Me siento histérica mientras tomo la sábana y salgo de la cama respirando agitadamente. El dolor de cabeza es fuerte, pero el terror que siento en este momento donde Inuyasha está desnudo frente a mí, es algo a otro nivel. Giro mi rostro mientras busco la ropa que tenía ayer, pero apenas encuentro mi sujetador que tomo y agarro bien la tela que me envuelve cuando esta piensa caer.
No recuero absolutamente nada. Nada de lo que se supone pasó en esta habitación, pero pasó porque mi entrepierna esta sensible y muy adolorida. Las lágrimas comienzan a agruparse en mi rostro y corro hasta el baño cerrando la puerta y dejándolas caer.
Kikyo.
No puedo creer que le haya hecho algo tan bajo a mi mejor amiga. El estómago se me revuelve y corro hasta el inodoro y sacar todo lo que tengo en el estómago mientras las lágrimas bajan de mis ojos. No puedo creer lo que hice. Sigo vomitando y llorando hasta que mi estómago se siente mejor. Respiro agitada y me levanto a cepillar mis dientes.
Me veo en el espejo y jadeo. Tengo marcas, marcas en mis muñecas, en mi cuello. ¿Qué diablos? Me pego de la pared y aguanto un jadeo de dolor. Cuando me desnudo mis ojos se abren con sorpresa. Tengo marcas en varias partes que vuelven a revolverme el estómago. Cuando giro y miro mi culo hago una mueca, la marca de una mano está en mi blanca piel que sigue algo roja. ¿Qué demonios se supone que hice?
Me meto a la ducha sintiendo como las lágrimas siguen bajando. Me dejo caer en el suelo de la ducha. Kikyo me odiará. Mi mejor amiga me alejará de ella porque soy una jodida traicionera que le bajó al novio.
Pero no recuerdo nada.
Y si... ¿Y si él abusó de mí?
Sería estúpido que esté al lado mío al despertar.
Maldición, es que solo recuerdo hablar con Kikyo, venir al hotel a dormir y nada más. No hay nada luego de eso.
Me baño sintiéndome la peor escoria del mundo, Kikyo no perdonaría una traición así, ni yo misma me perdono.
Kikyo puede ser muchas cosas en la vida, puede hacer muchas cosas cuestionables, pero jamás se acostaría con uno de mis novios. Siempre ha respetado las relaciones de sus amigas, jamás haría algo tan bajo como lo que le acabo de hacer.
Es en este momento que mi mente maquina a la velocidad de la luz ignorando el palpito que siente mi cabeza de dolor, ahora solo tengo que buscar una solución para la estupidez que cometí. Me sobresalto cuando la puerta es tocada suavemente.
Otro problema que debo enfrentar.
Me cubro con una toalla mientras abro la puerta encontrándome con los ojos de Inuyasha mirándome fijamente. La preocupación y vergüenza es lo más llamativo de su mirada en este momento.
—Aquí tienes tu ropa, cámbiate, debemos hablar—tomo la ropa en silencio sintiendo una vez más la acidez de mi estómago.
Cuando me cambio veo mi reflejo y una de más mis muñecas con un color morado en ellas, como si hubiesen sido sujetadas con fuerza de algo.
En realidad, no me siento preparada para hablar con Inuyasha ahora mismo, solo quiero huir de él, de Kikyo. No quiero estar cerca de ninguno de los dos porque mi mente culpa a uno y de la otra siente vergüenza.
Cuando salgo veo que tiene la ropa de ayer y trago en seco mirándolo y manteniendo la lejanía de su cuerpo lo máximo posible. Ambos nos miramos con profunda vergüenza y el querer lanzarle la culpa a la otra persona es palpable.
—No recuerdo nada—es lo primero que digo mirándolo—no sé si fue por mi voluntad o si me obligaste a algo—comento abrazándome a mí misma. Los ojos de Inuyasha se abren y parece como si acabara de darle una bofetada con mis palabras.
