Albert

2157 Words
Habían pasado alrededor de 6 meses desde que había perdido mi trabajo y conseguir uno nuevo no era sencillo además de que debía cuidar a mi hija. La rutina siempre fue la misma, debía cocinar, arreglar la casa, lavar la ropa y llenar las necesidades de mi pequeña en todo, de eso no me quejaba. -Qué haces aquí Albert? —su esposa por fin se presentaba en casa— Deberías estar en el trabajo. -Y dime ¿Quién cuidara a nuestra hija? ¿Tu? —expulso con sarcasmo— Ve a darte un baño, no quiero que Sam te vea en ese estado y esas ropas. -No sé de qué hablas, no he consumido nada desde hace días —Elene se recostó en el sillón dorado con pereza— Déjame cuidarla y vuelve a trabajar. -Puedo confiar en que me dices la verdad Elene? -No empieces —menciona enojada— Otra vez lo mismo de todos los días, si así es como vamos a vivir deberíamos separarnos. -Es simplemente increíble que dejes la casa todo el día y en lugar de cuidar a tu hija, llegas a hablar por teléfono con tu "padre", en que estas metida Elene, puedo ayudarte... -Tú no puedes hacer nada —la mirada de Elene se enfocaba en el suelo, vacía— Ni cuando nos conocimos, ni ahora. -Al menos dejarme intentarlo —suplicaba— Tu padre nos aceptara y podremos ser felices como siempre debió ser, por favor —suplicaba nuevamente— Luchemos por Sam, ella no merece esto. La respuesta de Elene fue un total silencio, que lastimo profundamente a Albert. -Está bien, pero no te arrepientas después. Después de aquella conversación Albert veía como su esposa se alejaba a pasos rápido en dirección a su habitación, debía dejar a Samantha en algún sitio seguro, no quería acudir a su madre porque quería ahorrar sospechas y preguntas. Sin pensarlo mucho empezó a arreglar todo para la salida que haría con Elene, después de todo habían pasado años desde que había visto a su suegro y para ser sincero estaba aterrado, nunca podría olvidar su rostro aquella vez que nació su hija y no quería enfrentarse a él de nuevo, pero no tenía alternativa. Pronto oscureció y no pudo encontrar un sitio donde dejar a su hija, por lo que dejarla en su habitación no le resulto ser tan descabellado, dejo muchos juguetes a su alrededor y cerro las cortinas del cuarto y se armó de valor para lo que continuaba. Estuvo parado por horas en las escaleras que lo dirigían hacia la entrada de su humilde hogar, debía ser optimista, quizá todo saldría mejor de lo esperado así que con ese pensamiento bajo las escaleras y alrededor de 5 minutos apareció su esposa. El camino era largo y odio por un momento la pequeña llovizna que los acompañaba en su viaje, no quería empezar a ser negativo. Albert no podía evitar pensar que todo pasaba demasiado lento, la personas que veía en la calle, los autos e incluso las otras motos que veía a su lado pasaban en cámara lenta como si pudiera observar cada mínimo detalle, la lluvia además se sentía liviana; Albert empezaba a agradarle la sensación de las gotas de lluvia cayendo en sus brazos. Odiaba la sensación de amargura o aquel presentimiento de que algo malo por lo pequeño que fuera habría de suceder. Se estaciono frente a aquella gran mansión y el miedo se apodero nuevamente de él, pero por algún extraño motivo sus pies reaccionaron por si solos por lo que se encamino rápidamente hacia la entrada de la casa y aunque quisiera devolverse su cuerpo ya no le respondía y además del miedo, la frustración se apodero de él. -Estás listo Albert? —hablo su esposa a sus espaldas— Créeme, esto te va a resultar divertido y placentero. -Elene, que le sucede a mi cuerpo? —su angustiada voz retumbaba por toda la casa— No puedo controlar mis pasos. -Eso es solo el inicio mi querido esposo, veras que nos vamos a divertir así cuando nos conocimos —la sonrisa de su Elene le resultaba aterradora, una faceta que no había visto de ella— Sigamos, encontremos a papá. Albert solo tenía