Alexander Cipriano Entrego los boletos para la rueda de la fortuna sin soltar la mano de Clem tomamos asiento en una de las capsulas que tienen una puertita de metal. Giro mi rostro para verla y de nuevo mi corazón late con fuerza, al ver su sonrisa y la impresión por algo tan simple me provoca ternura. Muerdo mi labio pues me comienzo a obsesionar con sus reacciones. Acaricio sus nudillos llamando su atención y la capsula se comienza a elevar con nosotros. Alzándonos hasta la punta más alta de la rueda de la fortuna, se detiene de repente y por lo que sé solo nos dan como veinte minutos. ─¿Tienes miedo? ─Pregunto vislumbrando sus labios entreabiertos, rosados y provocativos. ─No contigo a mi lado, Alex ─responde engrandeciendo mi pecho con una inhalación profunda. Inclino mi cuerpo