El eco de las palabras de Luisa resonaba en mi mente como una tormenta. "Dimitri y yo salimos hace meses", "Hace unas noches cuando la pasamos juntos". Intenté mantener la compostura, pero sentía cómo el enojo y una inesperada inseguridad se mezclaban dentro de mí.
—¿Estás segura de que estás bien? —preguntó Elyf, observándome con preocupación.
—Sí, no te preocupes. —Forcé una sonrisa que claramente no la convenció del todo.
—Kate... —insistió, pero antes de que pudiera continuar, Dimitri apareció, como si intuyera que algo no estaba bien.
—¿Todo en orden? —Su mirada se movió entre nosotras, deteniéndose en mí.
—Perfectamente —respondí, evitando su mirada y fingiendo que todo estaba bajo control.
—Elyf, ¿podrías ayudarme con Azad? Está jugando con unos niños y parece que necesita supervisión. —Dimitri habló con su tono calmado habitual, pero su expresión denotaba que quería quedarse a solas conmigo.
Elyf asintió con un encogimiento de hombros y se marchó tras un suave "con permiso". Una vez que nos quedamos solos, Dimitri se acercó más, inclinando su cabeza para buscar mis ojos.
—¿Qué pasó? —preguntó en voz baja, pero firme.
—Nada —mentí, cruzando los brazos—. Todo está perfectamente bien.
—Kate, no soy estúpido. —Su tono era más serio ahora, y me obligó a mirarlo—. Algo te molestó. ¿Fue Luisa?
Ese nombre hizo que una punzada de rabia me recorriera el cuerpo. Pero en lugar de responder, desvié la mirada hacia el salón, buscando un punto fijo donde enfocar mi atención.
—¿Por qué no me lo dijiste? —solté de repente, sin poder contenerme más.
—¿Decirte qué? —preguntó, desconcertado.
—Que saliste con Luisa. Que ella cree que tiene algún tipo de derecho sobre ti. —Mi voz era baja pero cargada de acusación.
Dimitri frunció el ceño, claramente sorprendido.
—¿Qué te dijo exactamente? —exigió, su tono más frío ahora.
—No importa lo que haya dicho. —Di un paso hacia atrás, alejándome de él—. Lo que importa es que me lo ocultaste.
—Kate, eso no tiene nada que ver con nosotros. —Dimitri suspiró, pasando una mano por su cabello, un gesto que solo hacía cuando estaba frustrado—. Sí, salí con Luisa hace meses, antes de que nos casáramos. Pero no significa nada. No ha significado nada desde entonces.
—¿Y lo de hace unas noches? —pregunté, mirándolo fijamente.
Su rostro se tensó, y su mandíbula se apretó.
—Eso es mentira. —Su voz fue firme, casi cortante—. No he estado con Luisa, ni con nadie más, desde que nos casamos. ¿De verdad crees que haría algo así?
Quería creerle, pero las palabras de Luisa seguían rondando mi mente como un veneno. Observé su expresión, buscando señales de mentira, pero lo único que encontré fue una mezcla de enfado y decepción.
—No sé qué pensar, Dimitri —admití finalmente, con la voz cargada de sinceridad.
Él dio un paso hacia mí y tomó mis manos, obligándome a enfrentarlo.
—Escucha, Kate. Sé que nuestro matrimonio es solo un compromiso, pero te aseguro que jamás haría algo para faltarte al respeto, ni a ti ni a lo que estamos construyendo por Azad. Luisa está intentando manipularte porque sabe que ya no tiene poder sobre mí.
Su tono era tan convincente que sentí cómo una pequeña parte de la tensión en mi pecho comenzaba a disiparse.
—Entonces, ¿por qué ella cree que puede decir esas cosas? —pregunté, aún con recelo.
—Porque no sabe aceptar que perdió. Y porque probablemente esperaba que reaccionaras justo así. —Sus dedos se entrelazaron con los míos, y su mirada se suavizó—. Kate, no le des ese poder.
Suspiré, sintiendo que el enojo comenzaba a dar paso al agotamiento. Quería confiar en él, pero la incertidumbre seguía ahí, latente.
—Está bien, Dimitri. —Me aparté suavemente de su agarre—. Pero necesito algo de tiempo para procesar esto.
Él asintió, respetando mi espacio.
—Tómalo. Pero te prometo que no tienes nada que temer.
Volví al salón, sintiendo el peso de todas las miradas sobre mí una vez más, así que rápidamente traté de escabullirme de ellas.
***
La cena la anoche anterior había terminado con éxito. Pese a que no volví a ver a Luisa en toda la noche, Dimitri respetó mi palabra y me dio completamente mi espacio.
La tarde estaba haciendo muy ocupada con los preparativos de la cena de noche buena. Dimitri había contratado dos chicas para que me ayudaran con todo ya que hoy seremos los anfitriones y recibiremos a toda la familia.
Al finalizar todo y colocarlo en la mesa como lo planeado sonrió completamente satisfecha por los resultados.
Observo mi reloj y faltaba poco para empezar con la cena. Me despedí de las chicas pidiéndole a Badu que las llevara a su casa junto a su p**o y algunos obsequios por la ayuda.
