Era un día sofocante, típico de las vísperas de Nochebuena. Me encontraba revisando cuidadosamente que tuviera todos los ingredientes necesarios para preparar la cena para nosotros.
—¿Qué haces aquí? —La voz de Dimitri me sacó de mi concentración, obligándome a alzar la vista.
—Revisando que no me falte nada para mañana. ¿Y tú? ¿Por qué llegaste tan temprano? —pregunté, sorprendida.
—Hoy es la fiesta de Navidad en la empresa, y terminamos temprano para prepararnos. ¿Estás lista?
—¿Lista para qué? —dije, desconcertada.
—Para la fiesta, por supuesto —respondió con naturalidad—. Asistiremos esta noche. Mis padres, mis tíos, Elyf y, por supuesto, nosotros. Es importante que estemos allí.
—Dimitri, no creo que sea una buena idea... —intenté decir, incómoda.
—Kate, escúchame. —Se acercó y tomó mis manos con firmeza, mirándome directamente a los ojos—. No puedo llegar solo. Eres mi esposa, y como tal necesito tu apoyo. Por favor.
Sus palabras, aunque firmes, tenían un tono que no podía ignorar. Finalmente asentí.
—Está bien. —Esbocé una pequeña sonrisa—. Veré qué vestido puedo usar para esta noche.
Dimitri negó con la cabeza, dejando entrever una sonrisa enigmática.
—Eso no será necesario.
—¿Por qué no? —pregunté, extrañada.
En lugar de responder, tomó mi mano y me condujo fuera de la cocina. Apenas cruzamos el pasillo, vi a varios hombres subiendo las escaleras con bolsas enormes y cajas en las manos. Otros aún entraban con más paquetes.
—¿Qué significa todo esto? —dije, cada vez más confundida.
—Ellos se encargarán de organizar tu guardarropa con vestidos, accesorios y todo lo que puedas necesitar. —Sonrió como si fuera lo más natural del mundo—. No tendrás que preocuparte por nada, y si algo hace falta, puedes comprarlo tú misma.
Sacó de su saco una pequeña libreta negra junto con tres tarjetas de crédito que llevaban mi nombre.
—Dimitri, esto es demasiado...
—No lo es. —Me interrumpió con calma—. Es justo lo que la señora de Yilmaz merece. Ahora sube. Arriba te espera una estilista que te preparará para la gala.
Antes de que pudiera responder, añadió:
—Yo me encargaré de Azad.
Me quedé un momento en silencio, intentando procesar todo aquello. Era abrumador, pero, al mismo tiempo, no podía evitar sentir una mezcla de nervios y emoción.
Horas después, bajé las escaleras, sintiendo todas las miradas sobre mí. El vestido que la estilista había elegido para mí era un diseño de corte sirena en color rojo carmesí, con delicados bordados de pedrería que brillaban bajo la luz. Se ajustaba a mi figura con elegancia, destacando mis curvas sin ser excesivo. La abertura lateral dejaba entrever un toque de piel, añadiendo un aire de sofisticación.
Mi cabello, normalmente suelto, estaba recogido en un elaborado moño bajo con mechones sueltos que enmarcaban mi rostro. Pequeñas joyas incrustadas en el peinado añadían un toque de glamour. Los accesorios eran sencillos pero impecables: pendientes largos de diamantes y un brazalete que combinaban perfectamente con el conjunto.
Cuando me acerqué a Dimitri,sus ojos se iluminaron con una mezcla de orgullo y asombro.
—Estás... deslumbrante. —Su voz fue casi un susurro mientras me tomaba de la mano.
Por un momento, toda la inseguridad que había sentido desapareció. Esta noche, sería la señora de Yilmaz en todo su esplendor.
—Luces muy guapa Kate —Azad me sonrió y dejó un beso en mi mano.
—Gracias tiburoncin.
