*** —Bienvenida a la F.A.E. —le dijo el hombre con una gran sonrisa de orgullo en su rostro. La joven, recién cumplidos sus dieciocho años, parecía confundida ante lo que veía y presenciaba. Hombres y mujeres vestían uniformes extraños: botas de cuero, pantalones negros ajustados con fundas de armas en sus caderas y piernas, camisetas del mismo color, y gorras con un emblema grabado, el de la F.A.E. Era un mundo nuevo y desconocido. Estaba acostumbrada a su vida perfecta, llena de comodidad, sirvientes amables, y la calidez que su salvador le brindaba. —De ahora en adelante, te llamarás Fénix —declaró en voz alta, delante de todos. Las personas, muchas de ellas, la rodeaban. Cada uno sostenía una copa de metal en una mano, mientras la otra estaba detrás de sus espaldas, sus rostros frío