en su mente a Samantha, a su madre, a quienes consideraba sus amigos y cercanos a su pequeño círculo. ¿Ya no las iba a ver más? ¿No vería a Sam crecer? ¿No estaría para los malos momentos? Odiaba esa sensación de que todo iba a salir mal. Sus pies seguían sin responderle, quería huir de ese lugar, pero cada vez entraba más; se sentía hipnotizado y por un momento se dejó llevar, se dejó influenciar, se rindió. La mansión era impresionante. Tenía todo lo que él hubiera deseado para su familia. A excepción de una sola cosa, sentía una gran inseguridad ahí. -Hija …. —de pronto una voz profunda se escuchó por toda la mansión— Cuanto tiempo mi querida Elene, estas aún más hermosa después de haber expulsado a ese ser de tu vientre y veo que traes un regalo —la risa retumbaba por todo el sitio— Eres muy considerada mi Elene. -Oh padre! Por fin se me permite ingresar a su familia —Elene yacía de rodillas— Me siento honrada de este gran privilegio. -Por qué has tardado tanto en regresar hija mía —la voz empezaba a susurrar— Tenias un plazo de 1 año para traerme a un humano y su cría, ¿Por qué te ha tomado tantos años? -Padre mis más sinceras disculpas le ofrezco —Albert no podía creer lo que estaba escuchando— Vengo después de 8 años, junto al humano con el que me he enlazado para que dentro de unos días usted pueda usar su cuerpo y así permanecer juntos como usted lo desea padre. -Aun no respondes mi pregunta Elene María —la voz rugía— ¿Por qué te ha tomado tantos años regresar? -No hallaba el momento Señor, quería regresar en cuanto lo tuviera a él —los ojos de Elene se posaron en su esposo, que yacía de pie a su lado, con una pequeña sonrisa agrego— Pero debía asegurarme de que su lealtad hacia mi fuera pura, nada mejor que un corazón puro e inocente para que usted tome su cuerpo y tenga la mejor cena al mismo tiempo. Una fuerte carcajada se escuchó por toda la mansión, haciendo temblar el suelo por su fuera aterradora y escalofriante, las ventanas vibraban y el eco de aquella risa atormentaba. Albert en total silencio, sin poder decir una palabra, sin poder huir, resignado y humillado. Pasos fuertes se acercaban, entonces además del miedo y la frustración, la curiosidad de apodero de Albert; sus ojos se levantaron, lo único en su cuerpo que le respondía y en ese mismo instante se arrepintió. Frente a él se encontraba un ser inmenso de presencia, con el pecho inflado de orgullo y una sonrisa ladeada de superioridad, sus ojos rojos como la sangre e incluso más fuerte, vestía de n***o y cuando empezó a perder la consciencia, su cordura, su vida, escucho su voz. -Mortal —una voz poderosa— Ahora tu cuerpo y alma me pertenecen, dicha deberías sentir y emanar por el placer de considerar tu cuerpo como mi recipiente, agradece a tu Dios por dejarte vivir esta oportunidad —su sonrisa crecía cada vez más— YO la muerte, reclamo tu alma como fuente de alimento y tu cuerpo como puente hacia tu mundo, no desperdiciare tu cuerpo, te lo aseguro. -Un momento —la voz débil de Albert le interrumpió— -Aun sigues teniendo fuerzas para hablar humano, te concederé un último deseo. -Dame un momento con mi esposa —pronuncio— Déjame darle el último beso de buenas noches a mi hija y déjame darle un abrazo a mi madre, no pido nada más —el esfuerzo de Albert al hablar hizo reír a la muerte— Por favor... -Te doy una opción —la sonrisa de malicia mando un escalofrió en todo el cuerpo de Albert— Puedo permitir que veas a la niña, es mi manera de agradecerte por haberla engendrado para que al final su cuerpo sea mía o puedes tener 1 hora a solas con Elene y lo que hagas con ella es decisión tuya —termino por finalizar— Tienes 3 minutos para tomar una decisión. Albert sintió impotencia en ese momento. Aparte de él también su pequeña niña iba a terminar perteneciendo al sujeto que tenía frente suyo, no quería creer que había terminado envuelto en esa situación, pero debía aclarar algunas cosas con Elene, sentía como si toda su vida hubiera sido un total engaño. -Déjame a solas con ella —comento fríamente— Espero que cumplas tu palabra, es mi decisión lo que le hare.