Sango me observa con atención, deteniéndose en que cualquier imperfección de mi rostro desaparezca. Es una mujer que cuando de su trabajo se trata es una fiera, esa es la razón por la cual tenemos ese incomodo silencio. O al menos de mi parte, yo quiero confirmar si es cierto lo que escuché de otras chicas y ella está enrollándose al fotógrafo.
La seguridad en toda su pose se ve hasta a kilómetros. No es que me lleve de maravillas con ella porque es nueva y pocas veces hemos hablado, pero si no es cierto que está enrollándose al fotógrafo, al menos me gustaría debatir en su defensa cuando alguien esparza más ese rumor.
Rumor por el cual muchas chicas le han estado dando miradas de odio desde el comienzo de la semana. Ella no merece eso, enrollándose o no al fotógrafo, no merece el trato que usualmente está recibiendo y eso me molesta mucho.
—Listo—comenta sonriendo feliz. Me miro en el espejo y le sonrío a mi reflejo. Yo soy una mujer no muy amante a mucho maquillaje en mi rostro, pero Sango realmente sabe lo que hace porque me encanta como me veo.
—Me veo realmente hermosa—comento admirando su excelente trabajo. Ella se ríe ubicándose detrás de mi asiento.
—Eres realmente hermosa Kagome, tienes unos rasgos muy buenos. Eso fueron excelentes genes—comenta acomodando el maquillaje. Mi sonrisa cae un poco al recordar quienes son mis progenitores.
—Supongo—le respondo de manera distraída poniéndome de pie—¿puedo preguntarte algo aun pareciendo una gran chismosa?—ella me regala toda su atención.
—Si es algo que puedo responder no me importa—muerdo un poco mis labios antes de suspirar.
—¿Te enrollas a Hoyo?—pregunto y ella parece sorprendida con la pregunta antes de reír.
—¿De dónde sacas eso?—me encojo de hombros.
—Es un rumor que se está esparciendo—sus cejas se levantan.
—No me estoy enrollando con él, ya veo porque tan mal trato hacia mi esta semana—susurra sin parecer muy feliz—supongo que es porque nos vieron beber en un bar juntos—rueda los ojos—solo coincidimos y se dio un agradable momento, lo siento pero Hoyo no es mi tipo—termina de decir y rio un poco de la mueca que sus labios tienen—gracias por preguntar y no seguir esparciendo mentiras—le sonrío.
—No hay nada que agradecer, aun no sabiendo la verdad no me pondría en eso de esparcir rumores—aseguro y entro a ponerme el vestido de noche que debo modelar.
En serio que detesto esto.
Los altos tacones hacen que mis piernas se vean kilométricas, el vestido tiene no tiene escote, pero se ajusta a la parte superior haciendo que todo se moldee de manera increíble para luego caer hasta mis muslos.
Cuando salgo Sango me levanta el pulgar y salgo a jugar a ser la modelo. Me siento incómoda, pero trato de no reflejarlo, en serio que detesto esto. Espero pronto conseguir algo mejor que fingir ser feliz y sexy para un catálogo.
Cuando Hoyo termina me regala la usual sonrisa radiante y una de mis compañeras me envía una mirada asesina.
Calmen sus garras por Dios
Luego de dos horas es mi turno nuevamente y estar por horas sobre unos tacones me hace desear correr a mi casa y esconderme para escribir un diario de como odio todo esto.
Siete horas después es que termino y al salir de la ropa y volver a la mía suspiro aliviada. Me siento agotada, pero con mucha hambre. Mi teléfono suena anunciando la llamada de un número desconocido por lo cual contesto.
—Hola—contesto quitando el maquillaje de mi rostro. A lo lejos veo a Sango quien parece molesta al maquillar una chica que no deja de hablar, la frustración en su mirada me provoca ganas de reír.
—¿Kagome Higurashi?—pregunta una voz profunda que me hace fruncir el ceño.
—Ella habla—tomo mi bolso y salgo a paso lento despidiéndome con una mano de Sango cuando ella me mira.
—Soy Sesshomaru Taisho—me detengo analizando quien es este hombre al teléfono—solo pido que me conceda una salida para hablar de algunas cosas, ¿cree que pueda?—lamo mis labios retomando mi caminar.
