Only prt1

1175 Words
Sus ojos mantenían aun cerrados, el olor a sangre se podía sentir fuertemente y lo odiaba, la voz de Sebastián no se escuchaba por ningún lado y quizá mantuvo cerrados los ojos por unos instantes más. Ojalá todo volviera a ser como antes, poder continuar con su monótona vida y aunque fuera de ese modo, lo amaba, quería volver a su apartamento y tal vez podría renunciar y dedicarse a otra cosa que, si la hiciera feliz, muchas posibilidades pasaban por la cabeza de Samantha, odiaba verse tan lamentable. El dolor empezaba a aumentar haciéndolo insoportable y aunque quisiera evitarlo las lágrimas bajaban por su mejilla de manera lenta, aguantando un sollozo empezó a recordar todo lo sucedido, lo que causo que sus ojos se llenaran completamente de lágrimas y lloro, lloro de rabia, de impotencia, de tristeza, lloro de coraje… Quizá los planes que estaban llegando a su cabeza nunca llegasen a cumplirse, lo aceptaba… porque sentía que todo estaba perdido y aunque Albert le diera esperanza de vida dudaba que fuera cierto. Los suspiros escapan de sus labios, no podría saber que vendría ahora y le agobiaba nuevamente, sentía que sus ojos iban a hincharse por tanto llanto, pero no se arrepentía de ello, había necesitado tanto desahogarse. -Sam… —esa no era la voz que Samantha estaba esperando, esa voz le traía tantos recuerdos de su niñez, felicidad, lo que ahora solo era molestia y tristeza— -Por fin te encuentro Abuela… te he estado buscando —solo recibió silencio— Es el lugar menos indicado donde esperaba encontrarte, pero ahora que estas aquí quizá puedas responder algunas preguntas, pues veras… estoy luchando por mi vida. -Sé que tienes muchas preguntas por hacer y prometo responder cada una —aun sonaba como su Abuela, pero ¿Realmente lo era? — Le he pedido a Sebastián que espere unos minutos afuera, pero conociéndolo la espera lo estará agobiando. -Ohh —Samantha soltó una risa sarcástica— Me sorprende que sienta agobio alguno, con todo lo que me ha hecho pasar, les deseo lo peor a los dos —comento con enojo— -Entiendo tu enojo —Lily empezó a acercarse a su nieta— Pero si tan solo me dejaras explicarte, quizá podrías unirte a nosotros y parar todo este sufrimiento. - ¿Crees que elegí sufrí de esta manera? —a pesar de estar adolorida, con las pocas fuerzas que quedaban en sus brazos se sentó, palpando su espesa sangre que yacía a charcos en el suelo— ¡Jamás! Una mirada completa de odio era dirigida a la vieja Lily, Samantha no podía creer lo que escuchaba se su abuela ¿Unirse a ellos? ¿Qué pasaría entonces con Mikkel y Joshua e incluso con su Padre? Odiaba la idea de fallarles a ellos, debía sobreponerse nuevamente. Por los siguientes minutos la abuela Lily se quedó de pie observándola, sin parpadear o hacer movimiento alguno, parecía haberse petrificado en su puesto y Samantha estaba aterrada, sentía su corazón palpitar ruidosamente y sintió pánico al pensar que su abuela podría escucharlo, no quería verse en desventaja, debía mostrarse fuerte, ya no flaquearía. -Que encuentro tan conmovedor están presenciando mis ojos —aquella voz que había empezado a odiar por fin había hecho presencia— No aguante esperando tras la puerta y como no oí la voz de Lily decidí entrar, pero veo que no es nada importante. - ¿Qué pasa con ella? —la vista de Samantha aún seguía en su abuela— No me alegra verte nuevamente Sebastián, pero si puedes darme las respuestas que necesito tendré que soportar tu presencia. -Eres muy mala Sam, como puedes hablarme de esa forma —comento con falsa tristeza— Yo si estoy extasiado por volver a verte —finalizo con una sonrisa— - ¿Qué quieren lograr con todo esto? —necesitaba averiguar algo y hacérselo saber a su padre— Sé que ha habido más víctimas, además de mi padre. -Buscamos limpiar este mundo querida Sam, no han sido solo tú y Albert —Sebastián comenzó a caminar por la pequeña habitación— Tenemos limpiadores por todo el mundo, quienes solo siguen ordenes, ellos nacen con un propósito. - ¿Qué propósito? —recordaba lo que su padre menciono de Elene— -El de dar sus vidas por nuestro Padre, de servir, de cumplir, la lista es demasiado larga —Sebastián parecía ser otra persona— Tu también naciste con ese propósito Sam, pero el que vieras a tu padre desde el momento en que dejo ser recipiente cambio todo, no podías vernos y empezaste a alejarte de Lily, lo que evito que el ritual no funcionara correctamente. - ¿Por qué tengo la sensación de que eres otra persona? Es algo que me está molestando en este momento. —los ojos de Sebastián miraron fijamente los suyos— Creí que no lo ibas a notar, fue difícil dejar paralizada a tu abuela —¿Parecía nervioso? — Hace años no te veía Sam, estas preciosas, aunque no has crecido mucho que digamos —le recordaba al Sebastián de la infancia— Te extrañe… - ¡Espera! —no estaba entendiendo absolutamente nada— No trates de engañarme Sebastián, no me convencerás con esa estúpida actuación de persona buena —en el fondo quería creerle, pero recordaba como él había golpeado brutalmente su cuerpo y esa imagen jamás podría borrarla de su cabeza— ¿Quién eres? -Sebastián fragmento número uno, crecimos juntos ¿No lo recuerdas? —eso era imposible, aunque vagamente recordaba a Albert mencionar algo similar— - ¿Fragmento? Quieres decir que hay otros como tú, que actúan de manera distinta, ¿Pero, tienen el mismo objetivo? —la cabeza de Samantha parecía querer estallar— ¿Qué número es el tipo que me golpeo? -Fragmento número 102 —respondió de con timidez— Es el ultimo fragmento que se ha creado hasta donde tengo conocimiento. - ¿Me golpearas en lugar de él? —pregunto con desinterés— No me sorprenderías a estas alturas. -Vine aquí para ayudarte —menciono conectando miradas con sus ojos— No quiero que te sigas involucrando con estas personas, son peligrosas, gente muy pesada y no querrás vivir escondiéndote toda tu vida. - ¿Me estas jodiendo? —Samantha exhalo de una manera ruidosa que parecía haber sido dolorosa, para después empezar a reírse de manera baja, aumentan el sonido de su risa, al punto de parecer fuera de lugar— Eso ha sido lo mejor que he escuchado desde que empezó toda esta mierda, sinceramente no espero ayuda de tu parte, ahora tu rostro me recuerda al bastardo que me golpeo de manera brutal y esa imagen, créeme, jamás la borrare de mi sistema. -Me hablas en… -Detente! No quiero escucharte decir una sola palabra más, deseaba encontrarme con el otro tú, así quizá tendría respuestas y poder zafarme de este problema —Samantha estaba decidida— ¿Servirás para eso?
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