Subo a la habitación de Azad encontrándolo recogiendo sus juguetes. Me inclino ayudándolo para así terminar más rápido.
—Es hora de un baño para poder vestirte galán.
—¿Puede ser en la bañera? —Asiento —. ¡Yupi!
Da saltos yendo hacia el cuarto de baño, le sigo el paso y luego de un divertido baño empiezo a vestirlo casual para la ocasión.
Termino de acomodar su pequeño corbatín y dejo un beso en cada una de sus mejillas.
—¿Sabes que eres lo mejor que me ha pasado verdad? —Acarició sus mejillas.
—Tu también Kate —Me abraza —. Gracias por quererme como lo hacía mi mamá.
—¿La extrañas verdad?
—Si. Pero ella me dijo que no preocupara, que tú me cuidaras y me querrás como ella lo hacía.
—¿Ella te dijo eso? —Asiente.
—Mamá me visitó en mis sueños y me habló de ti. Me dijo que tú y mi tío me cuidaran y amarán por siempre.
Sus palabras hacen que mi corazón se estruje y sin poder soportarlo dejo caer unas lágrimas mientras lo llevo a mi pecho abrazándolo.
—Yo siempre te voy amar mi tiburoncin.
***
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La hora de la cena había llegado. Azad lucía impecable con su camisa blanca, un pequeño chaleco n***o y, encima, una polera de lana crema. Combinaba con sus vaqueros negros y unos zapatos de vestir relucientes y elegantes.
—¿Listos? —preguntó Dimitri, acercándose a nosotros. Asentimos al unísono.
Tomamos las manos de Azad y caminamos juntos hasta el gran comedor, donde toda su familia, incluida Aurora, nos dio la bienvenida con aplausos.
—Espero que disfruten de esta grandiosa cena preparada por Kate con mucho amor —comentó Dimitri, sonriente—. Gracias por acompañarnos en nuestra primera cena de Nochebuena en familia.
Nos sentamos a la mesa. La chica encargada de la cocina aquella noche comenzó a servir los platos, y rápidamente todos se sumieron en conversaciones animadas.
—Tú y Dimitri se veían muy bien ayer —comentó Aurora, mostrándome fotos de la fiesta en la compañía, que incluso habían aparecido en algunos titulares de noticias—. Te sienta ser la esposa de un hombre importante. Quizás a mí también me sentaría.
Rodé los ojos, negando con la cabeza, mientras Elyf, que estaba cerca, soltaba una risa contenida al escuchar el comentario.
—Buenas noches, familia. Lamento la tardanza, pero finalmente estoy aquí.
Darío apareció con una sonrisa seductora. Había olvidado su presencia, ya que llevaba días sin saber de él, pero Dimitri me había mencionado que estaba ocupado cerrando algunos negocios.
Su mirada recorrió la mesa hasta detenerse en Aurora. La observó con curiosidad, y ella, apenada, esquivó su mirada.
Dimitri se levantó para darle un abrazo de bienvenida. Luego Darío procedió a saludar a todos en la mesa, hasta llegar a nosotras.
—¿Quién es la bella dama?
—Ella es Aurora, mi mejor amiga, casi hermana —respondí con seriedad—. Aurora, él es Darío, el mejor amigo de Dimitri.
Aurora le extendió la mano, y él dejó un beso en ella. Rápidamente, ella retiró su mano y volvió a acomodarse en su lugar.
Darío tomó asiento frente a nosotras, y, con todos presentes, comenzó la cena entre risas y anécdotas.
En un momento, Aurora sacó su móvil, aparentemente aburrida por la conversación de los tíos de Dimitri. Elyf la imitó, y ambas comenzaron a susurrar mientras compartían sonrisas.
Sin embargo, de pronto, vi cómo el semblante de Aurora cambiaba completamente, tornándose serio.
—¿Qué pasa? —le pregunté, observando cómo alternaba su mirada entre el móvil y yo—. ¿Aurora?
Elyf, a su lado, buscó la mirada de Dimitri y negó con un gesto. Sin esperar más, le arrebaté el móvil a Aurora y, al verlo, entendí lo que le había robado la sonrisa.
"¿Infidelidad a la vista?"
El titular encabezaba un artículo que incluía fotografías de Dimitri con una mujer, supuestamente empleada de una de sus compañías.
En las imágenes, se les veía en situaciones comprometedoras: Luisa acariciaba la mejilla de Dimitri mientras él sujetaba su mano; en otra, ella le daba un beso en los labios. También había selfies tomadas por Luisa, donde ambos aparecían en una cama, con Dimitri dormido a su lado y el torso desnudo.
—Kate —la voz de Dimitri me sacó de mi asombro—. ¿Qué pasa?
Le devolví el móvil a Aurora, sintiendo una incomodidad enorme.
—Permiso, necesito tomar aire.
—Kate —intervino Elyf—. ¿Quieres que te acompañe?
Negué con la cabeza y me levanté, ignorando los llamados de Dimitri detrás de mí...