—¿Acaso insinúas que abusé de ti?—siento ganas de llorar, pero no digo una palabra—entonces creo que la que abusó de mi fuiste tú porque no tengo ni puta idea como diablos terminé en la habitación de hotel que reservé para ti. Se supone que mi habitación es la del frente, no ésta—él respira agitado y pasa las manos por su pelo. Sus ojos están irritados, yo me siento muy asustada como para prestar del todo atención a sus palabras. Sus ojos miran mis muñecas y abre los ojos parpadeando mientras por primera vez se da cuenta de varias marcas que sobresalen debido a la poca ropa que traigo.
Un sollozo se escapa de mis labios sin poder evitarlo. Inuyasha parece culpable mientras ve mi cuerpo y yo solo siento que quiero morirme en este momento.
—No recuerdo nada—sollozo cubriendo mi rostro—absolutamente nada y me niego a creer que yo traicioné a mi mejor amiga. No puede ser, no soy esa clase de persona. ¡Oh Dios!—chillo dándome cuenta que si digo la verdad realmente la perderé.
Ella puede aceptar cualquier traición y fingir que no le dolería, pero sé que una traición de mi parte la destrozaría. Kikyo es muy extrovertida, pero a pocos considera realmente sus amigos.
—Kagome—murmura Inuyasha mirándome y niego.
—No le diremos anda, en este maldito lugar no ocurrió nada—las palabras salen con seguridad de mis labios mirándolo.
—No aceptaré eso, no le mentiré ni le ocultaré la verdad, ella merece mi sinceridad y...
—¡Me importa mierda tu jodida sinceridad!—exploto gritándole. Paso las manos por mi rostro varias veces—si Kikyo sabe que esto ocurrió la perderé para siempre.
>> Tú puedes ser su novio, llevan poco tiempo juntos y posiblemente no te importe que ella te mandé al diablo cuando lo sepa, pero Kikyo es mi mejor amiga. Tú no sabes cuánto adoro a esa mujer para que quieras alejarla por algo que NO OCURRIÓ—él niega.
—No me gustan las mentiras, lo siento por ti, pero...
—Ella te abandonará cuando lo sepa—quiero creer que realmente yo no estoy manipulando la situación, desconocía esa parte cruel mía, pero no pienso perder a Kikyo y realmente ahora no sé cómo lidiar con este asunto. Todo se escapa de mis manos—esto será nuestro secreto, Inuyasha—lo miro fijamente y él parece desconcertado de mi actitud—lo siento, pero si dices algo mentiré y te haré ver como un auténtico hijo de puta—trago en seco.
—No puedo creer lo egoísta que eres—siento las lágrimas bajar.
—Puedes llamarme como quieras, pero justo en este momento de mi vida no puedo dejarla ir—me abrazo—por favor, no digas nada—él ve mi rostro y como las lágrimas caen del mismo.
—Lo que quieres hacer no es de amigos—me encojo de hombros.
—No me importa, cuando comprendas todo lo que puedo perder si Kikyo se enterara de esto, si te pusieses en mi lugar por tan solo un momento entonces dejarías de juzgarme con la mirada como lo haces en este momento—le respondo llorando—siempre ha sido una buena amiga, Dios, esa chica es como mi hermana y no voy a perderla por un hombre—él niega.
—Kagome, no es justo para nadie. Ella no merece esto—asiento, es cierto.
—Inuyasha, realmente no tengo mente para pensar lo que es justo o no en este momento. Estoy tratando de no enloquecer mientras hablamos porque hice algo que no me perdonaré jamás en la vida, esto jamás debió pasar. Kikyo no merece esto, es cierto, pero no puedo pensar con claridad las cosas y si tan mal te sientes entonces dile que la engañaste, pero solo te pido por favor, por el poco tiempo que hemos sido amigos que no le digas con quien. Solo eso te doy a pedir—él niega mirándome como si mi idea fuese realmente descabellada—¿no recuerdas nada?—él me mira y suspira.
