Abrí mis ojos lentamente, la luz que entraba por el balcón me había despertado. Deslicé el brazo de Daven que estaba sobre mi pecho y me levanté. Me rugía el estómago. Habíamos hecho tantas cosas la noche anterior que de la cena ni nos habíamos acordado. Aún estaba desnuda, tomé la camiseta de Daven que estaba tirada al frente de la cama y salí de la habitación.
Tenía más o menos una ligera idea de donde estaba la cocina, cuando entré había un recipiente con la salsa de la pasta y otro con agua para hervir. Mi intención era preparar un desayuno para ambos, pero ¿que podía preparar alguien que no tenía la menor idea sobre gustos en la cocina ? Yo era capaz de freír un huevo y que este quedara dulce o saldado. Así de mala era mi habilidad para cocinar.
Abrí la nevera en busca de algo, a
