Vió entonces las ruinas del castillo de Belndron, la ciudad ardía y Medraz estaba desolada. Miles de cadáv*eres en descomposición estaban regados por todas partes y el lugar olía horrible. Notó que ahí cerca de donde él estaba había un monte, dónde la tierra estaba suelta. - La piedra está enterrada ahí. Le dijo aquella figura idéntica a él señalando con el dedo índice aquél lugar. Luzbel se acercó emocionado allá dónde le había indicado aquél ser. Se arrodilló y comenzó a cavar con las manos rápidamente. Al cabo de un rato de tanto cavar había hecho un profundo agujero y de repente vió unos pálidos dedos ahí enterrados. Quitó más tierra y una delgadisima mano quedó descubierta, Luzbel hizo de tripas corazón. Asustado siguió desenterrando y un delgado brazo pálido y fibroso quedó