*** Erick tragó saliva mientras sus manos sudaban antes de tomar el picaporte y entrar. Al hacerlo, se encontró con la espalda de César, quien estaba de pie frente al gran ventanal de su oficina, observando el paisaje. Fumaba, una clara señal de estrés. —¿Buenas noticias? —preguntó César, sobresaltándolo—. Sabes, eres tan cercano a mí que conozco bien el significado de tu tardío silencio, Erick. —Mierda, todo mal —admitió rendido, enfrentándolo—. ¿Sabes lo difícil que me lo pusiste? Vittorio es un puto manipulador. Esa comadreja me las va a pagar. Me he metido en un lío por tu culpa y tu obsesión con esa mujer, que resulta ser una asesina de élite. Vaya joya. —¿Cómo? —César se giró con el cigarrillo entre sus dedos—. No bromees, conoces mi poca paciencia. —¿Tengo cara de estar brome