Enrique

669 Words
Capítulo 7 Ambar —¿No tienes que ir a trabajar? —pregunté a Oliver mientras caminaba a mi lado hacia la casa de Antonio. —Soy mi propio jefe —respondió con simpleza. —Así que el negocio va bien —susurré. —Tenemos comida sobre la mesa —se encogió en hombros, poniendo sus manos en los bolsillos del jean. —¿Me mantienes? —lo miré extrañada. —Puedes usar el dinero que te dejó mamá cuando quieras para lo que desees —caminaba delante de mí— Pero, no me molesta alimentarte. No significa un gasto demasiado grande. —¿A qué te dedicas? —me atreví a inquirir. —Matemáticas —susurró de tal manera que me cohibí de preguntar de forma directa. Las casas de la zona son todas parecidas. Justo como me dijo Jeremías, la casa de Antonio tiene cuatro pilares en el pórtico, con unas agradables sillas de madera y un techo alto. Tocamos y luego de que una voz serena dijera que esperaran un segundo, Antonio, un hombre alto, con el cabello corto, estilo militar y unos profundos ojos negros, abrió la puerta. —Oliver, no te esperaba —contestó alegre— y tú —me analizó— debes ser Ambar —sonrió de forma amplia. Entonces, su rostro se ensombreció. —Lamento lo que pasó, no pude creerlo al verlo en las noticias. El cuerpo de una mujer abandonado así y luego pusieron su identificación para ver si la conocían —cubrió su nariz con las manos. Cerró la puerta tras de sí y se sentó en una de las sillas— ¿En qué puedo ayudarlos? Nosotros, aún de pie, nos sentamos. Oliver ni siquiera es capaz de hablar, así que comienzo. —Gracias —la ansiedad me invade por lo que estoy a punto de hacer—. Hace poco nos enteramos de que no soy hija de Erick —Antonio asintió—. Quería saber si tú sabes quién es mi padre —susurré. Antonio aclaró su garganta. Bajó la mirada y susurró —: No sé si puedo ayudarte con eso. —¿Por qué? —parezco desesperada. Lo siento al oírme. —No es que no quiera. Es que no lo sé —se pasó la mano por la cabeza—. Morgan era preciosa, libre y sin ataduras. Tuvo muchos amores y —se encogió en hombros. —Pero ¿Con quién engañó a Erick? —Oliver observaba callado la conversación, como un ente ausente. —Con su hermano —musitó Oli. Ambos lo miramos y él dejó escapar el aire. —Lo vi llegar varias veces a casa mientras Erick estaba en clase. —¿Cómo se llamaba el hermano de Erick? —Antonio lo miró con el ceño fruncido. —Enrique. Entonces Antonio abrió mucho los ojos y dijo casi en un grito —: Ella huyó con Enrique —se cubrió la boca con la mano— Nunca lo conocí. Ella lo conoció bailando en el bar y en menos de una semana ya se la había llevado a la ciudad donde ustedes crecieron y…—negó con la cabeza. Miré a Oliver ¿Lo supo todo este tiempo? Quizá supo lo que estaba pensando y comenzó a hablar: —Tenía cuatro años. No iba a entender que lo que mi tío y mi madre hacían en la habitación era tener sexo. Ahora que sé todo esto, encaja. —¿Le llegaste a decir a Erick que tu tío visitaba la casa? —preguntó Antonio. Oli se encogió en hombros —: Erick confiaba demasiado en Morgan. Nunca preguntaba por lo que hacía mamá cuando no estaba. Todo cambió cuando Ambar nació. De hecho —comentó comiéndose una uña—, papá conoció a Ambar cuando llegó ebrio a la casa al día siguiente del nacimiento. Quedé muda. Pese a que todo esto duele, solo me queda una pregunta por hacer —: ¿Saben dónde conseguir a Enrique?
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