Dimitri entrelazó nuestros brazos con naturalidad, como si fuéramos una pareja acostumbrada a los reflectores, y me guio hacia la puerta principal.
El auto nos esperaba en la entrada. Era un vehículo n***o brillante, con un chofer impecablemente vestido que abrió la puerta en cuanto nos vio. Dimitri me ayudó a subir con la misma cortesía con la que siempre me trataba en público, aunque en privado muchas veces nuestras interacciones eran más tensas.
—¿Nerviosa? —preguntó mientras el auto arrancaba.
—Un poco —admití, mirando por la ventana. La ciudad estaba iluminada con luces navideñas, y la gente caminaba apresurada con paquetes y regalos. Todo parecía tan ajeno a lo que estaba sintiendo.
—No tienes por qué estarlo. —Su tono fue suave, casi tranquilizador—. Esta noche será perfecta, confía en mí.
No respondí. En mi mente aún resonaban las palabras "esposa" y "apoyo". ¿Realmente era eso lo que éramos? Nuestro matrimonio no había comenzado como una historia de amor, sino como un acuerdo, un pacto para lo mejor para Azad.
Sin embargo, había momentos, como este, en los que Dimitri parecía genuino, como si realmente quisiera que todo saliera bien.
Cuando llegamos a la fiesta, la entrada estaba decorada con un arco de luces doradas y rojas. Era un hotel impresionante, con ventanales altos y un jardín decorado con figuras navideñas. Los invitados iban y venían, vestidos con trajes y vestidos hermosos, cada uno irradiando sofisticación.
Dimitri salió primero, ofreciéndome la mano. Al posar mis pies en el suelo, sentí que el murmullo de los presentes se detenía por un instante. Sus miradas se clavaron en nosotros, o más bien en mí.
—Todo el mundo nos está mirando... —murmuré, tratando de ocultar mi incomodidad.
—Porque eres la mujer más hermosa de la noche. —Su respuesta fue tan directa que no pude evitar sonrojarme.
Avanzamos juntos hacia el interior tomados de la mano con Azad. Las luces del salón principal brillaban sobre una decoración exquisita: un enorme árbol de Navidad con adornos plateados y dorados dominaba la escena, y las mesas estaban adornadas con centros de mesa llenos de velas y flores.
—¡Dimitri, hijo mío! —Su madre se acercó abrazándolo —. Finalmente han llegado.
—Abuela.
Se agachó recibiendo un beso de él en su mejilla y luego se acercó a mí abrazándome.
—Felicidades querida, no había podido tener la oportunidad de felicitarlos por su boda y la custodia de mi nieto.
—Gracias señora Demet. —Respondí con una sonrisa educada.
Dimitri se inclinó ligeramente hacia mí.
—Relájate. —Susurró, rozando mi oído con su voz tranquilizadora.
—¡Kate! —Elyf se acercó abrazándome —. Qué bueno que llegaron. Ya me estaba aburriendo.
—Señor Demir, señora Melek —Los saludé —. Es un placer verlos nuevamente.
—Felicidades doble querida —Respondió su tía —. Me alegra saber que Azad está en buenas manos.
—Mi sobrino supo escoger una buena esposa —Repondio su tío —. Dios los bendiga querida.
—Gracias tío.
—Buenas noches —La voz de Mauro nos interrumpió —. ¿Interrumpimos?
—Buenas noches, sobre todo a la pareja de recién casados —Adelia prosiguió —. Los hacía disfrutando de su luna de miel en alguna isla mediterránea.
—Eso puede esperar —Respondió Dimitri —. Quisimos pasar navidad junto a la familia y junto Azad.
—¡Así es! Kate a decorado la casa muy bella —Respondió este feliz —. Y pusimos un enorme árbol en el salón.
—¿Un árbol en casa de mi hijo? Eso debo verlo con mis propios ojos. —Su madre bromeo haciéndonos reír.
