Anabella, está sentada sobre un sofá, siente las manos, de Raquel la madre de Irene.
—Cariño, ya no llores por favor, nosotros estaremos para lo qué sea, hallaremos la manera, de qué esa mujer se aleje de tú marido.
—Cualquier cosa, qué me llegará a pasar ya lo saben y muchas gracias por su ayuda incondicional.
Irene la invita a qué pasen a su habitación, ella le va diciendo cada cosa qué tiene.
—Pasa, querida amiga, acá en este momento estamos sentadas, sobre la cama, tiene un acolchado, con flores, tengo dos mesitas de luz, color blanca, está un placar en la pared y hay una lámpara enorme en él centro de la habitación, qué está en él techo, de pronto entra Raquel, madre de Irene y les lleva algo para tomar.
—Hija, dentro de un momento estará la cena, preparé ravioles de ricota, espero qué a nuestra invitada, les guste y mucho.
Irene pidió permiso para pasar al cuarto de baño, Anabella se quedó sola en la habitación de Irene, sentía qué en ese departamento había mucha calidez de hogar.
Anabella con ayuda del bastón caminó solita hasta dónde se encontraba Raquel, había un rico olor a salsa, qué llegaba hasta la sala comedor.
—¡Mm qué rico olor!
—Hija, trabajo en mi propio Restaurante, dueña absoluta, tengo mucha gente trabajando para mí.
Raquel era tan sencilla, no parecía qué fuera una gran chef, Anabella le contó qué sus padres, tenian una importante heladería, y qué no sabian qué a causa de la infidelidad de su esposo, había tenido un accidente, automovilístico y por eso quedó ciega.
A medida qué pasaba él tiempo, Anabella fué acomodándose, para compartir la cena.
—Mm Señora está muy rica, la cena, la próxima se encuentran invitadas en casa.
—Querida no te preocupes, por nosotras, somos dos personas qué trabajamos mucho; tenemos personal qué nos ayuda en casa, en este momento no se encuentran, se han tomado él día.
Anabella, sentía él ruido del televisor, cómo no podía ver ella preguntó.
—Amiga, ¿Qué están pasando por la televisión?
—Es una de las películas, qué le encanta a mamá.
Anabella, sintió un nudo en la garganta y un vacío enorme, se sentía amada por aquellas dos personas, él corazón de ella, todavía estaba herido.
—Lo siento mis amigas queridas, no puedo evitar llorar, cuándo más feliz estaba, trabajando de mi carrera y justo lo que más me gustaba, todo aquello en mi vida ya no está, de pronto tubo qué aparecer mi amiga, Charlotte, qué me traicionó con mi propio esposo.
—Irene trajo, un vaso de agua, sentía la gran tristeza qué inundaba la vida de su dulce,amiga Anabella.
—Calma querida, estamos para ayudarte, cuenta siempre con nuestra amistad.
Después qué hubo terminado la cena, Anabella le agradeció a Raquel, tan amable gesto qué tuvo con ella.
—Gracias por todo amiga, supongo qué Irene me llevará a casa.
Anabella camina con ayuda de su bastón y se acerca a Raquel.
—Quedate quieta, ahí te saludo.
Raquel la despide con un gran abrazo, Anabella se emociona.
—Gracias por todo, nos volveremos a ver.
Irene la acompaña a Anabella hasta su casa.
Ella ya está en casa, con ella se encuentra Priscila, qué no siempre está.
—Hola señora Anabella, ¿Cómo lo a pasado?, él señor Alfonso todavía no llega, ¿Desea qué le prepare un café?
—Está bien, puedes retirarte, Necesito qué me hagas un favor, ve y fíjate en él estudio de Alfonso en qué anda, necesito saber.
Priscila entra al estudio de Alfonso, revisa todo, cada rincón, encuentra una foto de Alfonso junto a Charlotte, ella lo deja en aquel mismo cajón, en la parte de atrás de aquella foto, dice. "Por siempre tuya Charlotte."
Anabella llama, a Priscila.
—¿Querida encontraste algo?
Priscila no se anima, a decir lo qué encontró.
—No, señora está todo normal.
—¿¡Enserio!?, ¡me parece a mi!, ¿O me estás mintiendo?
Anabella, tenía una mal corazonada, debía ser muy cuidadosa, ya no confiaba en ninguno de los dos, ella le pidió ayuda a Priscila, qué le organizará él cuarto de baño.
—Querida, me voy a dar un gran baño en la bañadera, ¿Me ayudarías con eso?
Anabella permanece en él cuarto de baño, un rato bastante largo, la señora Priscila, golpea la puerta a cada momento.
—¿¡Señora, ya está!?, me preocupa mucho, a pasado mucho tiempo, ¡cuidado señora por favor!
Priscila se acerca a ella, le ayuda a vestirse, se coloca un pijama de raso rojo, qué le queda bárbaro.
Priscila está en la puerta del cuarto de baño, esperando para pasarle su bastón, ella se sienta justo enfrente del espejo, peina su hermoso cabello color rubio, está sentada por mucho tiempo, cepilla él cabello casi sin apuro, una lágrima cae , sobre su rostro, a llorado mares enteros, a pasado por mucho, siente qué su vida no tiene sentido, su esposo Alfonso, aún no a llegado.
Anabella llama a su dama de compañía.
—Priscila, ¿Puedes venir un momento?
—¿Qué hora es?
— Señora, lamento decir qué ya son más de las dos de la madrugada, qué raro qué él señor todavía no halla llegado, señora tenga mucha paciencia.
—Priscila, se qué él no está en ningún negocio, me engaña con Charlotte, la consideraba mi mejor amiga, supongo qué tú debes saberlo.
Priscila, era una mujer bastante reservada, le gustaba mantenerse al margen de las cosas, ella le contestó a Anabella.
—No lo sé señora, la verdad no lo he visto en nada raro.
Anabella, le pidió ayuda.
—Querida, ¿Me puedes ayudar?, debo descansar.
Ella le ayudó y le abrió las sábanas de aquella cama, le dejó él bastón por cualquier cosa qué lo llegará a necesitar, Priscila le pidió permiso para retirarse.
Anabella dormía, cuándo recién llegó Alfonso.