—Solo tengo pequeñas lagunas que no me llevan a ningún lugar—murmura y asiento. Él toma un abrigo y se me acerca—cúbrete con esto... yo... lo lamento. Aunque no recuerde, no sé cómo demonios terminaste de esa manera—murmura viendo las marcas en mis manos. Me siento cohibida mientras tomo el abrigo y cuando me lo coloco me llega hasta las rodillas haciéndome sentir protegida de inmediato. Al menos oculta todos los moratones en mi cuerpo—realmente lo siento, no planee en ningún momento algo como esto, te juro que jamás en la vida abusaría de una mujer. Eso es denigrante, hacer algo como eso es una bajeza de lo peor, te lo juro Kagome. Borracho o no, nunca haría algo como eso—pero veo sus labios temblar—no me creo capaz de hacer daño, pero tengo miedo de si realmente fui capaz—murmura y veo lagrimas bajar de su rostro.
—Un secreto—le recuerdo y él asiente. Trago en seco alejándome—yo necesito poder en orden mis pensamientos—digo y él toma mi mano. Lo miro con miedo.
—Luego debemos hablar de lo que ocurrió aquí, ¿bien?—asiento queriendo escapar lo más rápido de aquí. Con la poca dignidad que siento, tengo en este momento me alejo.
La verdad es que mi mente se siente fuera de mi cuerpo. Solo puedo reprocharme y buscar en mi mente, pero al contrario de Inuyasha yo no tengo una sola laguna. Es como un borrón en mi mente. Acaricio mis muñecas siendo las náuseas nuevamente. Eso me hace detener en seco. ¿Usamos protección? Maldición, no recuerdo nada. Busco una farmacia cercana y compro lo que necesito, una pastilla del día después. No puedo dejar cabos sueltos, aunque quiera enloquecer en este momento.
El sol me da en lleno y debo verme como una lunática mientras camino llorando, pero nada de eso me importa. Solo quería salir un rato, relajare de mis problemas, no buscar más. Mi cabeza palpita y gracias al cielo al menos mi bolso sigue conmigo. Busco dinero y llamo un taxi.
En el transcurso solo estoy llorando bajo la mirada que me dedica de vez en cuando el chofer. Quiero que la tierra me trague o que todo retroceda y no cometer la imprudencia que cometí. Cuando llego al edifico de Miroku trato de calmarme, p**o y bajo del auto.
No sé si está en casa, espero que sí porque lo último que quiero es ir a la mía. Quiero evitar a Inuyasha y Kikyo hasta que me sienta preparada de enfrentar la realidad, una donde soy una zorra que termina en la cama del novio de su mejor amiga.
Cuando toco la puerta de Miroku espero con paciencia. Me abre una esbelta mujer en ropa interior y me mira con asco mientras me repasa con la mirada. Ella sonríe mientras se cruza de brazos y no me permite la entrada al lugar. Mis ojos deben estar rojos mientras miro a la mujer que seguro Miroku consiguió anoche para un revolcón.
—¿Quién diablos eres?—pregunta haciéndome ver que tiene mejor cuerpo que yo—si buscas a Miroku está ocupado conmigo así que puedes venir en otro momento—escucho pasos antes de que mi mejor amigo aparezca bostezando. Lo relajado que se ve cambia cuando nota el panorama, para ser exactos cuando nota mi rostro y el desastre de persona que debo verme justo ahora. Él camina hasta la puerta y antes de que pueda emitir una palabra estoy abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas corren con fuerza por mis mejillas.
—¿Kagome?—pregunta preocupado—¿Qué sucede?—niego mientras lloro.
—Miroku, ¿Quién diablos es esta mujer? Que se largue para seguir divirtiéndonos—dice la mujer, pero yo continuo llorando en brazos de la única persona que necesito ahora mismo.
—Estuvo bueno lo nuestro, pero debes marcharte. Ella es quien se quedará—escucho decir a Miroku mientras me abraza con fuerza.
—¿De verdad?—miro a la mujer que está enarcando una ceja.
—Cámbiate y adiós—quiero sentir pena por ella, pero se portó feo conmigo.
—Bien—escucho sus pasos y Miroku me hace alejarme para mirarme.
—¿Que sucede?—niego limpiando mis lágrimas.
—Estoy acabada Miroku, quiero morirme—confieso mirándolo.
—¿Pero qué dices, Kagome?—niego y lo abrazo una vez más.
Pero, aunque no abrazo el malestar de saber que le fallé a alguien que amo continua, siempre continuará.