Anabella, de condición no vidente, permanecía en casa, en compañía de su perro, Golden Retriever de r**a pura, Junto a Priscila, a pesar de todo seguía con más fuerza, aquel perro era adiestrado, su pelaje era suave cómo la seda, tan hermoso; él perro enfermó. Anabella apretó la tecla inteligente de su teléfono móvil, llamó a su mejor, amigo Alexander. —Amigo, necesito verte, es urgente mi mascota está muy enferma, le hablo, incluso le hago caricias y no reacciona cómo siempre. — Bella amiga, iré en cuánto pueda. Priscila se acerca hacía aquel perro, lo ve débil. —¡Señorita, él perro está mal! —No te preocupes, lo llevaremos a la veterinaria. Anabella, le preguntaba continuas veces, a Priscila sobre él estado de su perro. —Caleb, ¿Te encuentras bien? El perro ya no respondía cómo