—¿Por qué debería hablar con usted señor... Taisho?—pregunto confundida. Ese apellido estoy segura de haberlo escuchado antes y no es porque venga precisamente de Sesshomaru.
—Necesito que me aclaré algunas cosas referentes a su familia, no quiero dar un mal paso con ellos—abro la puerta de mi coche al llegar a él. Me pienso lo que haré.
Ellos arruinaron mi oportunidad de ejercer lo que me gusta, bien, yo puedo arruinar los planes ambiciosos que poseen. Tengo miedo porque poco a poco cosas importantes están dejando de ser consideradas muy importante en mi vida. Algunos valores morales son parte de ellos.
Nunca fui una persona que le va eso de pagar con la misma moneda, siempre me ha parecido estúpido porque no tengo que rebajarme al nivel del otro para darle su merecido, pero ya ven, esa es una de las tantas cosas que comienzo a cambiar sin siquiera darme cuenta. Me estoy convirtiendo de a poco en alguien que no conozco.
—Está bien, ¿le parece mañana?—pregunto—hoy tengo asuntos que atender, por lo que no puedo—escucho como suspira, como si estuviese agotado.
—Está bien, usted indique lugar, hora y me tendrá—asiento aun cuando no me puede ver.
—Señor Taisho—lo llamo subiendo al coche y poniendo mi cinturón de seguridad.
—¿Si?—suspiro.
—No confíe en la familia Higurashi, aprenda a investigar antes de hacer negocios o podría quedar muy mal parado. Que tenga lindo resto del día, le estaré enviando lugar y hora—cuelgo sin darle la oportunidad de responder.
Pongo el auto en marcha sin creer que yo realmente vaya a hacer esto, pero luego de pensarlo mucho llegue a la conclusión de que lo necesito. Y no solo de pensarlo, sino luego de ver las cuentas que no se terminan de pagar.
Aun no me llaman de ningún lugar, supongo que mi padre sigue moviendo las cuerdas para que ni un mísero empleo pueda conseguir. Cuando llego no puedo evitar sorprenderme porque pensé que esto iba a ser algo pequeño, no algo que se ve muy refinado. Estaciono mi coche entrando y mirando todo con curiosidad.
Veo a chicas y chicos jóvenes entrar hablando animadamente. Camino al área de adultos para seguir observando. Cuando mis pasos resuenan contra el suelo veo una espalda amplia, veo los movimientos bien coordinados mientras nada con rapidez. Observo fascinada lo bien que se mueve en el agua, mis pasos se escuchan por el solitario lugar. El cuerpo del hombre llega a la orilla y escucho algo sonar. Lo veo tomar grandes bocadas de aire antes de retirar el gorro de su cabeza y una cabellera oscura aparecer. Los lentes son retirados y los ojos de Inuyasha me mira. Contengo la respiración cuando la sonrisa que me dedica me tensa por completo.
Lo veo tomar impulso y es como si en cámara lenta viera como todos los músculos de la parte superior se contrajeran. Él sale del agua y debe ser un jodido delito tener a este hombre en solo un traje para natación puesto. Veo como las gotas caen por ese mojado cuerpo, sus brazos fuertes y su amplia espalda.
No sé qué cara debo tener, pero esto ocasiona que su risa retumbe en el lugar ya que estamos completamente solos aquí, pero veo a personas caminar por el pasillo por lo que me relajo siendo consciente de que él no haría un movimiento arriesgado. Al menos mi estabilidad emocional aun es buena.
—Estoy sorprendido de verte aquí—es lo que dice caminando hasta tomar una toalla y secar su rostro para ir secando partes de su cuerpo.
Está tan bueno
—Yo también—comento intentado encontrar la coordinación de mis pensamientos y lo que sale de mi boca.
¡Concéntrate Kagome!
—¿A qué debo que la persona que más huye de mí se encuentre aquí?—lamo mis labios y camino un poco haciendo que mis tacones suene contra el suelo. Se supone que este no iba a ser el lugar al que vendría, pero los planes cambiaron por lo que tomé unos tacones que tenía en el auto y me los coloqué.
—Trabajo—eso llama por completo su atención—vengo por trabajo—él asiente.
