CAPÍTULO I-3

2034 Words

—¡Ian! ¡Ian! Ya hemos discutido esto antes— dijo sir Edward con brusquedad—, tú sabes lo que significa para nosotros que la compañía más grande y más influyente de Francia acepte nuestro invento. No podemos renunciar a esta oportunidad sólo por un tonto prejuicio tuyo. Ian Blakewell no contestó y sir Edward se volvió hacia Varia: —¿Quiere hacer esto por la compañía?— preguntó—, ¿quiere hacerlo por mí? Y, sobre todas las cosas, ¿quiere hacerlo por su madre? —¿Por mi madre?— preguntó Varia. Sir Edward bajó la mirada hacia su escritorio. Por un momento, ella tuvo la impresión de que algo le había turbado. —Me he tomado la molestia de averiguar cuál es su situación— dijo—, estoy enterado de la muerte de su padre y de la enfermedad de su madre. He averiguado, también, que ella no dispone d

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