“- Puede que Mary Ann aun así no quiera volver. – Dijo Ezra, justo cuando me encontraba en la puerta, listo para embarcar. – Dile que mi padre quiere verla, que ha enfermado y está aquí en Tahití. Ella le tiene mucho aprecio y no se lo pensaría dos veces, eso sumando con lo del divorcio. Regresará seguro.
- Y entonces le das el divorcio.
- Y entonces ella se ve con mi padre y hablamos con el sobre nuestro divorcio.
- Esta bien, le diré eso.”
Esas habían sido las ultimas palabras que me había dicho él, tenía que mentirle a Mary Ann, así de claro. Pero todo era por un bien mayor. Obtendría su divorcio, no tendría ninguna deuda y ya no tendría que huir o esconderse.
Tenía meses sin verla y de todas las veces que me imaginé tenerla de nuevo frente a mi, en ninguna figuraba un encuentr
