Inicia mi dramática odisea. Las cifras seguían aumentando cada dos minutos. Pero llegó un momento en que los que estaban pujando bajaron el ritmo y ahora sacaban cuentas llamaban por teléfono y se veía la tensión en el ambiente. Cuando el moderador de la subasta mencionó: ꟷ¡El participante número cincuenta y ocho ofrece dos millones trescientos mil euros! ¿Alguien da más?ꟷ Esperó unos segundo y ésta vez nadie se atrevía a aumentar el monto. Y entonces volvió a decir: ꟷ. ¡Vendida! Al participante número cincuenta y ocho. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver que se acercaba un hombre de mediana edad, puedo calcular que pesaba más de doscientas libras, sus enormes brazos estaban marcados con tatuajes por completo y en el rostro llevaba varios pearcings. Recordé que el día que enví