Me dolía la cabeza brutalmente, tenía un dolor por todo mi cuerpo que corría desde mis hombros hasta la punta de los pies y para colmo no podía abrir los ojos.
"Esfuérzate"
Los logré abrir, a duras penas, pero los abrí.
Pero el esfuerzo no valió nada ya que no puedo ver mucho, todo está oscuro.
¿¡Dónde estoy!?
Lo último que recuerdo es que me dolía la cabeza y que me encontraba agitada por el accidente en el lago. Iba de camino hacia el auto a buscar las pastillas y luego...
¿Estoy secuestrada?
Recuerdo que alguien estaba detrás de mi, luego me sujeto tapando mi boca y ojos y luego quedé inconsciente.
Por si no fuera poco, además del dolor en todo el cuerpo y ese dolor de cabeza, ahora estoy muerta de miedo, el corazón lo tengo a mil por segundo.
Para mejorar la situación puedo sentir algo frío rodeándome las muñecas y tobillos. Estoy atada a una silla.
-¡¡Ayuda!!- no podía gritar, me dolía la garganta, la tenía muy seca.
En ese momento una luz arriba de mi cabeza se encendió, cerré los ojos por el impacto de la luz, hasta que me fui acostumbrando.
-Hasta que al fin despiertas- dijo una voz muy familiar- si no fuera porque escucho los latidos de tu corazón hubiera jurado que estabas muerta- es el vampiro, el vampiro que intentó morderme la otra vez en el callejón.
-¿Por qué estoy aquí? ¿¡Qué quieres de mi!?- dije a punto de romper en llanto.
-Demasiadas preguntas, pero por ahora te diré que estas aquí para sufrir. Que por si no lo haz notado- Él estaba junto a la puerta de entrada pero de apoco se fue acercando a mi hasta sujetarme la barbilla- Eres mi prisionera.
(...)
Puedo estar segura que han pasado horas desde que el chico entró por última vez.
Recuerdo que la primera vez que nos vimos, me había dicho su nombre. Si no recuerdo mal su nombre era Alexander.
Ya me está doliendo el estómago de tanta hambre que tengo. Me estaba sintiendo cada vez con menos energías.
Oí la puerta de madera chillar avisándome que alguien acababa de entrar al cuerto en el que me tenían.
-Hola, querida espero que la estés pasando bien aquí- me dijo Alexander con una sonrisa de psicópata que lograba darme miedo- espero que disfrutes de mi hospitalidad-
No le quise contestar, tampoco puedo gastar las pocas fuerzas que me quedan ya que estoy algo debilitada, casi no podía alzar la cabeza.
Se rió y caminó hacia mi.
-He estado pensando y has de sentirte muy sola en este cuarto, ¿no?- me colocó unos mechones de pelo detrás de mi oreja- Pero no te preocupes, te traje a alguien para que te haga un poco de compañia- dijo antes de voltearse hacia la puerta.
Por la puerta entró una chica alta de tez blanca y pelo rizado corto, n***o. Sus ojos eran de tono claro de marrón y sus facciones eran finas.
- Te presento a Adriana- la señaló y luego volvió a mirarme poniendo una mano en la parte de atrás de la silla- veras, por si no te lo han contado, nosotros poseemos ciertos dones característicos. Adriana posee un don en especial que te va gustar mucho- la chica rió levemente mientras se acercaba quedando frente a mi- ¿por qué no le muestras de qué le hablamos Adriana?-
-Como desees- dijo mirándome a los ojos.
Lo que sentí despues de eso no tenía palabras, me había dejado sin respiración, me retorcía del dolor, era como si me arrancaran cada m*****o de mi cuerpo con lentitud. Grité con toda mi alma de el dolor que sentía.
-Basta- ordenó el vampiro, y el dolor cesó y sentí que la respiración me volvía- Adriana, tiene el don de hacer sufrir a las personas. De hacer agonizar a las personas hasta su muerte- Dios, eso no era bonito- Adriana te visitará de hoy en adelante, todos los días- dijo muy despacio la última frase justo en mi oido.
Esto se ha convertido en un infierno.
(...)
No sé hace cuanto estoy aquí, creo que ya han pasado días. La verdad no lo sé, tampoco he conciliado el sueño, simplemente me da pánico cerrar los ojos.
Alexander cumplió con lo que dijo. Adriana me visitaba todos los días para torturarme, una hora de día, una hora de noche. Estoy hecha pedazos, ya no tengo fuerzas ni para hablar.
La única comida que me han administrado es una papa majada de esas que vienen en cajas junto a un vaso de agua. Solo eso, una vez al día.
Aún no me muevo de mi sitio en la silla, y no podría moverme ni aunque quisiera.
"La puerta se está abriendo"
Ay no, no otra vez, no por favor.
¿Por qué me hacen esto a mi? ¿¡Por qué me torturan!? ¿Qué les he hecho para merecer esto?
-Hola querida- salió Alexander- ¿lista para el segundo round del día?- yo no lo podía ni mirar, no era porque no quisiera era porque no podía. No tenía fuerzas ni para levantar lo suficiente la cabeza ni para mantener los ojos abiertos durante mucho tiempo.
De repente lo volví a sentir, ese dolor indescriptible. Tanto era el dolor que ya no me salía la voz para gritar, me estaba revolcando en la silla.
-¡¡Sufre Jeysa!! ¿Esto te debe doler verdad?- escuché que el chico dijo.
¿Jeysa? ¿Es que acaso no ve que no soy ella? No soy ella. No soy ella. No soy ella
-Yo no soy Jeysa y lo sabes ¿Por qué me haces esto a mi? ¿por qué no a ella?- susurré con las pocas fuerzas que me quedaban. Adriana ya había parado y ya no sentía el dolor tan intensificado, solo la falta de aire.
-Pensé que lo sabías, querida- habló- verás Jeysa y tu tienen una especia de vínculo,¿ como me explico para que puedas entender?- idiota, si pudiera hablar...- verás, ese vínculo permite que Jeysa sienta lo que tu sientes, si tu sientes dolor ella siente dolor, claro que a ella es un poco menos porque es vampiro, si tu estás triste ella esta triste, así funciona el vínculo. Por esa razón estás aquí, ya que ella puede sentir el dolor que tu sientes- escuché como sus pisadas se alejaban y la puerta se abría- ah, por cierto, se me olvidó algo muy importante sobre el vínculo. La conexión es tan fuerte que si tu mueres ella también morirá-
¿Qué acaba de decir? ¿Que si yo muero ella muere? ¿Entonces si ella muere yo muero?
Alexander me va a matar para matarla a ella. Todo es culpa de Jeysa. Todo esto es culpa de ella. Me van a matar por su culpa.
No quiero morir. No quiero morir por pecados que no son míos. Por favor.
-Jo... Josh...-