Tuve un sueño un tanto extraño. Yo estaba todavía en la universidad, en mi último año en la facultad de Derecho. Iba saliendo junto a mis amigos Miller y doña Bianca; yo como siempre sosteniendo a un borracho Miller, porque como era la costumbre de todos en esa universidad, salían a beber después de clases, aunque fuera todavía de día. Estaba a punto de cruzar la calle, cuando escuché la puerta de un auto cerrarse, y después alguien gritó: —¡Disculpe, señorita! Volteé a mirar, y entonces vi a Carlos, impecable en su uniforme militar. En el sueño, dada la época de mi vida en donde se estaba ubicando, Carlos todavía era un completo desconocido para mí; o bueno, yo sí que sabía quién era él. Toda la sociedad colombiana lo sabía, y había sido mi amor platónico desde los 12 años, pero