Al ver Hong Kong Cal quedó maravillado, si Nueva York le pareció fantástica, la inmensidad e imponente ciudad china le pareció sublime. Se hospedaron en el Island Shangri-La, Uriel pagó varias noches la mejor de todas las unidades, que era una Master suite de dos recamaras. Cal se recostó un rato y cuando salió se percató de que Uriel no estaba y le había dejado unos billetes en la mesa de centro. Tenía hambre, con sus nuevos conocimientos adquiridos se acercó al teléfono y llamó al room service. Ordenó una pizza. Jamás había comido una, al cabo de un rato llegó el pedido. El joven que le entregó su pizza se quedó anonadado al verle. Cal le sonrió con timidez, jamás había visto a nadie con ése tipo de facciones, al menos no en persona. Lo único que había podido medio atisbar fue lo