—Hijo, lo siento —la disculpa falsa de su padre lo sacó de sus pensamientos. César, atrapado en un dolor que parecía infinito, no se molestó en responder.
No era sincero. No había arrepentimiento. Si de verdad hubiera sentido alguna culpa, nunca habría cruzado esa línea con Violetta. Habría sido honesto desde el principio, habría evitado traicionarlo dejando embarazada a su esposa. ¿Pedir perdón después de haber causado tanto daño? ¿Después de haber disfrutado de un amorío durante días o incluso meses con Violetta? Ahora que estaba atrapado en la tormenta de decepción que él mismo había desatado, ¿se atrevía a pedir perdón?.
Para César, cualquier cosa que saliera de la boca de ese hombre, que tenía el descaro de llamarse su padre, carecía de valor.
—De verdad lo siento, yo no quise... —
