Aquel vuelo fue tremendamente largo, no hacia mas que mirar a Mary Ann dormida mientras pensaba en la criatura que crecía en su vientre. Yo era responsable y no podía decir nada. Cuando llegamos a Tahití ella tenia cierta emoción en el rostro, solo hablaba del divorcio mientras yo no decía palabra alguna. Llegamos a la casa de Ezra, saqué su bolso y la acompañé a la entrada. - Mary Ann. Bienvenida de nuevo. – la recibió Ezra, su casi ex esposo, con los brazos abiertos. Le dio un beso en la mejilla y pasando la mano por su espalda la acompañó al interior de la casa. Yo los seguí. – Debes de estar muy cansada, pero también tienes que tener mucha hambre. – la guió hasta el comedor, donde había una mesa llena de exquisitos platos. Por el aroma, el color y la buena apariencia que tenia, p