Meridia se había bajado del autobús que la dejaba en el centro, y ahora debía ir a la otra parada para ver si corría con la suerte, de encontrar un transporte que la llevara hacia su zona, ya que a esas horas el autobús oficial ya no transitaba, pero existía otro transporte en casos de emergencia que usaban los elfos que salían tarde de sus trabajos. Se trataba de un camión, que era mas costoso que su pasaje de autobús, pero en ese momento se encontraba en una emergencia, lo único malo, era que tenia que caminar bastante, pasando por todo ese lugar atestado de alfas borrachos, los cuales en la gran mayoría de los casos siempre la atacaban, es por eso que ella comenzó a rezarle a su dios Frey, que era la mayor deidad de los elfos, para que la ayudara en ese momento y que ningún lobo la atacara.
«Por favor padre Frey… ayúdame, me duele todo el cuerpo, moriré si un alfa me ataca, hazme invisible y que nadie me vea» pide Meridia juntando sus manos mientras rezaba mentalmente, viendo como los clubes y bares estaban llenos de alfas y betas.
Sin embargo, para su mala suerte ella no pasó desapercibida, cuando un hombre lobo comenzó a mirarla de pies a cabeza mientras se relamía sus labios. Meridia se dio cuenta de eso, y por eso comenzó a caminar mas rápido, viendo de reojos que ese hombre empezó a seguirla, y mientras ella aceleraba cada vez mas su paso, se daba cuenta que el hombre también, es por eso que ella no esperó mucho para comenzar a correr, volteándose para ver que su futuro atacante estaba prácticamente sobre ella, al instante que la sujetó por la cintura atrayéndola hacia él diciendo:
—¿Qué hace una elfa tan linda como tu caminando sola a estas horas de la noche?, que cara tan bonita tienes, a ver…—dice acercándose para olfatearla —que rico hueles, tu olor es muy dulce… déjame oler aquí abajo, a ver abre las piernas, me haces el trabajo fácil porque tienes esa falda.
En el instante que el hombre pretendía tocarle en su zona intima, Meridia emitió un grito tan fuerte, que todos los lobos que estaban por los alrededores lograron escucharla, pero cuando se dieron cuenta que era una elfa, continuaron haciendo sus cosas, sin embargo, Axel estaba entre esos lobos, el cual se volteó hacia esa dirección viendo a lo lejos que esa elfa él la conocía.
—¿Meridia Larios? —cuestiona con una pequeña sonrisa, mientras continuaba bebiendo de su cerveza.
—¿Quién es ella?, ¿trabaja en tu casa?, tiene aspecto de esclava —pregunta uno de sus amigos, mientras su amiga continuaba pegada a él como una sanguijuela.
—No, no la conozco —comenta, volteándose para seguir hablando con sus amigos, el cual uno de ellos continúa observando la escena.
—¿No la conoces, pero sabes su nombre y apellido? Oh… lastimaron a la pobre elfa, ahora está en el suelo —comenta riéndose un poco, mientras Axel se voltea para ver, notando que ahora otro lobo la había sujetado mientras ella gritaba.
Su amigo observa como Axel estaba viendo la escena atentamente, mientras bebía con una fingida tranquilidad de su cerveza, es por eso que él se apresura a decirle:
—¿Quieres ir a ayudar a esa elfa rubia? ¿Tu?, que yo sepa los Wolfgang detestan a los elfos más que cualquier cosa —deja en claro el amigo de Axel comenzándose a reír, al instante que el aludido le entrega a su amiga borracha para que la sostuviera.
«Maldición, esa elfa lamentable me salvó la vida… que fastidio estoy en deuda con ella» piensa Axel cuando finalmente decide ayudarla, yendo a esa dirección caminando a un paso apresurado, porque ya estaban a punto de desvestir a la chica para violarla en público, quizás esos que la sujetaron eran alfas sin duda alguna.
Cuando finalmente llegó frente a ellos, empujó y golpeó con todas sus fuerzas al que estaba a punto de desvestirla, mientras que ya se acercaba al otro para darle un solo golpe que bastó para dejarlo inconsciente, ya que Axel era enorme, y esos alfas no le llegaban ni por los tobillos. Cuando terminó, levantó a Meridia del suelo, jalándola con violencia de ese lugar. En el momento que pasó frente a sus amigos les dijo:
—Ya regreso —es lo único que dijo mientras continuaba llevando a la chica que prácticamente estaba corriendo detrás él, porque sus largos pasos no se comparaban a los de ella.
