Capítulo 5. El encantamiento de la Elfa

1741 Words
Al día siguiente: Gracias a la chaqueta que le dio Axel, Meridia pudo llegar a casa sin mayor inconveniente porque, aunque vio lobos cerca, ninguno se acercó a ella porque al parecer podían sentir el aroma de alfa en la prenda de aquel hombre. Es necesario agregar, que las mujeres y hombres lobos en sus distintas categorías se caracterizaban por tener habilidades sobre humanas, como por ejemplo: contaban con una fuerza impresionante, tenían un super olfato, una vista excelente, principalmente durante la noche, velocidad sin igual, entre otras habilidades físicas que los hacían superiores a los elfos en cuanto a fuerza, es por ese motivo que los elfos les temían, al punto que al transcurrir de los siglos ellos terminaron apoderándose de todo. Ahora bien, regresando al punto inicial, Meridia salió de casa antes de que su madre se despertara para que no la viera, ya que, a plena luz del día, su madre podría darse cuenta que su rostro se encontraba golpeado, y ella no deseaba que su progenitora se preocupara por ella, es por esa razón que la joven salió de puntitas rumbo a la casa de su amigo Lorien, el cual era un elfo con habilidades de sanación como lo fue su madre en el pasado. El elfo vivía a dos casas de ella, y cuando llegó pudo darse cuenta como un hombre lobo salió de la casa mientras se abrochaba su pantalón. Meridia tragó saliva desviando su atención hacia el suelo para no ver a ese hombre, ya que Lorien tenia tres trabajos: el primero era como panadero, el segundo como curandero ilegal, y el tercero vendía su cuerpo sexualmente. Meridia no lo juzgaba, porque al igual que ella, él deseaba con todas sus fuerzas mudarse de ese basurero donde vivían, pero a diferencia de él, ella no tenia el valor ni la fuerza suficiente para vender su cuerpo a lobos, como lo hacia Lorien, el cual cuando vio a la joven asomada desde su ventana, rápidamente se colocó su pantalón diciendo: —¡Meridia, ya puedes entrar no hay lobos en la costa! —exclama Lorien, al instante que la joven entra a la pequeña morada del elfo. La casa de Lorien era humilde y no hacia juego con su indiscutible belleza, ya que él era “un elfo muy puro” como decían los lobos de forma despectiva, cuando los de su especie tenían el cabello blanco lacio, rostros muy delicados y sus orejas eran muy largas, a diferencia de ella que había salido mas humana porque sus orejas no eran tan largas como las de él. Así pues, cuando el joven vio que la chica tenia un ojo morado, y una de sus mejillas estaba hinchada y de color verdoso supo porque había venido, es por eso que él se apresuró a decir: —¿Otra vez la bruja de tu jefa? —pregunta él, viendo como la chica se sentaba en una silla, asintiendo con la cabeza de forma decaída —¡Estúpida alfa amargada!, ven aquí Meri, te curaré de inmediato. Cuando Lorien dice eso, ella sonríe cerrando sus ojos mientras Lorien entrelaza sus manos con la chica, y al instante una luz brillante de color amarillo los rodea a ambos. Esas pequeñas partículas brillantes que salían de Lorien se encargaron de curar todas las heridas del cuerpo de Meridia, la cual sentía como poco a poco su cuerpo dejaba de doler, y todas las heridas de su cuerpo eran sanadas. Cuando termina, la joven abre sus ojos sintiéndose como nueva, observando como Lorien todavía continuaba brillando, pero luego poco a poco su luz iba apagándose mientras él iba a la cocina para preparar algo para desayunar. —Gracias, Lori por ayudarme. Ahora yo curaré tus heridas… puedo ver que tienes una reciente en tu cara ¿fue ese lobo que salió cuando llegué? —pregunta la joven con preocupación, a lo que Lorien responde: —Si, pero no es nada. Ese era un beta, los betas no hacen tanto daño como los alfas ¿quieres pan?, mi jefe me dio una bolsa ayer que le sobraron —comenta él mientras comienza a comer. Los elfos curadores no podían sanar sus propias heridas, es por eso que Lorien quien trabajaba en el ámbito s****l, normalmente también estaba herido, pero al igual que la joven él también estaba habituado a ello, sin embargo, él no tenía conocimientos médicos como la rubia, es por esa razón que ambos se sanaban mutuamente como p**o y también como forma de amistad, ya que ellos se conocían desde que eran niños. Y así de esa manera, cuando ella terminó de desayunar y ser curada, la joven regresó a su casa con varios panes que Lorien le había entregado, entrando a su hogar con su mejor sonrisa diciendo: —¡Mamá, mira lo que traje!, Lorien me regaló pan, es dulce… ¿sabes lo difícil que es encontrar pan dulce?, estamos de suerte. Ya prepararé chocolate ¿todavía queda? —pregunta la joven de forma animada, mientras su madre se encontraba seria. —Meridia… ¿de quien es esa chaqueta?, luce costosa… La joven al instante tragó saliva, porque