Su rostro se puso pálido ante mi ofrecimiento.
— ¿Pero qué estás diciendo Sun-Hee? Fiona es mi hija—mis ojos no se separaron de la chica quien parecía sorprendida por mi ofrecimiento.
—Siempre he sospechado que ella no es hija de Klaus, simplemente debe ser la hija de algún residente sin clase con los que su madre solía revolcarse a la vez que lo hacía con él, fue un artículo que utilizó como cuerda para amarrarlo y hacerlo quedarse a su lado.—Aneka no pudo evitarlo e intentó propinarme una bofetada.
Rápidamente mi abuela lo impidió, dejándola con sus ojos aguados y el odio brotando por sus poros.
Había dado en el clavo.
—No te atrevas a tocar a mi nieta Aneka, no me hagas sacarte de esta casa junto con mi hijo.—Ella se vio humillada, era lo que todos evitaban pero que la propia Fiona había provocado.
—Deberían agradecerme que permití que la boda se llevará a cabo en esta casa, Fiona y Erik no viven aquí desde hace un año y este hombre y su esposa están aquí debido a mi benevolencia.—Y a que al enemigo es mejor tenerlo cerca.—No me hagan retractarme de mis decisiones y alejarlos por completo del ala de mi apellido, tanto a tu nueva familia como a ti.
— ¿Qué estás queriendo decir? —dijo Anton entrando en la conversación.
—Si no controlas a tu esposa romperé la unión de los Larsen con los Pedersen de manera irrevocable, tengo muchas farmacéuticas dispuestas a participar en una licitación en cuanto yo así lo decida, yo no amenazo sin tener la confianza—sus ojos se abrieron con sorpresa cuando recibió mi amenaza.—Cualquier movimiento que tu o tu familia realicen en mi contra para poner en una posición alta a tu esposa se verá truncada por la caída de nuestro contrato y la entrada en quiebra inminente de tu compañía.
— ¿Me estás amenazando Sun-Hee? ¿Con mi familia presente? —sonreí mientras me inclinaba para sostener de nuevo mi copa de vino, había planeado este momento desde que supe del compromiso. Una mujer inteligente siempre debia tener muchos planes, del A hasta el D.
—La crisis de tu compañía hace unos años por el mal compuesto de un medicamento fue callado por el abuelo, los papeles que acreditan que aquella malversación fue real y que los medicamentos fallidos entraron al mercado están en mi poder, no me hagas terminar con esto.—Einar rápidamente se acercó a mí, parecia nervioso por mi confesión.
—Nada de lo que dice pasará, le damos nuestra palabra que no utilizaremos nuestra influencia para colocarla en una mala posición.—Levante mi copa al mirarlo observarme con tanta subyugación, era bueno que supieran el poder que tenía y que sin importar lo que hicieran los mantendria bajo mi yugo.
—Propongo un brindis,—comencé diciendo—por nuestros negocios, soy una mujer de palabra, la persona que me lance una canica recibirá una roca de regreso, la persona que quiera mi puesto recibirá la miseria.
Sin esperar más, di un trago a mi copa para después dejarla sobre la mesa con un fuerte golpe. Las cosas debían salir a mi voluntad porque yo no creía en la suerte, la suerte se labraba por uno mismo.