—Mami, ya me voy… no me tardaré —dice Meridia, despidiéndose de su mamá dándole un beso en su mejilla mientras, la mujer sonreía viendo a su hija de pies a cabeza.
—Meri ¿Por qué vistes tan elegante? —pregunta la mujer ya que la joven estaba usando su mejor atuendo.
Ella aprovechó para darle una vueltita a su madre mostrándole un vestido de flores color verdoso que ella tenía, además la joven se había peinado y soltado el cabello, colocándose una flor en el lado izquierdo como adorno, y estaba usando sus alhajas de piedras de cuarzo que los elfos tenían para ocasiones especiales. Sumando el hecho que no llevaba su clásico bolso tejido, si no que tenia la mochila de cuero marrón que también era considerada elegante, en la cual ella llevaba la chaqueta de Axel.
—Oh, es que voy al banco y quiero lucir presentable… además, hoy estoy de buen humor. Bueno mami me voy… entre más rápido salga, más rápido llegaré a casa ¡Adiós! —vuelve a despedirse Meridia volviéndole a dar otro beso en la mejilla a su mamá, la cual pensaba que su hija era una chica muy positiva y feliz.
2 horas más tarde
Axel estaba prácticamente durmiéndose en la oficina de su padre, el cual en ese instante se encontraba en una junta de negocios, cuando de repente siente un fuerte olor que logra despertarlo de inmediato.
—¿No hueles eso, padre?, vino un olor a elfo que me llegó desde aquí —susurra Axel acercándose a su padre, el cual lo observa como si él hubiese perdido la razón.
—Es un banco público, es obvio que este lugar este impregnado de ese fétido olor —responde Vincent, sin embargo, Axel niega con la cabeza diciendo:
—No, pero hay otro olor… ¿no lo sientes? —cuestiona Axel ahora cubriéndose la nariz mientras su padre revolotea los ojos.
—Ve a tomar aire fresco, Axel… solo estás buscando una excusa para salir… está bien, hazlo, y ya no me interrumpas.
Cuando Axel escucha las palabras de su padre lo queda observando perplejo, porque él también tenia un olfato muy agudo, sin embargo, él no lograba percibir ese olor que él sentía fácilmente, eso le hizo pensar que quizás debía descansar porque posiblemente ya estaba perdiendo la razón. No obstante, él obedeció saliendo de la oficina para tomar aire fresco, pero lo que logró fue que ese olor cada vez se hiciera mas fuerte conforme iba caminando, fue en ese momento que él comprendió que no era parte de su imaginación, quizás esa elfa estaba en el banco y él fácilmente podía sentir su presencia, es por ese motivo que él siguió ese aroma embriagador hasta que lo llevó a la zona publica del banco, donde las personas hacían sus consultas y transacciones. Fue ahí, mientras él estaba en el segundo piso, que pudo ver a la joven en una de las cajas del banco siendo atendida por una cajera omega.
—Ahí está… Meridia Larios —murmura Axel, viendo a la joven como en ese instante cargaba su chaqueta —¿Qué haces usando mi chaqueta?, yo no te la regalé… además de apestosa, es una abusadora… —murmura el alfa con una pequeña sonrisa, viéndola fijamente.
Axel se mantuvo en esa posición viendo en la distancia a la joven, notando que tenia una tonta flor en su cabello rubio, y además ese vestido que usaba a lucía tan viejo al lado de su chaqueta, que el contraste era innegable, sin mencionar que ese bolso de cuero que traía parecía tener siglos de antigüedad, la chica era muy elfa, pensaba Axel ya que las mujeres de esa especie nunca usaban pantalones, y normalmente vestían como hippies horrendas, y en el caso de Meridia no fue la excepción, sin embargo, una parte de él en lo mas profundo de su ser pensaba que ella era hermosa aunque eso jamás lo admitiría.
Y así, cuando la joven se marchó, él la siguió con la mirada hasta el momento que ella salió del banco, fue ahí cuando Axel sin importarle nada, saltó desde esa distancia hasta el primer piso, yendo tranquilamente hacia la cajera que atendió a la elfa, porque él en ese momento se sentía curioso. En cuanto llegó, tuvo que cubrirse la nariz disimuladamente porque al parecer él era el único que podía sentir ese “hedor” de la elfa, es por ese motivo que no lo dejaría en evidencia al momento que dijo:
—¿Qué estaba haciendo esa elfa que acabas de atender? —pregunta Axel sin demasiados rodeos.
La trabajadora del banco, al ver la imponente presencia de Axel, se intimida de inmediato, porque ella sabía que él era el hijo del dueño.
—Buenos días, señor Wolfgang… la elfa de hace poco, vino a hacer un depósito a su cuenta de ahorros, señor.
Axel arquea una ceja.
—¿Esa elfa sirvienta tiene una cuenta de ahorros en nuestro banco?, enséñame. Quiero ver sus movimientos —ordena el hombre, y aunque eso estaba prohibido, de mostrar la información personal de los clientes, ella obedece asintiendo con la cabeza, imprimiéndole un estado de la cuenta de ahorros de Meridia.
—Aquí tiene, señor Wolfgang —dice la mujer queriendo preguntar más, pero prefería no hacerlo.
De inmediato, Axel coge la hoja leyendo la mísera cantidad que había, tanto así que no podía creerlo, ya que los ahorros de la elfa era lo que él se gastaba en una noche de fiesta.
—¿Esto es todo? —pregunta Axel todavía sin poder creerlo.
—Si, señor… esto es todo. Los elfos no cuentan con mucho dinero, en el caso de la señorita Larios, ha ahorrado bastante en dos años desde que está con nosotros.