—¿Cómo sabía que estaba aquí?—me encojo de hombros.
—No lo sabía, solo estaba siendo curiosa en ver el lugar antes de cualquier cosa, pensé que esto apenas estaba iniciando, pero veo muy buen movimiento en el lugar—él asiente con una sonrisa—no les va nada mal—trato de ignorar lo que se le marca en su ajustada ropa, porque eso solo me lleva al mismo problema de siempre.
Una calentura que me jode la vida.
—Puedes dejar tus documentos en recepción—me dice y asiento dándome le vuelta para irme—Kagome—lo miro cuando me llama, su mirada oscura no me indica nada bueno—¿planeas mantener nuestro travieso secreto para siempre?—respiro hondo cuando mis latidos comienzan a ser más rápidos.
—No lo sé Inuyasha, puede que en algún punto me aburra de que me estés jodiendo con eso y lo confiese—respondo con tranquilidad.
—Creo que te causa morbo toda la situación—una risa sin nada de gracia se escapa de mis labios.
—Claro, porque mentirle a mi mejor amiga es algo que me causa morbo—respondo siendo sarcástica—pensé que eras buen novio con ella, pero solo eres un narcista de mierda que de verdad cree que logrará algo más conmigo. Estaba borracha, de no ser de esa manera nunca hubiese pasado algo entre nosotros, pero parece que fui buena, estoy jodiendo tu cabeza aun—veo como sus labios se convierten en una fina línea por lo que doy un paso más cerca de él—¿es eso?—pregunto deteniéndome frente a él—¿fui tan buena que soy imposible de olvidar?—la sonrisa en mi rostro sé que debe joderle, pero estoy cansada de que se crea lo último en mi vida.
—No estabas borracha cuando me correspondiste el beso—responde y acerca su rostro al mío—así que no quieras culpar al alcohol de que me deseas como nunca has deseado a alguien. Te causa morbo que la persona que deseas sea prohibida para ti—su voz baja causa que me tense.
—¿De verdad quieres a Kikyo?—pregunto confundida—porque la estas traicionando mucho para decir que la amas—aseguro con total tranquilidad.
—Si a eso vamos tú tampoco la quieres como tanto declaras, mi querida Kagome—comenta tomando un mechón de mi pelo suelto entre sus dedos y dándole suaves vueltas—porque te veo haciendo lo mismo que yo, al final no somos tan diferentes—me aparto cuando soy un paso atrás.
—¿Qué paso para que cambies así?—pregunto confusa—¿o solo fue una actuación lo del novio que amaba a su novia?—él niega.
—El mismo dilema que tienes tú lo tengo yo—responde—ambos la queremos y al final del día nos deseamos como dos dementes—antes de que pueda analizar él se acerca y rodea un brazo en mi cintura pegándome a su cuerpo aun un poco húmedo. Trago en seco levantando la mirada, él sonríe con gracia al ver el nerviosismo en mi mirada—somos dos pecadores, ¿lo peor?, que nos encanta serlo—trato de alejarme, pero él me tiene bien presionada.
—Habla por ti basta...
Mis palabras se quedan en el aire cuando acerca sus labios y los estampa contra los míos, lucho por liberarme y mis manos se colocan en su pecho para alejarlo, pero a último momento suben a su cuello y lo beso.
Los besos de Inuyasha siempre los voy a comparar con el mismo infierno, porque es así como me hace sentir. Me alejo y esos ojos me observan siendo los ojos de un cazador que va por su presa. Trago en seco liberándome.
—Ya te lo dije, somos dos pecadores—cuando mi mano impacta contra su mejilla él queda en silencio. El choque de mi mano en su mejilla resuena tanto que me hace sorprender. Mi respiración es rápida y mis labios arden por más de sus besos.
—Anota eso entonces en mis jodidos pecados—me giro caminando a paso rápido, dejo mis documentos en recepción y cuando subo al auto se dos cosas:
La primera es que posiblemente consiga el empleo.
La segunda es que pude buscar en otros lugares, pero caigo otra vez por estar más cerca del pecado.
Porque al final Inuyasha tiene razón, somos dos pecadores y por alguna retorcida razón... eso me gusta.