nerviosa —confesó, observó a su mamá con angustia, pero ella como siempre hizo caso omiso.