Mi mirada está puesta en la chica de sonrisa bonita. Me gusta observarla porque es de esa clase de personas que transmite una paz con solo verla. Creo que ella nota mi mirada y me sonríe con esa dulzura que he visto en ella desde que me atendió.
Cuando desplazo mi vista lejos de ella me doy cuenta de que Sesshomaru Taisho no es muy puntual y que va con un retraso de 20 minutos, si pasan 10 minutos más entonces no voy a esperar y me largaré de aquí. Se supone que el más interesado en esto es él, no yo.
Cuando veo la hora y luego la entrada, lo veo. Va vestido informal, pero esa cabellera y ojos distrae a varias señoritas que lo miran como si fuese lo más hermoso que ha pisado la tierra. Cuando llega se detiene frente a mí y suspiro.
—Siento la tardanza—lo miro detenidamente haciéndolo removerse incomodo en la silla, cuando lo hace entonces la aparto.
—Estaba esperando diez minutos más para largarme, tienes suerte de llegar antes de ese tiempo—confieso con total tranquilidad.
La mirada neutra está en él una vez más. Este es la clase de hombres que seguramente es un aficionado al trabajo, tal vez eso también influyó en querer arruinar su vida uniéndose con mis padres, porque se los destructivos que pueden ser y no me parece justo que eso ocurra.
—Gracias por aceptar encontrarte conmigo, pensé que me mandarías a... que me dirías que no—dice y dejo caer todo mi peso contra el respaldo de la silla observándolo atentamente.
—Supongo que aún queda humanidad en mi—murmuro solo para mí—¿Por qué aceptaste ese circo de la boda?, no pareces alguien que se deja influenciar de esa manera, no me imagino una persona como tú haciendo lo que los demás dicen que hagas—él sonríe un poco y esa sonrisa me hace recordar a cierto idiota que trato de evitar.
—Y estas en lo cierto, no sé en qué pensé cuando acepté la propuesta, pero luego me puse a pensar que no quería en mi vida alguien con una lengua tan afilada como es la tuya—abro mis labios con sorpresa y él sonríe—¿Qué?—pregunta divertido con mi reacción—¿esperabas con gruñón total? Lo siento, pero serio en su totalidad solo en el área de trabajo—se inclina para mirar mi rostro—eres bonita, pero no el tipo de mujer que me gusta—me incorporo totalmente rodando mis ojos.
—Tú tampoco eres el tipo de hombres que me gusta, así que puedes dormir tranquilo—digo en una mueca.
Porque el tipo de hombre que actualmente me gusta tiene una boca pecaminosa, unos besos que me hacen perder la cordura y me ha dado una follada monumental que ya recuerdo en su totalidad. El cómo se sintió, el cómo ardí y eso es lo peor, torturar mi mente en dos cosas: que le fallé a Kikyo, pero aun así sigo disfrutando de esa noche en mi mente.
Esas dos cosas son muy jodidas.
—Eres más el tipo que seguramente le gustarían a mi hermano—confiesa luego de un rato en silencio.
—¿Eres casamentero ahora?—pregunto causando su risa.
—¿En serio eres hermana de Abi? Porque no se parecen en absolutamente nada y no hablo de lo físico—suspiro y paso la mano de manera distraída por mi muñeca.
—Nunca hemos sido precisamente las más cercanas—murmuro despacio. Veo a la chica de sonrisa amigable acercarse y detenerse frente a nosotros. Rin me sonríe, supongo que reconociéndome ya que visito mucho este local. Me gusta, es acogedor y la comida es deliciosa.
—¿Listos para ordenar?—pregunta sin perder la sonrisa en sus labios.
Sus ojos pasan a mi acompañante y veo como esos bonitos ojos se abren con la sorpresa en ellos. Enarco una ceja mientras Sesshomaru mira el menú, ella lo mira a él. Aclaro mi garganta con una sonrisa haciéndola mirarme muy sonrojada.
—Yo sí, quiero una ensalada—murmuro odiando eso en su totalidad, pero es parte del trabajo.
—Pensé que no eras de las que se acomplejaban o buscaban estar mas delgadas—comenta Sesshomaru con la vista fija en el menú.
—Bueno, lamento decirte que trabajo como modelo por el momento y tengo una dieta que seguir—él levanta la mirada hacia mí con una mueca antes de posarla en Rin.
El hombre debería ser menos expresivo porque en el momento que la ve es como si babeara sobre ella. Por lo que deduzco que el tipo de mujer que le gusta a Sesshomaru es una hermosa chica de rostro angelical.
—Quiero pollo... digo, pollo a la parmesana—murmura—y un vino, gracias—Rin lo anota y sonríe cordial antes de huir.
