Cuando los invitados se fueron, Meridia suspiró del alivio pensando que ya podía irse, era muy tarde y lo único que esperaba era llegar a casa lo más rápido posible. Debido a todo el drama que había vivido el día de hoy, se le había olvidado que era sábado lo cual significaba que mañana tenía su único día libre, por lo cual ella podría descansar un poco e ir al banco en el transcurso del día para depositar su paga semanal.
—Meridia, ven a mi oficina —dice Sabrina seriamente, y la joven al escucharla asiente con la cabeza siguiendo a la mujer, que ya caminaba a la dirección que dijo.
Cuando llegaron a la oficina, ella cerró la puerta con seguro, y al instante la joven comenzó a temblar del miedo porque la mujer se acercó a ella dándole una bofetada tan fuerte, que logró tumbarla al suelo mientras decía:
—¡¡¡Que vergüenza me has hecho pasar el día de hoy con mis invitados, estúpida elfa asquerosa!!! —grita completamente histeria, al instante que levanta a la chica sujetándola por su cabello, mientras la joven exclama diciendo:
—¡Perdóneme señora Sabrina, no fue mi intensión hice lo que pude! —exclama Meridia con sus ojos llenos de lágrimas, porque sentía que esa mujer le iba a arrancar el cuero cabelludo.
—Ponte de rodillas y quítate esa fea chaqueta ¡Ahora mismo!
—Señora, por favor… perdóneme, juro que —Las palabras de ella son cortadas cuando la mujer le da otra bofetada que, en esta ocasión, logra hacerla sangrar.
—Mi esposo no estará aquí para defenderte… deja de llorar elfa inútil y lamentable ¡Todos ustedes los elfos son basuras! ¡Arrodíllate te dije, y ya deja de llorar sabes que te lo tienes merecido! —exclama al instante que Meridia, temblando por el llanto y el miedo obedece quitándose la chaqueta.
De esa forma, la mujer vuelve a darle cinco fuertes golpes con su bastón de madera, al punto que el ultimo logró tumbar la chica al suelo, y luego cuando terminó la mujer alfa suspiró aliviada peinándose su cabello porque por un instante perdió el control. Y así, ella finalmente pudo descargar en la elfa toda la rabia y frustración que sentía en ese momento, ya que ella odió en sobremanera como esos alfas se mofaban de ella, al atreverse a burlarse de su servidumbre, además esa aura de prepotencia que tenían esos alfas la frustraron un poco, sumando el hecho que, detestaba que su esposo saliera a defender a Meridia, y que aquel joven alfa no le quitara la vista de encima, nubló a Sabrina de la rabia, pero ahora que ya le había dado su lección, pudo sentirse en paz, yendo hacia la gaveta de su escritorio, para sacar el efectivo de su paga semanal.
La joven como pudo se puso de pie viendo como su jefa ya se mostraba tranquila, mientras que ella sentía que en cualquier momento se iba a desmayar, pero como ya estaba acostumbrada, solo debía esperar hasta que el efecto del dolor de los golpes se le pasara.
—Aquí tienes tu paga semanal, más un excedente por las horas extra, incluyendo las del día de hoy… además te daré un dinero extra por los castigos que te doy. ¿No vez lo buena que soy?, que te doy más dinero de tu salario, y aun así te atreves a hacerme pasar vergüenza… el lunes quiero verte presentable, a menos que quieras renunciar y busque a otra elfa mas eficiente y menos estúpida que tu — dice Sabrina con una pequeña sonrisa, viendo como Meridia cogía el dinero al instante que negaba con la cabeza.
—¡No me eche por favor!, mejoraré señora Sabrina —pide Meridia al instante que Sabrina dice:
—Pensándolo bien, te voy a despedir.
Cuando la joven elfa escucha esas palabras, alza su rostro hacia la mujer viéndola con una expresión asustada.
—¡Seré mas eficiente, me esforzaré el doble mi señora Sabrina, por favor!
La mujer sonríe viendo como la joven lucía claramente desesperada.
—Pídemelo de rodillas y bésame los pies, quizás así lo piense —pide ella observando como al instante Meridia se arrodilló besándole sus pies.
«Que elfa tan lamentable, como todos los de su especie» piensa la mujer viendo como la chica estaba en sus pies, temblando y besándoselos.
—No me eche por favor… se lo ruego —pide una vez más Meridia.
