*** César se apresuró por el pasillo, asegurándose de que su corbata estuviera bien ajustada y su apariencia impecable. No todos los días recibía a una figura pública de la talla de Morgana Bennett. Morgana era una renombrada filántropa y empresaria, conocida por su trabajo en la industria de la moda y sus numerosas obras de caridad. Además, había sido nombrada una de las mujeres más influyentes de la ciudad. Al llegar a la sala de reuniones, César abrió la puerta con una sonrisa profesional. Morgana, una mujer de medina edad, porte elegante y mirada aguda, se levantó de su asiento para saludarlo. —Señora Bennett, es un honor tenerla aquí —dijo César extendiendo la mano. —El honor es mío, señor Lombardo—respondió ella con una sonrisa cálida mientras estrechaba su mano—. He oído maravil