Axel volteó la esquina hasta su auto estampando a la joven contra el vehículo, lastimándola un poco pero no le importaba, ya que lo que pretendían hacerle esos hombres era mucho peor. Y ahora que ya estaban fuera de peligro, él pudo darse cuenta que la ropa de la chica estaba rasgada, su cabello estaba completamente despeinado, y ella con su rostro rojo y lastimado temblaba viéndolo.
—¿Qué hace una elfa tan debilucha como tu caminando por este lugar? ¡Acaso estás loca!, te ayudé porque me salvaste la vida, de lo contrario te hubiese dejado ahí, no me interesa lo que le suceda a la gente de tu… especie —exclama Axel mirando de pies a cabeza a Meridia, la cual en ese instante no podía creer que un alfa de anillo rubí la hubiera salvado, y mas ese hombre el cual si recordaba lo que ella hizo por él.
—¿Recuerda ese día?... gracias por haberme salvado, señor Wolfgang —pregunta y agradece Meridia, viendo al hombre revolotear sus ojos con fastidio.
—Por supuesto que me acuerdo, y al parecer tienes buena memoria, recuerdas mi apellido —dice viéndola de pies a cabeza, observando que su camiseta ahora era un trapo que apenas la cubría lo necesario, dejando a la vista el sujetador barato que tenía para sus senos, los cuales eran de un tamaño apetecible.
»sí sales así te van a comer viva… usa esto, ni creas que te la regalé, esta chaqueta debe ser mas costosa que tu propia vida. Cúbrete —dice mientras se quita su chaqueta colocándosela a la joven en su cabeza.
» Además usa uno de tus ungüentos élficos para curar tus heridas… eres un desastre —agrega Axel, viendo como la chica lentamente se colocaba la chaqueta, la cual le quedaba como un sobretodo por lo grande que era.
—Dígame un lugar donde pueda verlo para entregarle su chaqueta… si es posible, mañana por favor que es mi día libre. No puede ir a la casa de mi jefa porque si no ella pensará mal y me castigará —Pide Meridia con su vista baja, sintiendo la cálida y suave tela de esa chaqueta, jamás había sentido algo parecido.
—¿Tú me estás poniendo el día y la fecha?
—¡No!, discúlpeme señor —exclama Meridia con la vista baja, al instante que Axel le sujeta el mentón con algo de violencia, y ella de inmediato cierra sus ojos con fuerza porque cree que ese hombre la va a lastimar.
Axel se agacha acercándose a escasos centímetros del rostro de la chica, viendo su pálido rostro lastimado. Estaba tan cerca que si él deseaba podía besarla, sin embargo, lo que llamó más su atención fue un fuerte aroma proveniente de la chica que lo mareo un poco, pero a pesar de eso no le desagradó en lo absoluto.
—Iré el lunes personalmente a buscarla en la casa de tu jefa. Si te castiga o no, ese no es mi problema —responde Axel con una sonrisa, viendo como Meridia fruncia sus labios —. Ahora, lárgate al hueco élfico de donde saliste, con esa chaqueta ningún lobo se te acercará, tiene mi aroma alfa y creerán que me perteneces. Largo de aquí, Meridia Larios. Ya cumplí con ayudarte, estamos a mano —concluye Axel empujándola para que se quitara de su camino.
Sin embargo, Meridia ese momento se encontraba tan cansada y adolorida, que ese empujón bastó para que cayera al suelo, es por eso que Axel al ver que la joven estaba ahí tirada, la miró por un segundo burlándose de lo débil que era, y sin más siguió su camino mientras la chica elfa se levantaba lentamente del suelo, viendo como ese hombre se iba.
«Que aroma tan extraño tiene… me embriagó por un momento…» es lo único que piensa Axel mientras camina en dirección hacia donde había dejado a sus amigos, sin saber desde el día que Meridia le salvó la vida, el destino se había encargado de crear un lazo entre ellos que seria irrompible.