—Sin duda que el tener esta mujer a tu lado te ha cambiado hijo —Su tía nos sonrió con ternura —. Kate eres sin duda alguna una maravilla.
A lo largo de la noche, conocí a más miembros de la empresa. Algunos eran cálidos y agradables, mientras que otros me miraban con una mezcla de curiosidad y cautela, como si intentaran descifrar si realmente encajaba en este mundo.
El momento más inesperado llegó cuando Dimitri le tocó dar unas palabras sobre la tarima. Todos los ojos se dirigieron hacia nosotros mientras él tomaba mi mano y me conducía con él.
—Es nuestra primera Navidad juntos —dijo en voz alta, lo suficiente para que todos lo escucharan—. Y quiero que sepan que esta noche no sería igual sin mi esposa a mi lado.
Un aplauso rompió el silencio, y aunque me sentí vulnerable bajo tantas miradas, Dimitri sostuvo mi mano con firmeza, como si quisiera transmitir su apoyo.
—Gracias a todos por ser parte de esta gran familia y culminar un año exitoso, sigan disfrutando de su noche y pasen una feliz navidad.
Aplausos llenaron el salón, bajamos rápidamente y conducimos a la pista de baile donde algunos bailaban la suave música que tocaban.
—¿Por qué hiciste eso? —susurré mientras nos movíamos al ritmo de la música.
—Porque quiero que todos sepan lo importante que eres para mí —respondió con una sinceridad que me desarmó.
Por un momento, olvidé las dudas, los acuerdos y las diferencias. En ese instante, éramos solo él y yo, girando bajo las luces brillantes, como si el mundo entero se hubiera detenido.
Al terminar el baile, un grupo de hombres lo abordaron, me disculpé un momento para ir al tocador.
Al salir tomo una copa de la bandeja de tragos que ofrecen uno de los meseros. Tomo un sorbo y observo todos los detalles.
—¿Disfrutas la fiesta?
Observo a mi lado aquella mujer...Luisa Cooper y su aires de inferioridad no me agradaban.
—Por supuesto —Le doy una mirada sin expresión.
—Kate, escucha…
—Señora Yilmaz, señorita cooper —Respondo interrumpiéndola —. Le recuerdo que soy la esposa de su jefe y como tal debe dirigirse a mi.
Su mirada es de total asombro, rápidamente la cambia y me da una sonrisa que para nada es sincera o cortes.
—Señora Yilmaz —Lo dice con cierto tono agrio —. Lamento no haberla tratado como se debe aquella vez en la oficina de Dimitri, pero en mi defensa las veces que habíamos salido nunca me contó que estaba comprometido o casado.
¿Las veces que habíamos salido?
—¿A qué se refiere?
—¿Dimitri no te lo dijo? —Se tapa su boca —. Creo que he hablado de más, olvídalo.
Trata de huir, pero antes de que lo haga la tomó del brazo abruptamente deteniéndola logrando que me mire asombrada.
—Es mejor que termines de escupir tu veneno antes de que lo tengas que hacer en frente de Dimitri.
—No es ningún veneno —Musita soltándose de mi agarre y mirando a los costados —. Es solo la verdad. Dimitri y yo salimos hace meses y nunca me comentó nada. Incluso hace unas noches cuando la pasamos juntos no me dijo nada de tu existencia.
—¿Sucede algo? —Elyf aparece mirándonos curiosa —. Kate, ¿Te encuentras bien?
Aquella mujer me observa esperando una respuesta de mi parte. Observo a Elyf y le regalo una sonrisa de boca cerrada asintiendo.
—No es nada. Solo conversaba y conocía un poco más a la señorita Cooper.
—Fue un placer conversar con usted señora Yilmaz. Espero verla más seguido por la compañía, me retiro que terminen de pasar buenas noches.
Y seguido marcha dejándonos a solas, pero sobre todo dejándome llena de enojo y unos malditos celos inexplicables…