Capítulo 15

874 Words
Esa noche, después de acostar a Azad, encontré a Kate en la terraza. La brisa fresca de la noche jugaba con su cabello mientras ella miraba las luces de la ciudad desde lo alto. Me apoyé en el marco de la puerta por un momento, observándola. Había algo en ella, una fuerza tranquila que me atraía cada vez más. —¿Puedo acompañarte? —pregunté. Ella giró la cabeza hacia mí, con una pequeña sonrisa. —Claro. Tomé asiento junto a ella, dejando que el silencio nos envolviera por un momento. Había aprendido que con Kate no siempre era necesario llenar los espacios vacíos con palabras; ella valoraba los momentos tranquilos. Sin embargo, esta vez tenía algo que decirle. —Hoy hablé con Luisa. Kate me miró, sorprendida. —¿Sobre lo que pasó esta tarde? Asentí, manteniendo mi mirada fija en la suya. —No voy a permitir que nadie te haga sentir incómoda, Kate. Ni aquí ni en ningún otro lugar. Eres mi esposa, y mereces respeto. Ella se mordió ligeramente el labio, un gesto que siempre hacía cuando estaba nerviosa. —No tenías que hacerlo, Dimitri. No quiero ser una carga para ti, y mucho menos causar problemas en tu trabajo. —No eres una carga —dije con firmeza—. Eres parte de mi vida, Kate. Y cualquier problema que alguien tenga contigo, lo tendrá conmigo. Ella bajó la mirada, pero no antes de que pudiera ver el brillo en sus ojos. Extendí la mano y la tomé entre las mías. —Sé que todo esto ha sido mucho para ti, y entiendo que aún estés adaptándote. Pero quiero que sepas que no estás sola en esto. Estoy aquí contigo, para lo que necesites. Kate respiró hondo antes de hablar. —A veces siento que no encajo en tu mundo, Dimitri. Es tan diferente al mío... —Entonces lo construiremos juntos —respondí sin dudar—. Este no es solo mi mundo, Kate. También es el tuyo. Nos quedamos en silencio después de eso, pero esta vez no era un silencio incómodo. Había algo reconfortante en estar juntos, en compartir ese momento bajo las estrellas. Más tarde, cuando nos preparamos para ir a dormir, sentí que algo había cambiado entre nosotros. Habíamos cruzado una barrera invisible, acercándonos un poco más. Al día siguiente, decidí llevar a Kate y a Azad a un almuerzo familiar en casa de mi tío. Sabía que Elyf estaría allí, y aunque la dinámica de nuestra familia podía ser abrumadora, quería que Kate se sintiera parte de todo. —¿Seguro que esto es una buena idea? —preguntó Kate mientras acomodaba el cabello de Azad. —Completamente. Elyf estará encantada de verte, y mi tío siempre disfruta tener a la familia reunida. Llegamos a la mansión de mi tío, y como era de esperarse, Elyf nos recibió con un entusiasmo contagioso. —¡Kate! ¡Azad! —exclamó, abrazándolos como si no los hubiera visto en años—. Me alegra tanto que hayan venido. Kate sonrió, aunque noté que aún estaba un poco nerviosa. La llevé del brazo hacia el salón principal, donde mi tío Mehmet estaba sentado junto a otros miembros de la familia. —Dimitri, muchacho, ¿cómo estás? —preguntó mi tío, levantándose para estrechar mi mano. Luego se volvió hacia Kate—. Y esta debe ser tu encantadora esposa. —Kate, te presento a mi tío Mehmet. Él es el patriarca de la familia. —Es un placer conocerlo —dijo Kate con una sonrisa educada, extendiendo la mano. Mehmet la observó con ojos calculadores antes de estrechar su mano. —El placer es mío, querida. Dimitri me ha hablado mucho de ti. Pasamos al comedor, donde la comida fue servida con la opulencia característica de los eventos familiares. Kate se manejó con gracia, participando en las conversaciones y respondiendo con educación a las preguntas, aunque noté que algunos comentarios la hacían sentir un poco fuera de lugar. —Dimitri, ¿estás seguro de que Kate está preparada para manejar las responsabilidades que vienen con nuestro apellido? —preguntó uno de mis primos, con un tono que no me gustó en absoluto. Sentí que mi sangre hervía, pero antes de que pudiera responder, Kate habló con calma. —No sé si estoy completamente preparada —admitió, mirando directamente a mi primo—, pero lo que sí sé es que estoy dispuesta a aprender. Y tengo a Dimitri a mi lado para guiarme. La sala quedó en silencio por un momento, y luego mi tío Mehmet soltó una carcajada. —Bien dicho, muchacha. Me gusta tu determinación. Miré a Kate, impresionado. Esa fuerza tranquila suya volvía a salir a flote, y me di cuenta de que había subestimado su capacidad para enfrentar cualquier desafío. Al final del día, mientras regresábamos a casa, tomé su mano mientras Azad dormía en el asiento trasero. —Estuviste increíble hoy. Ella sonrió, un poco cansada pero satisfecha. —Gracias. Solo quiero demostrarte que puedo estar a tu altura, Dimitri. —Kate, no tienes que demostrarme nada. Eres más de lo que podría haber esperado. Y en ese momento, entendí algo crucial: Kate no solo estaba adaptándose a mi mundo. Estaba transformándolo.
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