¿Por qué no te olvido?

1304 Words
“Los grandes amantes, suelen refugiarse del olvido, en la primera mirada que los envuelve.” A.K.M Es sábado y aún debe preparar el show de esa noche. No há dormido lo suficiente, desde que Ignacio se marchó del bar, ella comenzó a sentir una extraña necesidad de estar a su lado. Aquel misterioso hombre, la había cautivado. Se sienta en la cama, se estira un poco, saca de la gaveta el cepillo y comienza a peinar su cabellera, cada vez que pasa el cepillo, como flashes vienen a su mente, las manos de él, enredadas en su pelo, acariciando su cuerpo. ¿Por qué no lo olvido? Es la pregunta que se hace a sí misma, uma y otra vez. Ella misma intenta responderse y convencerse de que todo eso se debe a lo especial que fue con ella. Pero, también sabe, que son sueños no permitidos para una cabaretera, creer que él pueda enamorarse. Esas historias en los filmes de Hollywood no son sino historias que te distraen eventualmente de la realidad. Se levanta y camina hasta la ducha, Micaela aún duerme, trata entonces de no hacer mucho ruido y despertarla. Por el desastre que tiene junto a su cama y el que aún esté vestida con la ropa de esa noche, le permite suponer que su compañera debió beber más de la cuenta. Corre la cortina, se mete a la ducha y abre la regadera; su cuerpo se estremece con el contacto del agua tibia. A su memoria vienen los roces y caricias de Ignacio. Ella tampoco sabe su nombre y eso es poco importante. Mientras menos sepa de él, menos se verá comprometida. Pero sus labios, el sabor de sus labios, es de un dulzor diferente. Ya había olvidado lo que era besar a alguien que le gustara. Minutos después irrumpe en el baño Micaela, quien comienza a vomitar en el lavamanos. —¿Qué rayos haces Mica? —Pues vomitar, ¡uughhhh! —Por Dios, tú de verdad eres especial en interrumpir el único momento en que puedo relajarme. Toma la toalla, se cubre, abre la cortina e intenta pasar en el poco espacio que queda entre su amiga y la pared. Pasa rápidamente y regresa a la habitación. Comienza a vestirse, debe ir de compras, necesita algunos accesorios para cambiar su atuendo de esta noche. —¡Diosss! Prometo que no vuelvo a beber —dice limpiando si boca co el antebrazo. Se lanza sobre su cama. —¡No debiste tomar tanto! Tuviste suerte de que ese chico Pagará la cuenta y no te echará de cabeza con el jefe, sino ahorita retaria durmiendo bajo un puente. —¡Sí ya! No hables tan fuerte, tengo jaquecas. ¿Vas a salir? —Sí, tengo algunos pendientes, debo comprar algunas cosas. —¡Ufff! yo también tenia que ir de compras, pero hoy no será. Nos vemos al rato —se voltea, se acomoda en la cama y se duerme. Adriana se hace una media cola, toma su bolso, lo coloca en su espalda y sale. Pocos minutos después baja por el subterráneo, toma el metro bus que la llevará al centro comercial. Fiagonal a donde está ella sentada, un hombre la mira fijamente; ella comienza a incomodarse. Tal vez sea algún cliente y ella no lo recuerda. El hombre se aproxima a ella con la excusa de avanzar para bajar en la próxima estación. Ella comienza a ponerse nerviosa, aquel hombre no le da buena espina. Decide entonces, bajar una parada antes de su destino. Aprovecha que una mujer apreta el botón y el metro bus se detiene. Baja apurada, y camina rápido hasta las escaleras, luego sube a la parte superior. Ve hacia atrás, y el hombre viene a unos tres metros de ella. Entra a uno de los restaurantes del centro comercial, intentando desviar la atención de aquel individuo tan sospechoso. El camarero la recibe: —¡Buen día señorita! Bienvenida. —¡Buen día! ¿Me permite el baño? —Disculpe si no es cliente, tengo prohibido prestarle esse servicio. Ella mira hacia afuera, intentando ver si el hombre está cerca. Lo ve acercarse y le responde nerviosa al hombre. —¡Sí! Voy a almorzar aquí. —Muy bien, el baño está a mano de... Ella se apresura a ir hasta el baño, sin dejar que el camarero termine de darle la información. Entra al baño, se lava el rostro, respira profundamente intentando calmar sus batidas cardíacas. Recuerda que en su bolso lleva un suéter de capucha para el frío. Se lo coloca y sale rumbo al salón principal. A unos pocos metros, está un hombre muy apuesto sentado junto a una mujer un poco mayor, quien le acaricia el rostro. Cuando distingue de quien se trata, se sube la capucha y camina hasta la entrada. El camarero la llama: —¡Ehhh! Señorita. Ella voltea y agita su mano despidiéndose de él. Era el hombre de la noche anterior. No puede creer que sea él y que esté con una mujer mayor que él. Resultó ser un fiasco. Un chulo, un mentiroso. Se llena se rabia y de celos. Se increpa ella misma “qué rayos te ocurre, es sólo uno de tantos clientes que tienes” “no tienes porqué molestarte” “es tu trabajo entretenerlos, mientras sus esposas creen que están ocupados” “foco, Adry, foco” Camina hasta una de las tiendas de ropa íntima, comienza a ver la vidriera, entra para pedir algunos modelos exóticos. Entra al probador y escucha afuera la risa de una mujer y la voz de él, de su cliente. —El que escogas te quedará bien, mamita. —Descarado —dice ella entre dientes, Se asoma, levantando un poco, apenas nada, para ver si es él. Efectivamente y sigue acompañado de la misma mujer. Ahora como sale de allí. Cuando lo ve alejarse hacia la otra área del inmenso lugar, sale apresuradamente, ocultándose bajo la capucha, paga con su tarjeta; lo oye acercarse hacia donde está ella. La mujer que lo acompaña camina hacia el vestidor. Él se acerca al mostrador. Siente que su corazón va a estallar. La mujer le da la bolsa con su pedido y al voltearse, tropieza con él, la bolsa cae al suelo, y la ropa íntima también, él se agacha para recogerla y dársela. Curiosamente observa lo sensual del traje y silva —¡Fiuuuuu! Ella se lo arrebata de la mano, sin levantar el rostro y sale de la tienda, hay algo en esa mujer que le resulta conocido. Cuando rozó su cuerpo, sintió un extraño escalofrío como el de la noche anterior. Sale detrás de ella, se detiene en el pasillo, ella voltea y se encuentra con su mirada. —¡Eyyy! Aguardé un minuto —dice él, haciendo señas con su mano. Ella camina con mayor rapidez y aprovecha metiéndose entre las personas que hacen la cola para entrar al cine y ver la nueva película ganadora del premio Oscar, CODA. Se escabulle entre la gente y logra perdérsele de vista. Entra a uno de los Starcup, pide un café expreso para calmar sus nervios, se sienta em una de las mesas próximas a la vidriera. Saca su celular, verifica la hora. Se levanta y decide regresar en Uber hasta el bar. Ya ha sido suficiente tener que huir de dos hombres, un mismo día. Media hora después ya está en el bar. Va hasta su habitación, coloca la bolsa sobre la cama, saca los conjuntos y observa que uno de ellos, no tiene la pantie, debió extraviarse cuando se le cayó la bolsa. Quizás por ello, el hombre sin nombre la estuvo llamando. Aún no sale de su asombro y aún no entiende por qué no logra sacarlo de su mente.
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