—nuevamente la carcajada de aquel sujeto hizo retumbar toda la mansión— Siempre cumplo mi palabra. Y como si fuera cualquier tipo de magia, fue transportado a una pequeña habitación con su esposa, su cuerpo se sentía nuevamente suyo, pero al querer dar un paso hacia la puerta sus pies pegados al suelo le impedían algún movimiento. Pensaba en su hija, en su madre Lily. Ohh madre hermosa, en que me he metido, lamentaba con enojo. ¿Qué había hecho para merecer un fin así? Yacía en aquella habitación destrozado y sin algún sentimiento positivo como aquel que venía en su mente en su viaje a ese lugar. -Tienes algo que decir Albert? No tengo mucho tiempo, después de todo morirás y debe haber alguien que se encargue de nuestra querida Sam, ¿No es así? - ¿Por qué? … —dijo en voz baja, siendo recibido por una sonrisa que lo hizo enfurecer— ¡POR QUÉ! —esta vez grito— Qué te hice para merecer esto Elene, qué te hicimos... nos amábamos... -No me hagas reír —respondió con brusquedad— Fuiste una presa fácil desde un inicio, muy ingenuo, muy amable y eso mi querido esposo te convirtió en el candidato ideal para este gran honor. -Todos estos años fueron una total mentira —afirmo— Mi madre tenía razón respecto a ti, nunca debí irme de mi hogar y creer que podría construir uno contigo, Dios me arrepiento —Albert miraba el techo— ¿Qué va a pasar conmigo? -Morirás por supuesto, tu alma desocupara tu cuerpo y pasara a ser recipiente para el alma de mi padre. - ¿Quién eres tú? ¿Y por qué haces esto?-Nací con un propósito —comenzó a relatar— Desde niña mi objetivo fue recolectar almas como alimento para mi padre, recolectar recipientes humanos para que estos pasaran a ser candidatos y ser ocupados por los de arriba, no recuerdo haber tenido padres o infancia —comento con tranquilidad— He sido muy afortunada por haberte encontrado, fuiste diferente a los demás humanos que he conseguido, pero al fin y al cabo solo eres eso. - ¿Alguna vez me amaste? —podía sentir un hilo de esperanza, pero rápidamente borro ese pensamiento— ¿O a Sam? - ¿Amar? No conozco el significado de tal palabra, no tengo permitido cualquier tipo de afecto hacia los humanos, solo hacia mi padre —aseguro— Por esa pequeña que salió de mi siento algo en mi pecho cuando la miro, pero no puedo asegurarte que sea afecto y no te preocupes la cuidare muy bien. -No creo en tu palabra, ya no puedo hacerlo —lagrimas bajaban por el rostro de Albert— Mi pequeña sufrirá y no puede siquiera defenderse, es tan pequeña y frágil —los sollozos impedían que pudiera formular otra palabra— Y mi madre... -No nos interesa la vieja Lily querido —Elene se acercó lentamente a su esposo— Debo hacerte saber que el tiempo se agotó. -Aun no pasa una hora... -Estuviste en silencio alrededor de 30 minutos, nunca había dicho esto —con fuerza su esposa lo envolvía en un abrazo— Fue un placer haberte encontrado. -Tic Toc —de nuevo la voz— El tiempo se ha acabado, como muestra de mi agradecimiento veras pasar tus recuerdos más preciados —fuertemente aquel sujeto tomo la palma de su mano— Tu cuerpo me pertenece ahora mortal. No quería esto Que lo devolvieran con su hija y su madre, su trabajo y todo el tiempo que paso con su esposa, quería devuelta su vida. Experimento un fuerte dolor en la palma de su mano, sentía que todo su cuerpo pesaba horriblemente, su mano ardía y un líquido espeso se esparcía en el suelo manchando su ropa. Quería empezar de nuevo, una nueva vida no sonaba mal El dolor incrementaba rápidamente y se esparcía por todo su cuerpo, hasta que no fue capaz de abrir los ojos, estaba muriendo.
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