—¡Estos son los ahorros de dos años! —exclama Axel riéndose porque no podía creer que a esa chica le tomó dos años ahorrar tan poco dinero —bien… ahora, bloquea la cuenta de ahorros de esa elfa y si viene a querer desbloquearla, no lo permitas. Son ordenes exclusivas mías —ordena Axel como castigo por el “hechizo” que Meridia le había lanzado.
«Me salvaste la vida, pero ya pagué mi deuda cuando te ayudé ayer… ahora tu vas a pagar por lo que me hiciste, apestosa…»
Al día siguiente
Meridia todavía no tenia idea que su cuenta de ahorros había sido bloqueada a causa de Axel, ya que ella nunca tocaba el dinero que guardaba ahí, porque ese estaba destinado para su próxima mudanza que, si sus cuentas no le fallaban, seria para dentro de dos meses si continuaba depositando la misma cantidad, sin embargo, ella no tenia idea que todo el esfuerzo que había hecho desde los diecisiete años, cuando comenzó a trabajar en la casa de la señora Sabrina, todo se había evaporado por culpa del alfa que ella le había salvado la vida. Y ahora, en ese instante, ella se encontraba limpiando a fondo la cocina de la mansión sintiéndose asustada, porque la joven sabia que en cualquier momento iba a aparecer Axel a buscar su chaqueta, y cuando ese momento sucediera, su jefa iba a pensar lo peor de ella y lo mas probable era que la iba a castigar. De tan solo pensarlo se le hacia un nudo en el estómago.
Hasta que justo en ese momento, su miedo se volvió realidad cuando escucha el timbre de la puerta sonar. Ella traga saliva dejando lo que estaba haciendo para ir con rapidez hacia la entrada principal, al mismo tiempo que su jefa se asoma para ver quien había llegado. Cuando ella abre la puerta, se topa con nada más, y nada menos que Axel Wolfgang, el cual en ese momento no estaba vistiendo tan elegante como en aquella ocasión. De inmediato Meridia tragó saliva viendo como el hombre entraba a la casa sin ser invitado como la primera vez, mientras tenia esos aires de superioridad que lo caracterizaban, entre tanto Sabrina no comprendía que hacia ese hombre ahí, porque su esposo no estaba, pero a pesar de eso lo recibió diciendo:
—Señor Wolfgang, ¿Qué lo trae por aquí? —pregunta mientras Meridia con su mirada baja esperaba lo que él tuviera que decir.
—Hola, Meridia Larios ¿Cómo has estado? —saluda Axel, ignorando por completo a Sabrina, la cual se voltea para ver con una expresión llena de odio a Meridia, la cual encogida de hombros tenia su vista en el suelo diciendo:
—Ho-Hola… señor Wolfgang —saluda la joven sintiendo como sus piernas temblaban, pero no se veían a causa de su falda larga.
—¿Tienes mi chaqueta? Vine por ella. Se la presté el sábado cuando me la encontré cerca de un bar de alfas…
De inmediato ella alza su mirada, porque Axel lo dijo de una forma como si ella hubiese estado haciendo “algo” con aquellos alfas, tanto así que Sabrina la veía con una expresión llena de molestia, y Axel con una sonrisa agregó:
—¿Qué esperas? Busca mi chaqueta, no tengo todo el día.
Ella de inmediato corre en búsqueda de la prenda, pensando que su jefa debía estar pensando lo peor de ella, y como ese hombre alfa siempre buscaba cualquier excusa para lastimarla, sin duda alguna en ese momento utilizaría todo ese escenario para darle un castigo que ella no olvidaría, y de tan solo imaginarlo sentía como sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, porque era evidente que ese alfa estaba actuando de esa forma a propósito. Y así cuando ella tenia la chaqueta en sus manos, la cual la joven se encargó de lavar el día anterior en casa de Lorien, se la entregó en sus manos perfectamente doblada y planchada.
Durante todo ese tiempo, su jefa Sabrina, veía sorprendida como los brazos de Meridia temblaban mientras extendía la chaqueta hacia ese hombre, el cual cogió la prenda, solamente para lanzarla a la calle tan fuerte que la costosa prenda ya estaba en el área donde transitaban los autos. Luego de haber hecho aquello, él se agachó para ver a la joven de cerca, sintiendo de forma más intensa, el aroma de la joven mientras esta vez le sujetó el mentón con algo de violencia, estando tan cerca de ella que podía ver claramente las pequeñas pecas que tenia su rostro, y esos labios rosas entreabiertos que él detalló mas de lo que debía.
—¿En serio pensaste que iba a usar esa chaqueta impregnada de tu asqueroso hedor de elfo?, no se que fue lo que me hiciste, pero me desagrada bastante ¿oíste bien, orejona? —susurra tan cerca, que el aliento de él chocó con la piel de Meridia la cual temblaba del miedo diciendo:
—¿Qué le hice? —murmura al instante que sus ojos se juntan con los de Axel, y él tiene que alejarse porque no le agradó esa cercanía.
—Y usted, ya deje de fingir, esta horrible elfa es su esclava. Le paga un salario de mierda por todo lo que hace. Haga algo productivo y dele un buen castigo de mi parte… se lo merece—ordena, mientras ve a la rubia de pies a cabeza—. Las próximas reuniones las tendremos en nuestra casa o en la oficina de mi padre, nunca más pisaré este lugar impregnado de la peste de esta orejona, no quiero volverte a ver ¿entendiste? —dice Axel, empujando a Meridia sin la suficiente fuerza para tumbarla.
Sin embargo, los deseos de Axel no se harían realidad porque dentro de poco todo cambiaria entre ellos…