La No Exclusiva del CEO

Prólogo "Sabes que estás enamorado cuando no quieres acostarte porque la realidad es por fin mejor que tus sueños" Dr. Seuss Adriana es una chica que desde muy temprana edad ha tenido que aprender a sobrevivir. Su vida no fue fácil, ni siquiera al comienzo. Su madre durante el parto tuvo una complicación y murió. Su abuela, quién se ha encargado de cuidarla siempre, no ha logrado controlar el carácter rebelde de esta hermosa joven. Si, hermosa joven. Ella es de piel caucásica, su cabello tiende a verse anaranjado por el sol, pero en la oscuridad, resplandece como el fuego. Tiene pecas que parecen salpicaduras de chocolate en las mejillas, su pecho y su espalda. Antes de cumplir sus dieciséis años, conoció Oswaldo, un chico de la escuela, con quien se divertía conversando de temas poco usuales entre una chica de su edad y un joven con las hormonas a mil. Pero se divierten hablando sobre los astros y la influencia que tienen en todos los seres que habitan nuestro planeta; a veces dialogan a cerca de los extraterrestres y los ovnis o sobre su sueño de ser la primera mujer en tocar la luna. Ese es su sueño, ah también ser bailarina de un musical de Broadway. Acostados en el piso de la terraza de desde donde contemplan el cielo estrellado y las constelaciones; ella suspira tras cada una de las historias que él le cuenta. Oswaldo es un chico bastante afortunado, sus padres son una de las parejas más elogiadas del barrio. Aunque él desea ser como ella, libre y rebelde. Ella por el contrario quisiera tener como él, sus padres junto a ella. Él se voltea de lado y la mira, ella siente su mirada, voltea y sonrié, sigue contemplando las estrellas. –¿Quieres verlas más de cerca? –pregunta él. –¡Sí por supuesto! –responde ella. –¡Acércate más! Ella se aproxima, él se acerca a ella. Le pide que cierre sus ojos y que los abra a la cuenta de tres. Ella lo hace, confía en él. Oswaldo coloca sus ojos cerca de los de ella, incluso siente su respiración agitada y su aliento. –Abre tu ojo izquierdo. Cuando ella lo hace, observa su pupila y una o dos luces pequeñas, similares a unos luceros. –¡Eres un tonto! –le dice ella, apartándolo. Él ríe a carcajadas, ella se sube sobre él y comienza a golpearlo con sus manos. Parecen un par de niños, se divierten como tal. Excepto cuando él la sujeta de ambas manos, la hala contra su pecho y la besa. Ella nunca ha besado a un chico. Lo poco que sabe, es de las novelas que su abuela ve todas las noches y que ella disfruta ver juntas. –Ese hombre es malo –conversa con el televisor, mientras pasan la escena– ¡Déjalo Anita, deja a ese muérgano! –grita angustiada. Adriana ríe a carcajadas cada vez que está a su lado. Hasta que su abuela, se saca una de las sandalias y amaga a lanzársela. Entonces, ella se levanta y corre hasta su habitación. Cierra sus ojos y siente sus labios algo húmedos, y la lengua de él dentro de su boca, moviéndose como una serpiente. Él la gira y la coloca debajo, ella abre sus piernas y siente algo duro presionando su pelvis. Asustada lo empuja nuevamente. Se incorpora, se levanta y sacude su falda de jeans. –Me tengo que ir, debo hacer cosas en casa. Te veo mañana en el colegio. Él sonrié, ella baja las escaleras, da un salto y llega hasta el patio de su casa. Oswaldo se levanta, observa su erección. Se acomoda el pantalón y entra por la ventana hacia su habitación. —¡Abue! ya estoy aquí —le grita desde el pasillo, a lo lejos escucha, la tos de su abuela. Adriana entra a su cuarto, se lanza sobre la cama, comienza a recordar, siente el sabor y calidez de los labios de Oswaldo y acaricia los suyos con ternura. Recuerda la tibieza de su cuerpo y la sensación de su cuerpo cerca del suyo. Siente un extraño cosquilleo en sus entrepiernas, las apreta con fuerza. Es tan raro todos aquello. ¿Por qué se estremece desde adentro al pensar en su amigo? ¿Qué la hace desearlo de esa manera? "Reacciona Adriana" se dice a sí misma. Él es su amigo desde hace más de cinco años. Pero no puede negar que aquel beso, fue especial para ella ¿lo habrá sido para él también? Se va quedando dormida, pensando en ese su primer beso. El primero de muchos.