Anabella decide practicar natación.

1000 Words
A Anabella le quedaron grabadas, las palabras de Priscila, la dama de compañia. "Tienes qué brillar." A pesar de haber quedado ciega, ocupaba él tiempo en estudiar, ingeniería de telecomunicaciones, e ingeniería informática, especialista en Big Data, un mundo estrechamente relacionado con la inteligencia artificial. Anabella de chica le gustaba, mucho correr, en la escuela dónde iba, ganaba siempre las competencias. Una mañana, se levantó muy temprano llamó al nuevo chófer qué contrataron sus padres. —Buenos días señor Arnold, ¿Cómo está?, desde hoy comenzaremos con mi nueva rutina, hablé con mi madre. Anabella debía inscribirse en la escuela de Natación para ciegos, esa mañana se sentía muy feliz, apareció Priscila riendo tanto, qué contagiaba. El tránsito estaba complicado, había llegado él día de la inscripción, Anabella estaba ansiosa, hacía crujir los dedos de las manos. Anabella, llevaba su bastón, qué le permitía a ella, sentirse más segura, era una rubia presiosa de ojos azules, muy delicada para hablar. Con ayuda del chófer, logró bajar del carro, Priscila la acompaño; la emocion qué sentía Anabella era inmensa, con ayuda del bastón logró, llegar aquél establecimiento, a la llegada había una entrada bastante amplia, la estaba esperando la directora de aquel, establecimiento. —Buenos días señorita, ¿Viene para inscribirse?, me temo qué por ahora ya no quedan cupos, deberá esperar, no es ese él problema, la verdad, la semana qué viene vendrá Germán él nuevo director, he pedido mi traslado. Ella se despidió de aquella mujer. —Seguro, vendré la semana qué viene, estoy buscando algo qué me haga sentir mucho mejor, qué pasar llorando, ¡ Muchas gracias! No vemos. Anabella subió al carro con ayuda de Arnold, era un día precioso. —Por favor llévame a casa de mis padres. El chofer se detuvo, dejó estacionado él carro a la entrada, de la heladería, habían dos estradas una para subir a la casa qué quedaba en la segunda planta y la entrada qué estaba abajo, la venta de helados. El chofer se quedó afuera esperando, con mucha tranquilidad se puso a sacar un poco de brillo aquel carro. Priscila tocó él portero, qué daba a la parte de arriba. —Hola mamá, aproveché para venir a visitarte, está junto a mi, Priscila. Anabella tiene qué subir por un ascensor, apenas abre, en la entrada, hay una hermosa planta, él departamento de arriba es moderno, con grandes ventanales, los muebles son demasiado finos. —Hija, ¡qué bueno qué viniste! Anabella, aunque no puede ver, siente él olor de las tostadas y él café con leche, busca acomodarse en uno de los sofás, lentamente. —Mamá, Gloria, ¿Aún trabaja contigo? —Exacto hija, nos ayuda en la cocina. La cocinera de pronto salió, llevaba un delantal puesto en la cintura, en cuánto salió se limpió las manos, con él mismo. —¿Cómo le va señorita? ¿Él señor Alfonso? —Mm, muy bien Gloria, ¿Qué habrá de almuerzo hoy? —Pregunta Anabella. —Señorita, se qué su comida preferida son papás al horno con costillas finitas, le prepararé eso a mi niña, aunque te hallas ido de esta casa, nunca te dejé de extrañar. Gloria abraza a Anabella, se siente emocionada al verla. Anabella trata de hallar su rostro, usando los dedos de las manos, siente una lágrima. —No llores, por favor, aún no me he muerto, solo estoy ciega. Gloria se retiró un momento, entró a la cocina y tomó un vaso de agua, aún era temprano, en una bandeja preparó dos desayunos bien completos, y los puso sobre la mesa del comedor. —Mi niña, preparé un desayuno para las dos, qué los disfruten, permiso me retiro. La madre de Anabella desapareció por un momento, justo la habían llamado desde la heladería, por cuestiones de los pedidos, qué habían llegado mal. —¿Y Mamá?, ella a tenido qué bajar, está en él negocio —Responde Priscila. El padre de Anabella estaba en la otra sucursal, no se encontraba. Anabella, tomó él desayuno, entró a la habitación, con ayuda del bastón, recorrió aquella habitación, recordó tan bella niñez, sus padres dedicaban él tiempo a trabajar, a brindar la mejor educación a su hija, aunque ahora ella debía empezar a estudiar todo de nuevo, en ningún momento perdió las fuerzas, luego se sentó en la amplia cama, rozo sus manos, sobre él cubrecama de raso color rosado, de a poco fué rodeando cada objeto, cada muñeca qué había quedado guardada de qué ella se casó. Anabella no pudo evitar llorar, su felicidad la había perdido para siempre, sentía un gran vacío, nada era lo mismo, la traición de quién había sido su mejor amiga, la partió en mil pedazos, no debía confiar nunca más en ella, Abrió uno de los cajones del chifonier, con sus manos comenzó a sacar algunas cosas, qué habían quedado guardadas, allí estaba la cajita musical qué le había regalado su abuela, había fallecido dos años atrás, abrió la cajita y escuchó aquella música suave, luego siguió recorriendo cada cajón, ella no podía ver, con sus dedos sentía cada cosa qué sacaba, allí encontró él oso de peluche qué le había regalado Alfonso, él la esperaba a la salida de la facultad, cuándo ella cursaba sus estudios de abogacía. Luego cómo pudo buscó, él pasador de la ventana, se lo conocía de memoria, logró abrir la ventana, respiró profundo, ante extrema oscuridad de su vida, otra vez lloró, aún no aceptaba lo qué le había pasado, había amado con él alma aquel amor de su vida, debía permanecer callada y no contar nada a sus padres, sentía un gran dolor de despecho, luego secó sus lágrimas, comprendió qué debía continuar, aunque su vida fuera dura cómo en ese momento. Sus ojos estaban enrojecidos, de tanto llorar, en cuánto salió afuera, de aquel cuarto, sintió él olor a comida qué venía de la cocina, Gloria se dió cuenta qué su niña había llorado, hasta sentía sus sollozos qué venían del cuarto.
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