—Supongo que ya se el tipo de mujer que te gustan—susurro con una sonrisa en los labios.
—Estas demente—es lo que dice, se pone algo serio—¿me explicas lo de tu familia?—pregunta y suspiro.
—Son ambiciosos Sesshomaru, buscaban un matrimonio para adentrase en sus negocios y de a poco hacerlos caer para que no sean competencia, cayendo ustedes y beneficiándose ellos. No quieren competencias en el mercado, lo he visto antes, es así como ellos actúan. Al menor descuido no tendrán nada más que una empresa en la quiebra y muchas deudas que pagarle a mi padre—la sonrisa irónica que se forma en mis labios siempre que recuerdo a mi padre aparece—no son buenos, nunca lo serán—sentencio con tranquilidad.
—¿Así que estaba yendo directo a la boca del lobo?—pregunta y veo como sus labios forman una fina línea. La molestia en su expresión es clara por lo que asiento con tranquilidad antes de que nuestras ordenes lleguen y con el pesar de toda mi alma coma la maldita ensalada.
—Exacto—él suspira viéndose cabreado, pero come con tranquilidad. Yo lo miro con curiosidad, Sesshomaru Taisho no parece el hombre que me pinté en la cabeza el día que lo vi en casa de mis padres.
—Se supone que llegaríamos a un acuerdo, el matrimonio entre familias era más una promesa de que no nos traicionaríamos—me mira—tu familia es horrible—me encojo de hombros.
—Ellos querían que me case contigo porque yo no formo parte de su familia, lo que pasara conmigo no les iba a importar—le sonrío.
—Eso es... cruel—no menciono nada más y nuestra orden llega. Comemos en silencio, cuando termino dejo mi parte en la mesa y me levanto.
—No eres como imaginé, puedes llamarme si necesitas ayuda—él asiente y con una última sonrisa me marcho dejando a Sesshomaru Taisho atrás.
***
Mi rostro puede ser perfectamente un meme mundial mientras veo a Inuyasha y Kikyo adentrarse a mi hogar. Ella está riéndose de algo que supongo él le dijo mientras depositan varias cajas de pizza sobre la mesa. Kikyo se deja caer en el sofá con Inuyasha al lado. Sabiendo que me veo ridícula con la mano en la puerta aún abierta, la cierro y camino hasta ellos con curiosidad sobre por qué invaden mi hogar de esta manera, el plan que tenia de estar en mi cama viendo alguna serie no incluyen la tentación más grande que tengo y mi mejor amiga, la traicionada en la historia.
Miro la ropa que aún tengo de hacer ejercicio. Estaba siguiendo un poco la rutina que tengo de ejercicio luego de que me encontrara con Sesshomaru. Se supone que luego de mi rutina todo lo que iba a hacer era irme a dar un buen baño y luego lanzarme a mi preciosa cama a ver alguna serie que me haga olvidar de mis problemas, pero no una serie que me haga pensar, sino una de esas que son muy estúpidas. Si, una que solo me haga reír, cuestionar a los personajes por ser idiotas y me haga distraerme, ese era mi plan.
—No sabía que iban a invadir mi hogar—comento tomando una toalla y limpiando un poco el sudor en mi cuello. Sé que el pantalón de yoga que llevo y el top que no combina con el pantalón me hace ver ridícula, pero también se supone que no iba a recibir visitas y me ejercitaba en casa. Que jodido problema.
—Ni nosotros, estábamos de paseo y como sabía que seguro te quedarías en cada nos pareció buena idea venir a visitarte. Inuyasha propuso la pizza cuando le dije que la amas. Así que ahora puedes disfrutar de un dos por uno sin objeciones Kag—suspiro agotada porque de nada sirve discutir con Kikyo. Ella siempre hace lo que quiere conmigo.
—Estaba haciendo mi rutina de ejercicios porque te recuerdo que ahora tengo un empleo que vende con mi figura—enarco una ceja buscando que ella me lleve la contraria, pero solo la veo encogerse los hombros.
—No me importa, nada que sea una vez al año hace daño—responde guiñándome un ojo con complicidad.
Así que una follada al año a tu novio no hace daño, ¿eh, Kikyo?
Trago en seco con ese pensamiento y me reprendo mentalmente por pensar de esa manera tan horrible. Paso las manos por mi cabello en una coleta alta y me siento frente a ellos. O bueno, frente a la tentación que tanto me provoca. ¿Por qué con solo una mirada siento que Inuyasha me está dando fuerte y en muchas posiciones en su mente? Aunque seguro no es eso y solo pienso en lo que está en mi mente. Mis ojos bajan a sus manos, en cómo se sintió cada nalgada que me dio. De solo pensarlo tengo que pasar la toalla por mi cuerpo porque entro en calor.
