Emiliana Esperé el regreso de Angelo durante horas, pero no apareció. No podía dormir tranquila sabiendo que cruzaría la puerta de la habitación en cualquier momento y me encontraría dormida con la guardia baja. Deambulé por los alrededores de la casa durante minutos, cuando llegué al primer nivel y pasé frente a la chimenea me topé con Alonzo, quién no se dio cuenta de mi presencia gracias a la soledad que parecía querer conservar mientras movía la leña encendida con el atizador. Sus ojos se perdían en las llamas haciendo cenizas la leña, algo en el interior me hizo creer que la pena que cargaba consigo lo estaba superando. Debatí si acercarme o no, al final decidí que sí puesto que recordé cómo reaccionó la vez que me encontró recorriendo entre las calles sin dirección alguna tras