El clima no me gustaba para nada, aquella vida ociosa me resultaba algo repugnante, los universitarios se movían de un lado a otro, no parecía una universidad, mas bien era como un campamento para pubertos sin control.
¡Que fastidio! Todo me resultaba muy desagradable. Me irritaba estar aquí.
Sin embargo, tenia que estar aquí, hoy era la noche perfecta, todos comentaban de lo mismo. La fiesta de despedida de soltera de una de sus compañeras. Era el tema del que todos comentaban.
Parecía que casi toda la universidad estaba invitada y aunque en un principio me pareció un poco arriesgado, demasiadas personas, luego comprendí que simplemente era perfecto.
Esperé en la disco, siendo el primero en llegar, no había requisitos para entrada y menos ningún control, aquella despedida no contaba como una fiesta privada. Me parecía estupido y de los más vulgar.
Me ubiqué donde no llamara la atención, cuando las personas empezaron a llegar, simplemente yo era alguien mas, otro invitado u otro compañero de universidad. Varias chicas empezaron a bailar alrededor de mi, ofreciéndome tragos e insinuaciones, seria muy raro que no bailara ni tomara nada. Eso si podía llamar la atención. Les seguí el ritmo, uniéndome a su pequeño grupo, ellas eran tres, chicas vulgares que solo iban a esos sitios a buscar alguien guapo e interesante con quien follar, muy común.
Cuando la novia llegó, todos comenzaron a aclamarla entre gritos, ella iba con dos amigas al lado, las cuales seguro podrían ser un problema más adelante.
La función acababa de empezar.
¿Por qué me sentía de tan mal humor al verla?
¿Qué era esta sensación de enojo y rabia que me inundaba al ver aquella mujer?
Era la primera vez que nos veíamos y ella ni si quiera sabia que yo estaba entre el público, viendo su rostro inocente, casi angelical con aquella expresión de confusión.
¡Pero no podía dejar engañarme! Ella no era diferente a las demás, solo era una oportunista que había terminado con la felicidad de alguien mas, alguien que me importaba y ahora tenia que pagar.
Cuando todos entraron hacia donde ella estaba, me acerqué, bailé a su alrededor y le di aquel trago, ahora solo quedaba esperar. Era ahora de alejarme.
Me fui de regreso con las otras chicas de antes, sin perderla de vista.
Siguió tomando varias copas mas, sus amigas ya no estaban, no parecía tener a nadie cercano a su alrededor, la vi buscando con la mirada y después daba vueltas, estaba ebria, mareada y drogada. Me acerqué con discreción y tomé su mano, llevándola conmigo, en ese estado no podía hacer nada, a menos que alguien interviniera. Intentó soltarse, pero su suave mano se deslizó por la mía, sin lograr nada. Caminé de prisa, ella iba tropezando con todo, aunque no había nada.
La sostuve con firmeza sin dejarla caer.
Cuando salimos de la disco, vi el chofer aparcado más adelante, tenia que ir un poco mas lejos, llevarla mas allá por si habían cámaras alrededor. Las calles estaban vacías, era muy tarde y todo el que estaba despierto a esta hora, estaba dentro de la disco. Solo eran recintos universitarios.
Miré hacia atrás y ella lloraba, intentando soltarse, se sujetó a algo, pero con solo un empujón y su mano cedió. El coche se detuvo frente a nosotros, abrí la puerta y la empujé hacia dentro, cayendo sobre el asiento.
Miré su rostro, sus mejillas estaban mojados, aquellos labios rosas entreabiertos y esa expresión, preguntándose qué pasaba. Miré sus piernas, el vestido me dejaba ver mucho en aquella postura, observó mi rostro pero era como si no lograra verme. Me acerqué y la olí, era un olor cálido, embriagador que me invitó a besar su cuello, aparté su cabello mientras lo besaba, sus pequeñas manos intentaban alejarme, su toque se sentía bien, ya no había ira, ya no había enojo. Sentía un fuerte deseo s****l por aquella mujer que apenas había visto esta noche, mi cuerpo respondía a ella, el chofer emprendió la marcha, dándonos privacidad. Toqué sus piernas, aquellos suaves muslos, tenia un cuerpo muy apetitoso y voluptuoso, la curva que se formaba en su entrepierna, el vestido a medio caer y aquellas bragas me estaban enloqueciendo, ¿a caso estaba borracho? no, había tomado muy poco. Pero sentía mis deseos muy descontrolados. Deslicé su vestido fuera de ella, dejándola completamente desnuda, aquellos pechos tan firmes, tan llamativos y sensuales me observaban, los toqué con delicadeza, sentía como si yo era el primero, todo de ella parecía virgen y algo nuevo, sin uso. Saqué la ultima pastilla antes de desnudarme, la puse en su boca, solo con el contacto de su saliva ya empezaba hacer efecto, no sabia como era que aun estaba consciente, sin fuerzas pero consciente. Quité mi ropa, ella me miraba, acerqué mi cuerpo al suyo, sintiendo el de ella muy caliente, sus manos tocaron mi pecho pero después volvieron a caer, toqué su v****a y la humedecí, colocándome allí , listo para entrar.
Sentía algo que no me dejaba avanzar, miré su rostro, sus ojos estaban entreabiertos, besé sus labios pero de parte de ella no había ninguna respuesta. Volví a intentarlo, humedeciendo también mi pene, y allí estaba, otra vez, el obstáculo. Me separé de ella y la observé por unos segundos.
¿A caso seria virgen?
¡Claro que no! ¡No podía ser posible!
Acomodé su cuerpo en el asiento e intenté nuevamente, esta vez sin detenerme a pesar de nada. Aquella presión con la que me encontré hizo que mi pene se pusiera mas duro, reaccionando a aquella estrechez, su cuerpo se movió un poco, aquellos ojos me miraban, yo estaba dentro, pero todo era muy pequeño, había poco espacio, no podría resistir mucho, no era necesario ni moverme, aquello era fascinante, su interior parecía succionarme, toque el borde de sus labios y también sus pechos, apretándolo en mis manos, mi pene se sacudió en su interior y yo me corrí dentro de aquella cavidad tan caliente y estrecha.
Cuando me retiré de ella, sus piernas tenían algo de sangre.
Aquella había sido su primera vez, yo había sido su primera vez.
Recosté su rostro en mi pecho desnudo y acaricié sus mejillas, tenia una piel muy suave. Mi pene comenzó a pararse de nuevo, resistí mis impulsos y cerré mis ojos por un largo rato, sintiendo el latir de su corazón contra mi pecho.
Aquella mujer era una maravilla.
Besé los labios de Mary Ann luego de vestirla, era una despedida corta, ya que nos volveríamos a ver muy pronto, pero en otras condiciones.