—Hay muchas cosas que se hacen solo una vez y hacen daño para siempre—le respondo tomando de la mesa la botella de agua que había dejado antes de que ellos tocaran mi puerta para aparecer.
—No rechaces la oferta Kagome—me dice ella con un puchero—ayúdame Inuyasha—él sonríe de esa forma jodidamente sensual. Mi estómago se siente con la sensación de que me lo aprietan y tengo que juntar un poco las piernas por las reacciones que desata en mi cuerpo.
—No rechaces nuestra oferta Kagome, eso sería un poco cruel—comenta en voz baja, su voz sonando un poco aguda. Trago en seco—es solo un poco de pizza, ¿Por qué rechazarla?—pregunta sin perder esa sonrisa.
¿Seguimos hablando de pizza? Porque siento que él me habla en códigos aun cuando hablamos de algo que Kikyo está participando también entiendo mensajes que solo nosotros conocemos.
—Porque me puede hacer daño—respondo mirándolo fijamente—un poco de pizza puede causar que me despidan, eso no sería genial—Kikyo toma el teléfono que veo sobre la mesa. Inuyasha la mira enarcando una ceja cuando ella lo enciende y frunce el ceño.
—Kikyo, ese es mi teléfono—ella asiente y se lo extiende.
—Pensé que era el mío, igual, desbloquéalo, necesito llamar a alguien—le sonríe con dulzura y él se queda un momento mirándola antes de hacer lo que ella pide.
—Bueno, me daré un baño y luego seguimos discutiendo, ¿sí?—Kikyo asiente y me pongo de pie caminando al baño.
Me despojo de la ropa y me adentro a la ducha abriendo el grifo y dejando que el agua haga el trabajo de calmar mi cuerpo, el agua siempre ha sido un calmante para mi cuerpo, me relaja tanto como otras cosas. Aunque debo admitir que lo que más relaja es una buena jornada de sexo.
Soy de esas chicas que perdió su virginidad a temprana edad. Buscando cariño que en casa no tenía a los 14 años me dejé llevar con un compañero del colegio donde estudiaba, él tenía 17 años. No diré que fue hermoso porque odie a ese chico por lo brusco que fue, mi primera experiencia fue traumática para mí, mucha sangre y el chico no fue dulce. No fue nada de lo que esperé, pero creí que así estaba bien porque él parecía satisfecho.
A los 16 estuve con otro chico y ya no fue tan horrible, hasta que llegué a un punto donde no había dolor, pero no disfrutaba a plenitud.
A los 17 estuve con otro chico y luego hacerlo hecho antes con otros chicos, esa fue la primera vez que logré conseguir un orgasmo que me desalmó por completo. Esa fue la primera vez que en verdad me sentí bien teniendo sexo. Porque antes solo estaba el llenar un vacío de soledad que tenía, ese fue mi primer error.
Me enjabono bien y sé que estoy durando mucho tiempo, pero amo estar tomando un baño. Suspiro cuando escucho la puerta del baño abrirse porque sé que se trata de Kikyo viniendo a joderme como siempre. Le gusta robarse mi toalla para burlarse luego, es como una niña pequeña a veces. Por lo cual cierro el grifo cuando quito la espuma de mi cuerpo y sintiéndome completamente limpia abro la puerta corrediza saliendo y mojando el piso del baño. Levanto la mirada para encontrarme con la sonrisa de Kikyo, pero en su lugar está Inuyasha recostado en el umbral de la puerta del baño mirándome con ojos oscuros.
—¡Dios!—chillo y tomo la toalla envolviéndome con rapidez en ella—¿Qué diablos haces aquí? Kikyo puede entrar en cualquier momento—susurro con los ojos abiertos y él simplemente me escanea.
—Kikyo tuvo un inconveniente y salió dejándome aquí, dijo que vuelve en una hora. Dime Kagome, ¿Qué se puede hacer en una hora?—pregunta entrando y cerrando la puerta detrás de él.
Trago en seco.
—No lo sé Inuyasha—susurro parpadeando. Bajo la mirada al bulto en sus pantalones y siento que me enciendo por todas partes.
—Yo tengo muchas ideas—murmura sonriendo.
—¿Cómo darte una buena mamada?—la pregunta se escapa de mis labios sin quererlo y él sonríe.
—Exactamente—susurra y sé que hoy pecaré.
Porque desde que estuve con él esa noche y recordé lo bien que se sintió, quiero pecar una y otra vez.