- ¡Respira ! - sentía una presión en mi pecho que se repetía una y otra vez, alguien sostenía mi cabeza con mucha delicadeza. - Gracias a Dios. Abrí los ojos despacio encontrándome con la mirada de mi jefe, se veía muy preocupado. Ladeé mi cabeza y comencé a toser con fuerza, mucha agua salía de mi boca. Traté de incorporarme pero me dolía mucho el cuerpo, como si me hubiesen pasado por encima con algo muy pesado. - Gracias. - le dije, al ver que él también estaba completamente mojado, me había sacado de la piscina. - Debiste de estar muy asustada. - mi jefe me ayudó a sentarme y luego me abrazó, el agua goteaba de los dos mientras sus brazos rodeaban mi cuerpo, se sentía muy bien. - Tuve miedo de no llegar a tiempo, estás helado y aún no recuperas tu color, vayamos a dentro. Mi