En ese instante, la joven de cabello rubio pensaba que si la echaban le costaría mucho encontrar otro trabajo, ya que era cierto cuando la mujer la llamaba bruta, porque la joven nunca había asistido a una institución educativa de lobos, porque además de ser extremadamente costosa, ella estaba trabajando desde los once años, por lo cual los estudios nunca fueron un tema importante para ella. Ya que, si un elfo deseaba ser aceptado en la sociedad y tener un empleo decente, tenía que haber asistido a una institución de licántropos, siendo esa una suerte que no todos los elfos contaban. Si bien es necesario agregar, en ese mundo regido por hombres lobo, ellos impusieron todas sus costumbres, subyugando por completo la de los elfos, los cuales luego de muchos años terminaron aceptando, dejando a un lado su cultura, escritura, e idioma élfico, para habituarse el de los más fuertes: los lobos.
En las escuelas principales, solo enseñaban lo que los lobos deseaban, mientras que la lengua y escritura élfica no era considerada importante, por lo cual, Meridia al no tener estudios basados en escuelas de licantropía, ella era considerada en esa sociedad como alguien ignorante e iletrada, la cual solo podía tener trabajos de servidumbre que, en la actualidad ya estaba repleto, y era muy difícil de conseguir. En pocas palabras, ella no podía darse el lujo de estar desempleada, tenia que soportar un poco más, es por eso que de tan solo imaginarse que ya no tendría trabajo, la joven comenzó a llorar en silencio, limpiándole los zapatos a la elfa porque sus lágrimas los estaban manchando.
—Si, ya… levántate, no te echaré —acepta Sabrina, viendo como la joven lentamente se ponía de pie, agradeciéndole y diciéndole lo buena que ella era —, ya vete… te veo el lunes, asquerosa zorra —dice la mujer alfa, viendo como Meridia se volvía a colocar su chaqueta y recogía su bolso para irse.
***
Axel había decidido desviarse, buscar su auto e irse de fiesta a la ciudad ¡Era sábado por la noche!, estaría loco si se iba de regreso a la mansión donde vivía, es por eso que él contactó a unos amigos, los cuales lo llevaron a una discoteca que estaba cerca del lugar donde había tenido el accidente de moto. Esa zona era el centro, por lo cual, durante las noches de fin de semana, estaba muy encendida con lobos por todos lados, y él en ese momento era uno mas de los que estaba por esa zona, haciendo fila para entrar en una discoteca exclusiva de alfas que ya estaba abarrotada. Él tranquilamente hubiese podido entrar mostrando su anillo rubí, pero en ese momento él quería ser uno más del montón, disfrutando de su libertad mientras podía, ya que al momento que entrara a la política, ya no iba a poder ser un hombre alfa normal… y cuando se refería a “normal”, quería decir que ya no iba a poder tener un estilo de vida mas libertino como el que tenía ahora.
—¿Qué les parece mejor si vamos a un bar? ¡Hay demasiada gente aquí!, ya me cansé de hacer fila —exclama Axel, mientras bebía de una lata de cerveza que sus amigos habían comprado como parte del pre-copeo, que consistía en embriagarse un poco antes de la verdadera diversión.
—¡Si, me parece bien, vámonos de aquí! —exclama uno de los amigos de Axel mientras la chica que iba con él, otra alfa de anillo rubí, se acerca a él para abrazarlo diciendo:
—¡Quiero dormir en tu habitación hoy! ¡Tengamos sexo! ¿será que puedo? —cuestiona la joven mientras hacia un mohín en sus labios.
—Diana, estas completamente ebria, ¿desde qué hora estas bebiendo?...
Luego de preguntar eso, Axel queda mirando a su amiga de pies a cabeza, pensando si era buena idea de tener sexo con ella, ya que el sexo entre alfas no era la gran cosa, siempre y cuando ninguno de los involucrados fueran sus mate, es decir, que estuvieran destinados, mientras eso no ocurriera, entre lobos podían ser los mas promiscuos del mundo principalmente entre alfas los cuales eran prácticamente los dueños de esa sociedad llena de injusticias, burocracia y desenfreno.
«Me pregunto si la elfa lamentable habrá salido en medio del torrencial que hubo hace una hora» piensa Axel de forma distraída, sin comprender demasiado, a que vinieron esos pensamientos…