su madre detestaba a los alfas mas que nadie en el mundo, porque ellos le habían arruinado su vida y la de su hija. —La encontré en un basurero… estaba mugrienta, quizás un alfa de anillo rubí la tiró porque estaba sucia, tu sabes como son ellos, me pareció muy linda, aunque ¡Tengo pensado venderla!, mira la tela, debe costar una fortuna —comenta Meridia quitándole la chaqueta de las manos a su madre. —No la vendas, solo regrésala a la basura, porque si la llevas a una casa de empeño te harán preguntas y creerán que te la robaste. En el peor de los casos podrías terminar en la cárcel por ladrona. Todavía tiene el perfume del alfa a que le pertenecía, y me molesta mucho —dice la madre de Meridia arrojando la chaqueta al suelo, al instante que la joven la recoge de inmediato porque no deseaba ensuciarla. «La lavaré mañana en casa de Lorien» piensa Meridia mientras coloca la costosa prenda en una silla. —Mami, hoy saldré al banco a depositar mi paga y a comprarte tus medicinas, entre las cosas que nos hacen falta, trataré de llegar lo más rápido que pueda para estar juntas el resto del día ¿vale? —dice la joven, acercándose para abrazar a la señora que se encontraba en una silla de ruedas, porque, aunque ella podía caminar, se debilitaba muy rápido. —Me parece bien, ten cuidado… por cierto, hija, que linda estás. Tu rostro luce rozagante —dice la mujer con una mínima sonrisa, acariciando el rostro recién curado de la chica rubia que sonríe diciendo: —Gracias mami, me estoy cuidando —miente ella sintiéndose algo mal por ocultarle tantas cosas a su madre, pero ella sabía que lo hacía por su bien. *** Axel se había acabado de levantar, en ese instante se encontraba desnudo al lado de su amiga, con la cual había tenido intimidad anoche, sin embargo le resultó extraño porque en esta ocasión no lo disfrutó como se supone, ya que durante todo el acto s****l lo único que recordaba era el aroma de la elfa y su rostro en ese momento cuando se acercó a ella, incluso recordaba el color del sujetador barato que usaba en sus senos: era de un color beige, el cual no sabia si era por el sucio, o si ese era el tono de la prenda. No podía evitarlo, pero esa pequeña elfa la tenia pegada en su mente y eso era algo que él detestaba en sobremanera, porque él aborrecía a esa especie tan inútil y debilucha que ni siquiera servían para trabajar bien, su padre tenia razón, los elfos eran un lastre de la sociedad que él en cuanto llegara al congreso, se encargaría de proponer mas leyes para subyugarlos más. «Estúpida elfa, lo más probable es que utilizó un hechizo élfico en mí, o algo parecido. Por su culpa no pude follar bien, cuando la vea me las va a pagar ¿Cómo se atreve a atormentar mi mente y a impregnarme de su aroma?, mi padre tiene razón… huelen horrible» piensa Axel al instante que justamente su padre entra en la habitación, sin importarle que su hijo continuara en la cama. —Ya levántate, vamos al banco —dice el hombre mientras el otro hombre lobo hace una expresión de fastidio en su rostro diciendo: —¿Qué? ¡Es domingo! —exclama levantándose mientras se colocaba su ropa interior. —Obedece, que esto te sirva como castigo por haberte escapado anoche. Ya no puedes hacer lo que se te da la gana, dentro de un mes comenzará tu campaña política y no voy a estar limpiando tu nombre a cada cinco minutos ¿comprendes? —exclama el padre con un tono de voz autoritario que podía estremecer a cualquier alfa, incluyendo a Axel. —Esta bien, padre… dame cinco minutos y estaré listo. En necesario agregar que los lobos le Debian completo respeto al alfa principal de la manada, en este caso era el padre de Axel, Vincent Wolfgang el cual era el líder actual de la familia. Entre los hombres lobo, especialmente entre alfas, mantenían la tradición de nunca alejarse de la manada, a menos que la persona en cuestión creara su propia familia, pero como Axel todavía no tenía esposa, por ley él vivir con sus padres y atenerse a sus reglas hasta el momento que decidiera independizarse y formara su propia manada de alfas, ya que, según la tradición, los alfas debían estar con los suyos para crear mas de su especie. Es por ese motivo que el hombre en ese momento iba con su padre a uno de los bancos de los Wolfgang para que viera como iba el negocio familiar, cuando él realmente lo único que deseaba era dormir, sin embargo, cuando cerraba sus ojos, lo primero que le aparecía ante él, era el rostro de Meridia, ocasionando que él sin duda alguna sospechara que esa elfa realmente le había lanzado un encantamiento, sin saber que realmente lo único que estaba sufriendo el alfa, era el efecto que ocurría cuando conocía a su mate, la cual el destino se había encargado de unirlo a la persona que menos él se imaginaba.
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